miércoles, 28 de diciembre de 2005

Con humos

Enciendo un cigarro. Aún puedo. No siempre será así. Tarde o temprano, ni eso será permitido. Ni en mi casa. Me dicen, aprovecha ahora. Lo leo. Lo escucho. Aprovecha y déjalo. Ahora, justo en este momento, más que nunca, me niego. No me gustan las imposiciones. Bastantes aguanto ya. Yo respeto. Hasta ahí todo bien. Pero más allá (o más acá), que me dejen en paz. No quiero saber de ellos. (...)

lunes, 19 de diciembre de 2005

Regustos

Cuando la flecha me roza, el virus me infecta, el viento me despierta, su mirada me arrebuja, estoy decididamente perdido. Caigo en la trampa, en el limbo (robado), en la madriguera.

Oigo sus guitarras, saboreo su clasicismo rock, sus raíces, sus palabras (dirigidas a alguien, imagino, me gusta crear…), sus composiciones. Incluso su voz. Sí, esa voz. Especial, penetrante. Y eso que mi muro fue duro de derribar. No sé, demasiadas reminiscencias épicas. Y aún así, algo tenía. Para qué dudarlo. La voz de Jim James no dejaba indiferente.

Y My Morning Jacket, a la cuarta, han conseguido lo que buscaban. Un disco redondo. Y no hay chiste fácil. La mayoría de lo que suena por ahí es para mentes y soportes cuadrados.

Disfruto con su rock, con su melancolía, sí, también con la voz, con sus guitarras y teclados, y con sus melodías. Encuadrarán Z en la cubeta de Americana (cajón de sastre, entra de todo). Pero es algo más. ¿O es que Off the record, al menos hasta su digresión final, no puede ser una tonada de cualquier buen grupo pop de los 80?

Vale, pero en discos redondos, no quiero destacar esta o aquella. Son para disfrutarlos. Enteros. Y descubrir los diferentes regustos que dejan.



Suena la corriente: "Z" - My Morning Jacket

sábado, 17 de diciembre de 2005

Tarde de pop

Busco un susurro, un beso subiendo por el cuello, un cariño, una caricia. Estas jodidas fechas anuncian su llegada estremeciendo por dentro. Me jode jugar a odio estas fiestas, pero no lo puedo evitar.

El cielo gris pesa. Supongo que estará gris. Aún no lo he visto. Pero siento que pesa. Y te envuelve. Estoy temblando.

Y busco un susurro. Y desde hace horas me siento meloso (o es que no se nota, leyendo esto). Me empalago. Y me refugio en el último de The Posies, que suenan como siempre. Con varias joyas desperdigadas. Y busco un susurro en Pernice Brothers. Discover a lovelier you. No sé si seré más amoroso, más encantador.

Y busco un beso, y sigo con los nuevos regalos de Big Star. In Space. Dicen que es más el nuevo de Alex Chilton que uno más de la estrella. Y qué quieren. Los muertos no graban, no cantan.

Pero busco, y como siempre, termino en cosas más viejas que yo (o casi más viejas). Dejo ese nuevo Chilton/Star y trepo por Radio City. Y cuando suena Back of a car sé que apenas quedan tres canciones para que llegue September Gurls. Y encuentre mi susurro. Y vuele este estómago encogido. Y aún un poco más allá, se cerrará todo con I'm in love with a girl, y el estómago se encogerá de nuevo. Y esperaré que Ella susurre.

Tarde de pop. Creo que me voy a colgar mi cacharrito (mi droga, my precious) y me voy a ir a sentir cómo el cielo pesa.



Suena la corriente: "Radio city" - Big Star

martes, 13 de diciembre de 2005

Sociedad civilizada

Stanley "Tookie" Williams ha sido asesinado por el estado de California. 24 años esperando el cumplimiento de una sentencia supone una aberración aún superior. Durante ese tiempo supo cambiar su forma de ver (o no ver) la vida (o la muerte). Parece incluso que en los últimos momentos habían surgido dudas razonables sobre los hechos que le arrastraron a esa condena. Y aunque esto no fuera cierto.

La sociedad civilizada es magnánima.

El gobernador Schwarzenegger recibió unos días antes a sus abogados, para analizar sus súplicas de clemencia. Prometió reflexionar y pensar con profundidad en el tema. No dudo que haya supuesto un esfuerzo sobrehumano para un tipo con apenas humanidad. Reflexionar y pensar. Es posible que lo haya intentado. Sin duda, por primera vez en su vida. Un imbécil de tomo y lomo, hinchado de anabolizantes media vida, lerdo y sin apenas habla racional. Al final, ofuscado por su imposibilidad genética para la reflexión y el pensamiento, habrá dado un golpe en la mesa, decidiendo emular a su gran jefe, a ver si le alcanza en sus más de 300 asesinatos.

La sociedad civilizada es ecuánime. Y siempre sabe elegir a sus mejores representantes.

Aprovecho para matar varios pájaros de un tiro. Me gusta la rabia contenida, la rebeldía de un joven de 75 años. Harold Pinter arremetió contra los dos (no) líderes del (no) mundo. Y expresó en alto el tratamiento de () criminales de guerra que le merecen. Espero que sepa aprovechar los atrios que el oropel recibido le facilite. Pero que no olvide a los dos bufoncillos que acompañaron la puesta en escena de los (no) líderes del (no) mundo.

La sociedad civilizada es valiente. Pero más cobarde.



Suena la corriente: "If you didn't laugh, you'd cry" - Marah

sábado, 3 de diciembre de 2005

Tiernos callejeros

Ahí estoy, en la duda. Son muchos años de haber vivido en Madrid, donde he bebido, comido, amado, soñado… Supongo que a medida que me voy haciendo (sintiendo) viejo, muy viejo, aprecio más el visitarla solamente de pasada, como esa antigua amante que aún hace despegar mariposas pero que preferirías no volver a ver nunca más.

Madrid, ahí empezó todo, ahí empecé todo. Ciudad monstruo, ciudad peluche. Ciudad de miedo (mis miedos) y sueño (mis sueños).

Pero últimamente, cada vez que se me ocurre comentar la posibilidad de arrastrarme unos días por sus sucias (entrañables) calles, alguien me asalta con el dardo: qué, de manifestación?

Oh, cielos, después de tantos años, la calle es suya de nuevo. No, si estaba claro, su espíritu perroflauta, callejero, canalla, simplemente dormitaba. Pero una vez despertado, no hay quien lo apacigüe.

Se comenta que un día de estos cambian el visón por el botellón.
Son tan tiernos.



Suena la corriente: "Live at the Fillmore" - Lucinda Williams

miércoles, 30 de noviembre de 2005

Zapatos desconchados

Me quitan los sueños, las ideas, las utopías, el dinero, las creencias, la fe, las ganas, la fuerza, la ilusión, la sonrisa, la emoción, la paciencia, la esperanza, el optimismo, la rebeldía,…

Estamentos políticos, civiles, sociales, religiosos,…
Pierdo el aliento y carcomo mi hígado. Pierdo el hálito y exprimo mis pulmones. Mis órganos son míos. Lo demás, quién sabe.

Pero ahora, me quitan también el limbo.
Y no, eso no. Cuando mi abuela enlazaba un negro panorama futuro con mi continua estancia en él, en el limbo, no podía estar equivocada. Si ya lo decía ella. Y en efecto, mis sueños de gloria quedaron en nada. Y aquí estoy, un pringao comercial, insulso, con una vida gris (sólo Ella le da color), que sueña con ser moderno por tener un blog y únicamente es un progresista trasnochado, vamos, un rojo. Lo peor de lo peor. Y encima, lector de El País. Anatema! Un simple con zapatos desconchados.

Ya se encargan ellos de recordármelo desde sus ondas diabólicas.

Pero eso no, faltaría más. El limbo que me lo devuelvan.
Pero qué se habrán creído estos majaderos. Poner en duda la palabra de mi abuela!



Suena la corriente: "Empire builders" - Jason Ringenberg

viernes, 25 de noviembre de 2005

Sombra y luz

Cuando no hay nada que decir, mejor callar.
Cuando no haya nada que ver, mejor no mirar.
Cuando hay poco que escribir, mejor no hacerlo.
Cuando nada invita a actualizar...

Ustedes disculpen (y no digo las molestias, que no creo que lo sean).

¿Habrá luz o habrá sombra?



Suena la corriente: "Jacksonville City Nights" - Ryan Adams

sábado, 19 de noviembre de 2005

Jodida gota

Aquí estoy, en el baño de una sala de Durango, impaciente por encontrarme en escena con Scott McCaughey. No, hoy no está con sus maravillosos Young Fresh Fellows. No, hoy con sus no menos fascinantes The Minus 5 tampoco están los Posies Auer y Stringfellow, tampoco voy a saborear el genio de Jeff Tweedy. Pero él solo es capaz de ponerme nervioso. Toda una semana maldiciendo a la prensa que los publicita como la banda paralela del guitarra de REM, Peter Buck. Para mí, son Scott y amigos, nada más.

Entra y se enfrenta al urinario de al lado. Miro, como distraído. A diez centímetros de mí, codo con codo, Peter Buck (ya, ya sé que pasaba de él). Pero coño, estoy meando con el guitarrista de REM. Trato de concentrarme, pero creo que se me está encogiendo.

Y entonces, sin el más mínimo control sobre mis actos, suelto un Hi, Peter, good luck. Me mira, y me dice you too. ¿Yo también, qué? Joder. Me estoy empapando con la maldita gota. Toda mi compostura y mi estudiada distancia al garete en un segundo. Allí, miembro con miembro, y yo suelto un lamentable good luck.

Y Scott, y Peter, y John Ramberg (como disfruté hace un par de años a sus Model Rockets), y Bill Rieflin me confirman que no hay edad para disfrutar encima de un escenario tocando simplemente rock and roll. Esa bendita droga que nos mantiene vivos. A ellos y a mí. Diversión, sentimiento y guitarras.

Qué más pedirle a un viernes noche. No hay edad.

Pues eso.
Good luck.
Jodida gota.



Suena la corriente: "Down with Wilco" - The Minus 5

jueves, 17 de noviembre de 2005

Arrastrando mis botas

Muchos de los pétreos e inamovibles defensores de la libertad echarán alguna que otra lagrimita por la muerte del paticorto. Y yo arrastro mis botas por el asfalto.

Monseñor se sentará en la silla, con aire apesadumbrado, se arremangará la falda de la sotana y rascándose con la uña sucia los testículos, extrañará tiempos mejores.

La cantante cuarentona, ex reina de la chabacanería bailonga, trata de recuperar pasados no tan gloriosos pero sí más carnales, y la progresía disfrazada de modernez aplaude entusiasmada, por aquello de a la vejez, viruela.

Los ex terroristas arrepentidos tratan de lavar sus conciencias corriendo alborozados hacia el otro extremo, exhibiendo su supuesta virilidad, tensando cuerdas como antes tensaron gatillos. Ni pío.

Avioncitos que van y vienen, secretos pero en viajes de novios, en lunas de hiel. Cartitas de amor ("cariño, tú y yo que somos hombres y padres…").

Tenemos televisión, tenemos radio, tenemos prensa, tenemos fútbol, tenemos pan y circo. Y los políticos siguen jodiéndonos los huevos, esos mismos que se rasca monseñor.

Y yo arrastro mis botas por el asfalto.
Ni jodido ni contento.
Ni alegre ni combativo.
Ni santo ni demonio.

Con una pizca de acritud. O de acrimonia.
O de acracia.
Qué más quisiera yo.

Hala, ya crispadito, me voy a la cama.
Que encima, ahora, el sexo oral produce cáncer. Sólo nos faltaba ésto. Para mí, que son cosas de los obispos.
Y yo arrastrando mis botas.



Suena la corriente: "Ay, qué gustito pa' mis orejas" - Raimundo Amador

martes, 15 de noviembre de 2005

Sin identidad

Es bonito estar alejado, perdido, apartado de las cosas que parecen mayestáticas, definitivas, esenciales para el discurrir de los tiempos.

No señor, me olvido y me centro en los míos, y me dejo enfriar por el viento gélido, porque este anticipo de invierno se agradece cuando se disfruta en el campo.

Y paseo por una reliquia del pasado, desconocida para mí. Un pueblo viejo que quedó tal y como estaba el día después del fin de aquella guerra fratricida. Y que fue manoseado ya cadáver para la venganza. Y puedo ver en los ojos de los hijos de mi hermana la incomprensión ante aquellos absurdos.

Ojalá crezcan sin identidades, al menos tal y como las entienden los memos de los que estamos rodeados.
Ojalá crezcan sin patria ni dios (al menos su patria y su dios).

Yo me siento sin bandera y sin credo.
Solamente con gotas que me rodean, personas que me refrescan.
Sólo en eso confío.

En nada más.
Y en nada menos.



Suena la corriente: "Pressure chief" - Cake

miércoles, 9 de noviembre de 2005

El cuerpito de Ahmed

Los pulmones de Ahmed insuflan ya aire a dos niños de 4 y 5 años. Los riñones de Ahmed segregan orina en el cuerpo de un pequeño de 5 años. El hígado de Ahmed se ha podido dividir, y segrega bilis en el cuerpo de una mujer de 56 años y en el de un bebé de seis meses. Y el corazón de Ahmed late en un crío de su edad. Un corazón de doce años.

Los restos de Ahmed el Jatib están repartidos, dando vida. Y no importa si en cuerpos hebreos, palestinos, árabes. Simplemente, vida.

Supongo que los habrá que consideren a esas nuevas vidas algo monstruoso. Aquéllos que se regocijan con el enfrentamiento, que lo esperan, que lo desean. Aquéllos que sólo viven por y para la muerte (algunas sotanas y su conciencia radiofónica).

Pero tal y como están las cosas, Ahmed es algo más que un cuerpito desmembrado. Ahmed es una puerta. Algo querido. Algo deseado.

Será que soy un pusilánime.



Suena la corriente: "Cripple crow" - Devendra Banhart

martes, 8 de noviembre de 2005

De oreja a oreja

Con sólo un momento de estremecimiento ya doy por bien empleado el gasto que me pueda suponer un disco, un video, un concierto. Son tan escasas las veces que uno puede llegar a sentir ese cosquilleo en la piel y en el estómago, que bien vale que al menos dure un instante.

Y Teenage Fanclub siempre lo han conseguido. Sus melodías, guitarras, voces, frescura me resultan apabullantes. Mi lástima será no haberles disfrutado aún como se merecen, ellos solitos en el cartel. En el 92 como teloneros de Nirvana, en el Azkena Rock de hace un par de años y ahora metidos en el cartel del Wintercase, han conseguido aguijonearme donde, más que doler, da gusto.

Fiel a mi pasión y falta de objetividad, me entrego a quien es capaz de corroer mi parte de piel más insensible con una canción como Neil Jung. Y realmente cuesta resaltar de entre el ramillete que atesoran.

Como adorador de Alex Chilton (¡tantos iconos que pierdo la cuenta!, pero qué ricos saben sus viejos vinilos que aún hoy giran fantásticos en el plato), siempre me ha resultado tarea difícil buscar sucesores a Big Star. Y a veces encuentro un incordio (del que yo mismo participo) que no haya escrito en el que no aparezcan estos nombres unidos. Pero no considero a Teenage Fanclub herederos de nada. Porque están a la misma altura que los mejores Big Star. Y ambos, a derecha e izquierda de los Byrds.

Con gente así, la palabra pop, manoseada y desvirtuada hasta la náusea, cobra todo su sentido. Luce en todo su esplendor.

Igual que mi sonrisa.
De oreja a oreja.



Suena la corriente: "Bandwagonesque" - Teenage Fanclub

martes, 1 de noviembre de 2005

El tercer vértice

Y él canta:

The red river still flows through my hometown
Rollin’ and tumblin’ on its way…

…it’s a dream,
Only a dream…

Y uno, que últimamente tiene poco que contar, poco que decir, que aún se despierta legañoso pensando dónde estuvo, dónde está, y que te busca, sabe que el río rojo fluye cuando quiere, por donde quiere, siempre hacia ti.

Y la tercera esquina de nuestro triángulo particular nos regala una nueva joya. En su tradición, suave y cercana, campestre, honrando la memoria de su padre.



Pero también la de sus muchos padres:

The last time I saw Elvis
He was singin’ a gospel song…

Y yo sigo recordando las muchas caras vistas, vividas. Vidas en las que ni tú, ni yo, ni él importamos lo más mínimo. Pero ellas se han quedado en nosotros.

Es curioso lo que a cada persona nos marca. La relación invisible que nos une. Porque, ¿eres consciente de lo que seríamos sin él? Me cuesta imaginarlo.

Somos tres. Tú, yo y Neil Young.
Y de momento, el único que a veces falla soy yo. Vosotros dos siempre estáis ahí.
Tú, con tu eterna sonrisa.
Él, con su Prairie Wind.
Y yo con, con,….


El río seguirá fluyendo.

The red river still flows...


Suena la corriente: "Prairie Wind" - Neil Young

sábado, 22 de octubre de 2005

Un tequila por él

Este barco vuelve a navegar por ríos conocidos. Han pasado apenas dos horas desde que un avión depositó en las manos de Ella un cuerpo maltrecho y una mente cansada. No es lo mismo viajar sólo por placer. No es lo mismo viajar sólo por trabajo. Trato de absorber los pocos tiempos que me deja lo segundo para deleitarme con lo primero. Ansia de ver. Ansia de oler.

Pero al final, la falta de minutos de respiro se deja notar. México ha pasado como una exhalación. Pero el cuerpo ha respondido de manera cansina. La mente estaba en otra cosa. En Ella y su familia. Tiempos difíciles en los que solamente quieres estar con los que quieres.

Pero estás lejos, a miles de kilómetros. Y aún así, has encontrado huecos para mojarte en el Zócalo, para empaparte de sonidos rancheros, para mancharte las manos con tacos y quesadillas, para escuchar el caos, para sentir el pulso, para disfrutar los colores. Porque México es color.

Y el cuerpo se revelaba. Irascible. De mal humor. De malos humos. Y México se me ha escapado como una exhalación. Aunque sé que me espera. Para otra visita. Para otro abrazo.

Llegas y te abrazas a Ella. Y le susurras que todo va a salir bien. Porque es lo único que quieres. Porque tienes la certeza de que va a salir bien.

Y poco a poco te vas haciendo a la nueva realidad, que era la tuya, pero habías dejado estancada. Y sabes que hay gente que ya no está.

Odiado y amado. Kike Turmix ya no está. Se ha ido con sus guitarras a otra parte, donde a buen seguro seguirá armando bulla, seguirá siendo odiado y amado. Malasaña queda coja. Deba queda cojo. Bilbao queda cojo.

No puedo decir que le conocía. Pero siempre nos saludábamos. A él le llamaba Mutriku. A mí, Zarautz. Por razones obvias. Nosotros le decíamos simplemente Kike. Pero volver a Malasaña y no encontrarle va a ser raro. Va a ser triste.

Le mezclo con mis cosas. Con mis viajes. Con Ella. Pero así quiero que sea. Porque soy consciente que al final también formaba parte de lo mío, de mi música, de una parte de lo vivido.

Odiado y amado. Discutido. Pero recordado. Y fue casi al final, pero dio tiempo a saborear un tequila en su honor.

Por el Gordo!



Suena la corriente: "Nos van a desinfectar" (Poch) - The Pleasure Fuckers

Vivido en México.
Navegado en casa.

sábado, 15 de octubre de 2005

Me gusta que esté borracho

Contrastes. Me gustan, pero a veces resultan excesivos. Panamá parece rebosar dinero (es un hecho desde que les devolvieron el Canal), y al lado rebosa pobreza. La Habana lucha a duras penas por recuperar su parte vieja. Es normal. Aquí no necesitan luchar tanto, y sin embargo su estado es triste. Y no deja de ser una joya.

Don Manuel, el taxista, no calla al volante. Tienen la mejor agua, el mejor verde tropical, las mejores reses (aquí no hay vacas locas ni gripes aviares), los mejores carros, los mejores edificios, las mejores morenas y los peores pobres. Les dieron el casco viejo y lo destrozaron. Él los destroza a su vez, los descuartiza. Y no creo que esté mucho más arriba en el escalafón.

Veo desde una terraza el trajín del barco por las esclusas. Para un alma marinera, resulta fascinante. Impone. Emociona. No puedo apartar los ojos, y quiero estar ahí, en la proa, viendo la maniobra. Me sobra la tierra firme.

Tim nos mira con sus ojillos entrecerrados detrás de sus gafas. El rioja corre de copa en copa con profusión. Le doy coba en su inglés natal. Ustedes sí que saben divertirse. En mi triste ciudad blanca todos somos muy aburridos. Tim, no digas chorradas, si te estás divirtiendo como el que más. Ya, pero yo estoy borracho.

Primera vez en todo el viaje que en un garito hay una banda tocando algo que parece fuera de lugar. Pero lo agradezco. Doors, Stones, Dylan, Creedence,… Al fin no duramos, y yo, como borreguito, me voy a mover al ritmo latino. No me quejo. Borreguito contento.

Estoy cansado. Quería probar el casino, perder mis 50 doláres (no doy para más), soñar con épocas pasadas. El crupier me intuye dormido, pero logro escapar a tiempo. Me acerco a la recepción para chequear unas llamadas. Veo llegar a Tim, pero prefiero que no me vea. El bueno de Tim.Encontró a su morena. Me gusta que Tim esté borracho.



Suena la corriente: "Green river" - Creedence Clearwater Revival

Vivido en Panamá.
Navegado en Ciudad de México, México

miércoles, 12 de octubre de 2005

Un gustito muy fresco

Y bailé, sí que bailé.
Lo que me pusieron por delante. Con quien se puso por delante.

Y paseo por Bogotá, aprovechando el poco tiempo que tengo para ser yo y disfrutar. Trato de olvidarme de esos ojos analíticos, que comparan, escrutan, sentencian. Quiero ser yo y simplemente perderme en las calles, en la gente, en los bares. No quiero decir que me llevo la impresión de Colombia como un país alegre, dinámico, activo, en buen estado. No quiero decir que de los países sudamericanos que he visitado en los últimos meses es el que está menos triste. O al menos lo parece. No quiero escrutar.

Quiero simplemente mezclarme. Refrescar el cansancio tomando un jugo de quién sabe qué en la calle de la Fatiga, en la calle del Divorcio, en la calle de los Amigos. Ver a los niños subir en los autobuses en marcha. El mocoso que me insulta porque le hago una foto. Los ojos de la morena que me dicen que por diez dólares le puedo fotografiar todo, todo.

Dice el taxista usted tiene un buen trabajo. Me quejo, pero sí, lo tengo, me permite mirar, ver, que es lo que me alimenta. Me quejo, pero me veo en un grupo tomando una cerveza con gente de al menos diez países diferentes. Con lo que odio los países. Me quejo, pero disfruto viendo los ojos extraños cuando proclamo que no he leído el código da vinci y que no tengo la más mínima intención de hacerlo, yo, al que ven con un libro en cada avión.

Es un grupo extraño, pero cálido. La vida de los feriantes. Nos entendemos, nos apoyamos. Estamos todos lejos, a millas de las cosas que queremos. No encajamos, no encajo, pero nos dejamos llevar. Me dejo llevar.

Me dejo sacar a bailar. Cierro los ojos. Y le digo a Ella en un susurro, sé que eres tú quien me sacas, sé que estás aquí.

No hay aire acondicionado? No señor, pero le podemos traer uno personal. De acuerdo. Aquí está, señor. Pero esto no es un aire acondicionado, es un ventilador. No importa, señor, pruébelo, ya verá como da un fresquito muy gustoso.

Sí, un gustito muy fresco.



Suena la corriente: "Alivio de luto" - Joaquín Sabina

Navegado en Ciudad de Panamá, Panamá

viernes, 7 de octubre de 2005

Olores conocidos

Olvido la Lima incorpórea y la Cartagena habanera (si hasta sus murallas son su malecón), y me sumerjo en la Sudamérica que identifico, que me es afín, que me lleva a mis años pasados. El conserje del hotel pone cierto mohín cuando ve que salgo a pasear por Cali. Asumen el papel de responsables del huésped (y no sé por qué, si ya está todo pagado). Pero yo no puedo evitar la imagen que de la ciudad han creado los medios, las películas, los libros. Y supongo que los propios actores de la acción.

Y me encuentro con el caos de carros, motos, bicicletas, autobuses de todo tamaño, color y pelaje, cláxones, pitidos, gritos, risas. Gentes de un sitio a otro, supongo que con un destino (aunque no lo parezca), grupos abigarrados esperando el verde de un semáforo que no respetará ningún auto, con ese frenesí del caos que en nada se parece al estrés de nuestras calles.

Olor a fritanga, a lechona rellena de arroz y chicharrones, a jugos de todos los colores, a frutas de todos los sabores, a sexo de todos los géneros (y subgéneros). Música estridente en cualquier esquina, roce de pieles blancas, morenas y negras, cuerpos imposibles, el reino de la curva, la extinción de la anorexia.

Los bingos abiertos a pie de calle, con mesas, sillas y cartones que se antojan de uso eterno, cientos de quinielas, loterías y rifas (el sueño del pobre), copetines que prometen ambiente familiar y ofrecen oscuridad abisal, iglesias que reciben al nuevo Papa, el ratero que corre seguido del embaucado que aún así se pone su camiseta antes de la persecución (carreras con dignidad), el niño con su bote de cola (peluches de quien no tiene nada).

Vuelvo al hotel al rato de caer la noche habiendo olido lo que conozco, pero jodido por esa búsqueda de la seguridad que el europeíto cree que solamente encontrará en su jaula de oro. Jodido por no haber bebido en el copetín de ambiente familiar.

Trabajo sábado y domingo (el capital no respeta fiestas de guardar), pero mañana (ya hoy) en Bogotá creo que es hora de estirar las piernas. De salsear. De marcarme un vallenato bailando como si lo hiciera con Ella.



Suena la corriente: "Cali pachanguero" - Grupo Niche

Navegado en Cali, Colombia

jueves, 6 de octubre de 2005

Historias mínimas

Carta

Pelo más que canoso, unos setenta años, chaqueta, corbata y camisa raídas por el uso, saca unas cuartillas que parecen de un blanco deslumbrante, una (preciosa, esbelta) estilográfica Montblanc, y yo, de pié al lado de mi asiento, no puedo evitar fisgonear en su vida:
"Camino Lima, sin saber qué voy a encontrarme, sobrevuelo tu isla, nuestra isla, y más que nunca te extraño, me duele no tenerte, abrazarte, besarte… Te amo y es un amor lleno de duelo…".
El pudor me vence, a pesar de mi inútil resistencia, vuelvo a mi lugar, me siento, e imagino mil historias, continúo la carta de mil maneras y creo mil vidas no sé si reales. Y pienso en Ella.

Fe

Dejo Lima sin haberla pisado. Literalmente. Horarios desquiciados y trabajo. Hotel, taxi y aeropuerto. No ha dado para más. Tomo asiento. A mi derecha un matrimonio peruano, entrados en años, curtidos por el sol, el trabajo, apariencia más que humilde. Saco mi libro. Él, el suyo. Una Biblia de tapas duras y hojas desgastadas que abre por San Lucas. La mujer le agarra la mano y le dice, luego me cuentas.

A mi izquierda, dos mujeres maduras. Forman parte de un grupo de peruanas que viajan de vacaciones a Colombia, tan alborotadas que parecen niñas, todas ellas con una estrafalaria gorrita roja. La más cercana a mí lee un librillo igual de desgastado, la última encíclica de Juan Pablo II. Lo aprieta contra su pecho, lo estruja mientras despegamos, tiembla con los ojos cerrados y la cara pálida. Me dan ganas de agarrarle la mano y decirle no pasa nada, todo va bien.

Tumulto

Paseo por una Cartagena de casas de postal y personas de carne y huesos. Ellas de mucha, mucha carne, ellos de mucho, mucho hueso. Una grúa que trata de elevar pesadamente un coche mal aparcado, pierde fuerza y lo desploma contra la acera. Todos se convierten en expertos y discuten si ha destrozado la dirección del carro. El dueño, bajito, azorado, rojo de vergüenza ante la masa que nos congregamos, se deja manosear, guiar, dominar por una mujer de mucha, mucha carne y mucha, mucha altura. Gritan a la policía, a los gruístas, al cielo. Cada vez somos más, todo el mundo habla, todo el mundo ríe. Que mueva el coche, que no lo mueva, que está jodido, que no tiene nada. La mujer pide un fotógrafo que pueda llevar la muestra del supuesto desperfecto a comisaría.

Y alguien grita, aquí hay un turista, y tiene una cámara. Que venga inmediatamente, ahora, es vida o muerte. La mujer tiene claro que ella es la que domina. Busco al pobre incauto extranjero a punto de meterse en un embolado de cuidado, y veo que todos, todo el tumulto, me mira a mí.

Me cruzo la mirada con el dueño del coche, y antes de salir por patas, nos comprendemos.



Suena la corriente: "A ghost is born" - Wilco

Navegado en Cali, Colombia

miércoles, 28 de septiembre de 2005

All over the world

Lima. Cartagena. Cali. Bogotá. Ciudad de Panamá. México DF. Guadalajara. Monterrey. Ocho ciudades. Cuatro países. Trece aviones. Ocho hoteles. Veintiún días.
Kilómetros…, ehhhh, ahí no llego.

El charlatán de feria que capitanea este barco se lía la maleta al hombro y este sábado se lanza al ruedo. Pocas zapatillas y camisetas. Más corbatas y camisas. Paseando su yugo. Pero buscando momentos. Eso simplemente. Momentos.

Supongo (y espero) que sigamos haciendo escalas por el río, que últimamente empieza a parecer más una guía para el turista accidental que una nave con rumbo poco claro.

Llevo mi cámara, mis cigarros, mis libros, mi música y mis ojos. Y Ella siempre en la memoria.

Acomódense y cuiden la barcaza.



Suena la corriente: "Rockin' all over the world" - John Fogerty

lunes, 26 de septiembre de 2005

Algo más canalla

Escuchando a los Stones, me he vuelto a acordar de él. Hasta que se fue, no había asociado tanto a unos con otro. Pero ahora es inevitable. Vienen siempre de la mano. Disfrutamos muchas veces juntos. Cuando me abrasaba con sus adorados Weather Report le incitaba a ponerme algo más canalla. Si es que eres un viejo.

Viajando con él en el barco (me decía no quieras ser marino, es jodido, pero creo que mentía) descubrí más pasiones humanas de las vividas hasta entonces. Amistad, compañerismo, risas, egoísmos. Tragos. Humos. Amores en puertos y burdeles. Él mantenía las formas. Yo no lo necesitaba. Las camas de tránsito pretendían ser lugares felices. Desembarqué en Barcelona. Y quise a esa ciudad. Aún hoy.

Hace años, cuando me sentía solo, me iba a su casa en el pueblo. Parecía un ermitaño. Pueblo de seis vecinos. Él fue el séptimo, y revolucionó la comunidad con sus antenas de radioaficionado, sus maquetas de barcos, de trenes, sus cañas de pescar, su fotografía premiada, su jodido Internet rural que nunca funcionaba. Paseábamos al perro, seguía abrasándome con Weather Report (pon a los Stones, viejo carca, o al grupo hardcore de tu hijo), bebíamos con los amigos, le acompañaba en su papel como jurado del festival de teatro del pueblo cercano, volvíamos a beber, reíamos y comíamos, eso sí, comer, dando culto a esa puta adicción que, a pesar (o tal vez por ellas) de las muchas operaciones, lo mató.

El día que lo enterramos, salí del funeral sonámbulo, Ella (todavía estábamos descubriéndonos, escalándonos, conociéndonos) me dio un beso cálido que no olvido, le agarré la mano, y nos fuimos a San Mamés a ver a los Stones, huyendo de pésames, lloros y abrazos. Odio los conciertos en grandes estadios, pero en parte fui por él. Una semana antes, aún en la UVI, antes de bajarle a planta para simplemente dejarnos estar con él, le decía, no te quejes, vas a tener entrada de palco, si te abren las ventanas, lo disfrutas entero.

Cuando sonó Satisfaction, lloré como un niño, como un tonto, como un borracho, mientras Ella me apretaba la mano. Lloré como lo hago ahora.

Porque sabes, J.L., pedazo de cabrón, hay días que te echo tanto de menos, que duele mucho.
Me tienes muy cabreado.



Suena la corriente: "The London Years" - The Rolling Stones

viernes, 23 de septiembre de 2005

El tiempo es algo

Saco mi lustroso vinilo (coño, juraría que era rojo; memoria desestructurada, más que selectiva). "Gas, Food, Lodging". Green On Red. Cae la aguja y las guitarras vuelven a gemir. That's what dreams are for. Tantas horas acompañado de esos acordes.

Ben Lee desgrana en el escenario las cápsulas pop con las que ha trufado su último trabajo, "Awake is the new sleep". Son pequeños caramelos que se disfrutan más en la oscuridad de una habitación. Me quedo con su faceta acústica, a la que dedica unos 20 minutos. Parece un Jonathan Richman trasmutado, más joven, igual de dicharachero. Un buen aperitivo (y no lo digo en tono menor; son fundamentales para disfrutar la comida).

Chris Cacavas deja olvidado su eterno teclado. En formato trío, demuestra que quien sabe, sabe, y que las seis cuerdas no le suponen enigma alguno. Canciones ásperas, llenas de carraspeo, de tradición pasada por un tamiz ruidista, de sentimiento, de elegancia. Lo reconozco, esta clase de tipos hace que aún pueda creer en el rock. Él, que ha estado en cientos de frentes, tan determinantes para mi disfrute, se centra en su vida actual. Residiendo en Alemania, continúa su carrera en solitario, y es lo que nos regala. No somos muchos (para variar), y algunos piden caña con ese despiste de borrachín de jueves en lugar equivocado. Pero quien entra en su círculo, se queda a gusto. Quiero que todos los conciertos a los que voy sean como este. Quiero que sean eternos.

Green On Red pueden ser disfrutados en un futuro próximo. Mi espesura de ayer no hacía llevarme bien con los idiomas. Pero recuerdo, "...funny feelings, good feelings...". ¿Reunidos de nuevo? ¿Girando por aquí? ¿Time ain’t nothing en directo?

No quiero perder la fe.


Suena la corriente: "Self taut" - Chris Cacavas

jueves, 22 de septiembre de 2005

Muchos, muchos

Lo sabía. Todas mis acciones tenían un mismo objetivo, un mismo fin: autoprotegerme. Ahora sé que nada debo temer.

Leo la noticia: "Fumar pocos cigarrillos al día triplica el riesgo de infarto".

Y mira por donde, me niego a realizar una lectura transversal, completa, oblicua o aérea de dicho artículo. El titular es suficiente. Pocos es malo.

Ahora sé que estoy sano. El tamaño no es seguro, pero el número sí que influye.
Pues eso, llevo ya unos cuantos, muchos, y esta noche veré al señor Cacavas. Y sé lo que significa.



Suena la corriente: "Visitation rights" - Steve Wynn & Chris Cacavas

domingo, 18 de septiembre de 2005

Yo también me aburro

Sí. El avión voló y aterrizó sin ningún problema. No inflamos las estadísticas tan apabullantes de los últimos meses. El páramo seco en el que poco a poco se va convirtiendo este río nada tiene que ver con desarreglos horarios o rutinas desquiciadas.

Dedico mi tiempo (el poco que me queda para mí) a leer letras y escuchar notas. Y a esperar que vuelva Ella. Y cuanto más leo, menos escribo. Y cuanto más escucho, más me ensimismo. Me entra miedo al papel en mis manos, al láser de mis lectores (lectores de cd, no vayamos a caer en la presunción).

En unas semanas empiezo un nuevo viaje, para mí monumental. Lo preparo. Lo espero. Lo deseo. Lo temo. Pero los próximos días me prometen escenarios. Chris Cacavas. Ben Lee. Elliott Murphy. Hellacopters. Y algo más.

Y a mí también me apetece pedir permiso a la seño para ir a hacer pipí. Yo también me aburro.



Suena la corriente: "New quadraphonic highway" - Russ Tolman

domingo, 11 de septiembre de 2005

Contrastes que reconfortan

Europa está vieja, no tiene futuro, la juventud sólo vive abotargada con sus cascos puestos escuchando su infame música. El futuro somos nosotros. En Europa ya no existen intelectuales, se perdió la espiritualidad. Nuestros jóvenes al menos son el mañana. Mirá, si mis nietos todos ellos han leído todas las obras de Paulo Coelho.

Sí, ejem, si el futuro de la intelectualidad son ellos, sus nietos, apaga y vámonos. Y llevo dos días viéndoles desfilar delante de mis ojos, y no, no hay diferencia. Salvo que todos llevan gafas de sol en recinto cerrado.

Todos somos más iguales que lo que creemos, que lo que deseamos. Y no digo que eso sea bueno. Nos estamos diluyendo. Igual aún estamos a tiempo de hacer algo inteligente, y nos apagamos poco a poco.

Me voy por la noche a Recoleta. Un bife de chorizo jugoso, ensalada de frutos ecológicos y una buena cerveza. Me reconforta con el presente. No le pido nada más a la vida (sí, que Ella estuviera aquí conmigo, queriéndola, acariciándola).

Y a las doce de la noche entro en esas librerías que no cierran (o yo no llego a la hora del cierre), donde dos viejitos saben de todo, y compro unos libros que encontraría en mi casa, pero que me ilusionan más comprados aquí. Y me reconforta.

Y me pierdo por la disquería donde solamente hay tango, del viejo y del nuevo. Y la tarjeta empieza a trabajar. Ya está acostumbrada. Teme acercarse a un estante de discos. Sabe lo que pasará. Y me reconforta.

Apuro los últimos sorbos. Mañana un avión me llevará de vuelta (si él quiere, porque últimamente…) a ese extraño lugar donde somos viejos y no hay intelectuales.

Pero esta noche apuraré un sorbo más.
Y me reconforta.



Suena la corriente: "Tocá tangó" - Cáceres

Navegado en Buenos Aires, Argentina

viernes, 9 de septiembre de 2005

Cuesta volver

Los ecos de aquellas guitarras van difuminándose (aunque no se olvidan. Bendita memoria). Y los sentidos empiezan a abotargarse con otros sonidos, distintos, frenéticos, a veces agobiantes, las más gratificantes.

Paseo por Buenos Aires, la que se pretende europea, y que deseo no lo sea (más de lo que ya parece). Hay aún tristeza en los rostros. Pero crece la sensación de que empiezan a levantar cabeza (ellos, tan dignos, que nunca la bajaron).

La conversación con la gente de la calle te abofetea con la realidad. El taxista que se casó con una española a los 23 días de conocerla en el carro, y que ahora con una hija enferma y sin ningún subsidio, no ve salida al callejón. El dueño del copetín en La Boca, que me asegura que la próxima visita que haga por allí, ya no tendré mesa, ya no tendré Quilmes, ya no tendré conversación. El niño de ojos tristes que vende latitas a los ejecutivos que comen a cuerpo de rey en Puerto Madero. La Casa Rosada, vallada permanentemente para evitar la racional ira del pueblo.

Ciudad de contrastes, como toda Latinoamérica. Como toda América (Nueva Orleáns en la retina). Como todo el mundo.

Pero disfruto. Al menos el poco tiempo que tengo hoy. Mañana viene la faena, la friega. Viajo para trabajar. Pero manteniendo los ojos abiertos. Respirando los olores. Sintiendo los sudores. Paseando con ansia en Plaza Francia.

La vida sigue. Como si nada ha pasado. Como si todo siguiera bien.

Aunque el pintor callejero es sabio.
Y lo dice (aunque las manos del mal fotógrafo casi lo oculten):
Cuesta volver a las mentiras.



Suena la corriente: "No tan Buenos Aires" - Andrés Calamaro

Navegado en Buenos Aires, Argentina.

lunes, 5 de septiembre de 2005

Después del viernes, un sábado

En fin, sí, es cierto que este viernes estuve en el Azkena Rock. Un año más, fiel a una cita con las guitarras que empieza a ser adictiva (a pesar de los altibajos, las necesito). Es cierto que Masters of Reality me gustaron por su elegancia en un género stoner que no siempre lo es. Cierto que Drive-By Truckers me emocionaron, aún cuando hubiera pagado más por verles en una sala pequeña. Cierto que Wilco me confirmaron una vez más lo que siento por ellos (sin llegar a meterme del todo, no puedo olvidar su "Vía Chicago"). Cierto que es difícil que a Gov’t Mule les entren muchas canciones en apenas una hora. Cierto que Social Distortion me aburren (el piñón fijo ya no es lo mío).
Y es cierto que, a mis 40 años, quién me lo iba a decir, he visto en directo a Deep Purple. O a lo que queda de ellos, que no es poco. Y la sensación que tenía era como la que puedo imaginar hubiera tenido de ver a un Torrebruno recordándome mi infancia. Cierto que son parte de mi adolescencia, que el Made in Japan ahí está, llenito de polvo en su vitrina. Que ya Gillan no llega, Paice no hace solos de quince minutos, que me suenan más a folklóricas del rock. Pero mira por donde, incluso me hizo ilusión. Será por poder decir que he muerto habiéndoles visto (cosa que no haré con Torrebruno).

Pero este año, el sábado me escapé. Dejé los tórridos escenarios vitorianos, por otros igual de calientes, pero más pequeños, más entrañables. Y nada de con menos guitarras. El poder de las mismas no está en la masa, sino en el sentir. Y de eso sí que tuve.

Lo mío con Reno es ya conocido por quien haya navegado por el río. Y no me quedo en ese "a ver si tienen suerte" tan recurrente. Reno no necesitan suerte. Necesitan justicia. Porque tienen la actitud y la emoción necesarias. Porque esta emoción la trasladan a los que estamos abajo, aunque ellos puedan tener una imagen autocrítica. Porque aman la música, chupan la savia de las mejores raíces (el sábado concretadas en Uncle Tupelo, Cash, Iggy Pop) y nos la regalan con rabia. Y sobre todo, porque me hacen sentir vivo. Y no saben lo que se lo agradezco.

Y caldearon la sangre para recibir bien preparados a Steve Wynn and The Miracle 3. Un tipo de esos que los especialistas consideran excelente secundario, pero al que yo (supongo que "especialista" en nada) considero un pilar fundamental, una de las bases más indiscutibles del rock entendido en el 2005. Le he visto varias veces, con los viejos Dream Syndicate y con su potente trío actual. Y siempre lo ha dado todo. Porque eso es el rock, la actitud que antes comentaba. Pero lo del sábado fue algo inenarrable. Y es un hecho. Para qué contarlo. Hay cosas que simplemente hay que vivir. Y los que lo hicimos no lo olvidamos. Y charlando con ellos, eres consciente de que estás donde quieres estar.

-¡Abuelo, qué tal Deep Purple? Tocaron el Smoke on the water? Qué pasada, cuenta, cuenta…
-Deep Purple? Ah, sí, es verdad, les vi el viernes. Pero no se, apenas me acuerdo. Porque después del viernes vino un sábado. Y ese no lo olvido.

Ay, Jesús, si es que me apasiono.



Suena la corriente: "...tick...tick...tick" - Steve Wynn & The Miracle 3

miércoles, 24 de agosto de 2005

Daydream Nation

Hay discos que por las razones que sean, tanto relacionadas con la propia obra en sí, como por las circunstancias particulares de quien la escucha, se convierten en referencia ineludible.

Tengo muchos dentro de esa consideración. Bueno, tal vez no tantos, pero para mí son tan grandes, que su propio peso les hace imprescindibles.

A finales de los ochenta compré uno de ellos. Un doble LP, sí, sí, de los de antes, hecho con ese glorioso material que ya parece pertenecer a una época pre-contemporánea. Hace no mucho tiempo, el hijo pequeño de unos amigos salió escopetado para contarle a su padre que en el salón de la casa donde estaban de visita había descubierto unos discos muy raros, gigantes y negros.

En efecto, aquellas cuatro lustrosas caras de vinilo contenían surcos por los que sangraba un sonido apabullante, rock y ruido hermanado directamente con las escenas más excitantes de la época en Nueva York, de la no-wave a los estertores del punk, y que fue precursor de muchas cosas que sucedieron en la década siguiente.

Los señoritos Ranaldo, Moore y Gordon (ay, ella) se habían colado con su Daydream Nation en el mejor stand de mi habitación. Donde están mis elegidos. Los míos. Siguiendo una falta de lógica y un criterio tan subjetivo como yo mismo.

No dudo que un músico imagina las distintas coyunturas en que un oyente saborea su obra. Follando, riendo, bebiendo, llorando, corriendo, vagueando, bailando, saltando, gritando, conduciendo, trabajando,…

Pero dudo que Sonic Youth imaginaran a un pringao de cuarenta años paladeando su vigilia mientras plancha las camisas y pantalones que componen el gris vestuario que le da de comer.
Eso sí, para cuando me puse a limpiar el baño, Daydream Nation había terminado.



Suena la corriente: "Daydream nation" - Sonic Youth

viernes, 19 de agosto de 2005

Lección de anatomía

Hace un par de días murió Freddy Alborta. Y he de reconocer que no tenía la más mínima idea de quién era este personaje. Aunque ha resultado que sí conocía parte de su obra.

Fotógrafo boliviano, saltó a la fama por las instantáneas que hizo del Ché Guevara poco después de ser ejecutado por el ejército en La Higuera, Bolivia.

Más allá de la famosa y manida fotografía de Alberto Korda, todo un icono convertido en pura mercadotecnia (que aún así, no deja de ser enigmáticamente magnética), siempre me sentí subyugado por ese Ché muerto, con los ojos sin vida pero aún abiertos, como controlando lo que ocurría a su alrededor, siendo exhibido como trofeo. Y es imposible dejar de comparar dicho momento con cualquier cuadro de un cristo yaciente o la lección de anatomía de Rembrandt.

No me interesa analizar la figura del Ché. Como todas las vidas (aún más ésta), no deja de ser una simple sucesión de claroscuros. Y como todas las vidas, sólo puede ser juzgada como propia de su tiempo. Sí me queda claro que para muchos, su muerte fue una liberación. Para la CIA, para Fidel, incluso para el propio Ché.

Pero sin poder sacudirme ese halo de rebeldía romántica que siento, me quedo atrapado por sus fotos, las llena de vida y las llenas de muerte.



Suena la corriente: "Hasta siempre" - Omara Portuondo y Martín Rojas

martes, 16 de agosto de 2005

Aromas de olivo

Es árbol de tierra dura, de tierra seca. Es árbol de tronco dramático, que canta al desgarro. Es savia retorcida.

Yo, débil ser, tengo alergia al olivo. Al polen del olivo. A veces me gusta pensar que las alergias reflejan ese querer distanciarnos de un mundo que no entendemos. Vale tío, poético contracultural que se pone uno. No son más que un síntoma de la mierdilla física hacia la que avanzamos.

Pero me gustan los olivos. Su forma, su grito, su fruto. Y ahí que me fui con Ella, rodeados de cientos de ellos, perdidos en una finca que los tiene por nombre. Lejos de las grandes playas, de las aglomeraciones. Disfrutando de nosotros.

Y, mitómano declarado que es uno, persiguiendo los olores que por esos caminos dejaron gente como Graves, como Kevin Ayers. Ah, el viejo Ayers. ¿Continua vivo el jodido? Parece que sí, aunque como siempre, moviéndose como una anguila en el mundo underground. Un rey de la bohemia, han dicho los que dicen que saben. Yo le veía más como un príncipe de la pereza, del dejar pasar la vida.

Cuando me iba de aventura a los abismos (aventuras templadas y burguesas, para qué negarlo), adoraba las tajadas en escena del borracho Kevin. Algunas fueron antológicas. Recuerdo a Ramón Rescuer aconsejando que eso únicamente gente como el inglés podían permitírselo. Y los demás no éramos más que aspirantes a medianías.

Pero no encontré esos aromas. Todo está más manido, tal vez demasiado bonito. No importa. Yo los he disfrutado con Ella, y volveremos. Lejos de la arena. Por el simple placer de disfrutar de una cala, simplemente con piedras y cuerpos desnudos.



Suena la corriente: "L'avventura" - Britta Phillips & Dean Wareham

jueves, 11 de agosto de 2005

Piedras para el lecho

Iba paseando, iba silbando, y me encuentro con el Río, casi seco. No, no lo había olvidado, pero las vacaciones son de casi todo. Miro el barco, sopeso si merece la pena remozarlo. Supongo que sí, en caso contrario, me arrepentiré, y no me gusta la marcha atrás.
Miro el interior, y me doy cuenta. Hoy hace dos años que este Río Rojo mana aguas. No siempre cristalinas, no siempre mansas. Pero aguas. Y dicen que en la red dos años es mucho tiempo. Una cosa más que me recuerda la edad.

¿Todo el mundo se ha vuelto viejo?
Did everybody just get old?
Me lo recuerda un viejo amigo recién reencontrado. Graham Parker sigue vivo. No, no le había olvidado. Pero hay presentes que dan miedo, ante los que uno prefiere no encontrarse, y mirar al pasado, tan grato, tan cálido, tan jugoso. Y mira por dónde, su nuevo trabajo, "Songs of no consequence" es digno, más que digno. Un buen disco de rock, tocado por esa fibra que siempre tuvo el gafas. Y rezuma humor. La edad no perdona, pero, ¿todos se han vuelto viejos?

No lo creo. Metido en esta irrealidad que supone trabajar cuando casi nadie lo hace. Pero me quedan los recuerdos de estas semanas. Me queda la música. Y quedan los olivos. Y queda el salitre. Y queda el mar. Y queda Ella.

Dos años. Sigo acumulando piedritas para el lecho.



Suena la corriente: "Songs of no Consequence" - Graham Parker

miércoles, 13 de julio de 2005

Días de asueto

Transparentes, para ser vistos por el viento en su pausada carrera. ¿Pero acaso eres capaz de sentir que el viento existe? Tiene que existir, en algún sitio estará escondido, esperando nuestro despiste, para azotar el rostro. Una y otra vez. De momento derrítete y desnúdate.

Que aquí ya está todo dicho. La jaula toma la ciudad. No, no quiero fotos. Porque quiero olvidarlo. No quiero los muros. Quiero marchar ya.

Y el Vaticano pide delito penado para el cliente del sexo de pago. Sexo sin amor, dicen unos. Amor de pago, dicen otros. Porque también se puede amar en camas de tránsito. Y ellos saben que no hay burdel de postín sin cura arrabalero entre sus clientes. Habla la voz de la experiencia (la de ellos, que es mucha).

Y todos se sorprenden. ¡Vaya con el vecino! Era un ser encantador. Simpático, bueno, trabajador, religioso. En esta sociedad de múltiples caretas, cada vez es más fácil el teatro. Algo se rompió hace tiempo. Todos perdemos.

Dices, pues vaya con las noticias, da gusto. Yo pongo música (hoy estoy raro) y me dedico a olvidar. Invadidos por la modorra y la nostalgia. Hasta el escribir es inconexo. Nada que decir. Nada que contar. En la escalera huele a coliflor recién hecha. Con gusto la rehogaba con unos ajos.

Ya nos vamos. Veremos si el barco queda varado o lo visitamos de vez en cuando. Entre trago y trago.

Que el viento sople.
Y que nos den.



Suena la corriente: "Dead man" - Neil Young

lunes, 11 de julio de 2005

El ventilador

Ya con las vacaciones a cinco días vista (menos, cada minuto que pasa), uno empieza a sentir un relajo por el que se deja llevar. Y en todo se nota. Incluso en estos papeles, que empiezan a extenderse por la mesa cargados de pereza, mientras el barco cada vez se detiene mayor tiempo en puerto, holgazaneando de taberna en taberna, compartiendo trago con músico de garito cutre, con mosca de bar, con borracho de barra.

La semana terminó con nuevas noticias sobre la irracionalidad de la existencia del ser humano. Irracionalidad aumentada por el desgarro de vestiduras ante lo que pasa en nuestras puertas, y la indiferencia ante lo que pasa en puertas lejanas. Uno se acostumbra de tal manera a nuestros abismos, que hablar de civilizaciones, ya sea para que choquen o se encuentren, me produce risa.

Así que ahí sigo, con cara de tonto. Viendo como cerca descargan Sonic Youth, pero prefiriendo estar junto a pieles más cercanas. Viendo como algo más lejos descarga Brian Wilson, pero prefiriendo estar junto a pieles más vivas.

Y soñando ya con decir, hasta aquí hemos llegado. No doy para más.

Joder, y nos vas a dejar sin la pregunta de marras?
No, qué va. Ahí va:
Oye, ¿y Acebito qué dice, te ha vuelto a llamar miserable?
Yo ya no escucho a los que demuestran ser lo que dicen.

El ventilador, ya se sabe. Distribuye aire, y congrega mierda.



Suena la corriente: "Daydream nation" - Sonic Youth

martes, 5 de julio de 2005

No pierdas el ritmo

Mira niño, que la música también habla. Y generalmente dice más que cientos de discursos. Que allá dónde vayas, mantengas los poros abiertos, te empapes y estés dispuesto a mover los pies. Baila con todas tus ganas. No olvides que el garito más oscuro de Santiago de Cuba siempre tendrá más luz que cualquier sol.

Niño, mantén los oídos atentos, y déjate llevar por el sonido de una trompeta. Allá donde veas sudor, piensa que son las lágrimas del alma, que goza al son del ritmo. Y no olvides que en cualquier burdel de Nueva Orleáns hay más vida que en miles de risas vacías.

Tú ya sientes que cuatro locos aporreando sus instrumentos son capaces de hacerte volar. Más que la mayoría de los libros. Más que la mayoría de los cuentos. No te creas que todo lo que te venden es cultura. Tus mayores saben mucho de mercado, su dios.

Sigue con tu mirada los ojos de un negro. Dos metros de humanidad, con las venas del cuello a punto de reventar y un saxo en las manos. Esos ojos te marcarán el camino más que cientos de catecismos.

Déjate llevar, niño, que todo se andará. No sueltes tus baquetas. Sopla esa armónica.
Y silba.
Y baila.
Y suda.
Son los otros los que están muertos.

(Para A. No pierdas el ritmo)



Suena la corriente: "El trombón majadero" - Generoso Jiménez

domingo, 3 de julio de 2005

Hablando sin palabras

Hay días en que sin proponérnoslo, nos hablamos sin palabras.

No nos importa que los artistas con más doble cara del planeta se den autobombo pensando en África. Tal vez sean sinceros. Pero no consigo creerles.

La música la ponemos nosotros. La nuestra, la de los que cantan y crean para nosotros. Porque tú sabes que eso es así.

Y unos cafés, unas manos, unas camisetas, unas miradas, nos bastan. No necesitamos más.

Ni menos.
Claro.



Suena la corriente: "Static transmission" - Steve Wynn

martes, 28 de junio de 2005

Aún queda color

Allí estaba yo, en una salita de paredes enteladas. Hortera, muy hortera, como casi todas las salas de estar, las habitaciones, los comedores, las cocinas, los minúsculos jardines de cada una de las sencillas casas de aquella barriada de clase media del gran Londres.

Y me preguntaba qué coño hacía allí, acompañado de dos señoras maduras (no, aún no eran clásicas viejecitas inglesas), dispuesto a tomar el té (pues claro que con pastas, faltaría más). Estaba siendo un julio excesivamente tórrido y húmedo incluso para lo que era habitual. La buena señora de la casa se apiadó de mí, y pude dedicarme a una cerveza mientras las dos cotorreaban de sus cosas. Y sólo una de sus cosas, el hijo de una de ellas, me interesaba.

En una conversación con la familia con la que pasaba aquel verano (oficialmente de mejora del idioma, personalmente de descubrimiento de los entresijos de una ciudad que años antes había sido algo así como un sueño), comentando sobre los discos que me había comprado aquella tarde en un mercadillo, enseñé un par de flamantes vinilos de Squeeze. Los gritos, las risas, los nervios me sorprendieron.

Y una semana después, allí estaba yo con las dos buenas señoras. Mi madre de alquiler y su vecina-amiga-íntima-de-toda-la-vida. Y yo lo único que quería era que se pasara por la casa el hijo de esa vecina. No lo hizo. Pero vi sus fotos, de niño, de adolescente, de jovencito formal.

Pero el tiempo, el calor, la vida, borra los recuerdos. Al menos los difumina. Los nubla. Y por más que intento, no tengo ni idea si los álbumes de fotos, la casa, la madre que ví eran de Chris Difford o de Glenn Tilbrook.

Y la verdad, no importa lo más mínimo. Hace unos días me desempolvaron a Squeeze. Y recordé los momentos que me hicieron pasar. Y recordé que "East Side Story" fue algo más que una segunda piel.

El tiempo pasa. El calor pesa. También para Ella. Lejos aún de mis cuarenta. Pero ayer es un pasito más para esa misma piel que queremos ser. Y tendremos nuestra historia. Y te contaré lo de las viejillas. Te contaré tantas cosas sinsentido, banales. Por el placer de estar contigo.

Aún nos quedan colores. Tras la puerta.



Suena la corriente: "East Side Story" - Squeeze

sábado, 25 de junio de 2005

Ferpectamente

Decía ayer que no necesitaba una guitarra sola en el escenario. No es cierto. Siempre las necesito. Siempre me hacen sentir.

En el 98, más o menos, recién llegado yo de tierras lejanas. Trataba de tomar de nuevo el pulso a la noche. De Madrid. Elliott Murphy, en aquella sala, compendio de razas, Suristan, me demostró que con una guitarra, él solo, era capaz de llenar un escenario. Llenarlo de rock incendiario. Para crear llamas, no se necesita mucha gente.

Siete años después, hay gente que me lo sigue demostrando. Un escenario. Apenas veinte personas debajo (empieza a ser norma, demasiadas orejas). Dos guitarras arriba. Josele Santiago y Pablo Novoa. Sí, ellos solos, pero con algunas de las mejores creaciones de rock en castellano. De rock sin idiomas. Simplemente de rock.

La versión más elegante, más sentida que he oído nunca de uno de mis iconos, Route 66. Después de desgranar miserias y tristezas, retazos de un corazón jodido.

Morcilla. Callos. Tequila. Siempre asocié a Los Enemigos a palabras tan, aparentemente, groseras. Entre Vías Lácteas y Agapos, territorios dominados hace años, en cada parada callejera, ahí estaban. Sonidos que alimentan.

Muchos años después, Josele me demuestra que se puede llenar un escenario solo con guitarras. Que se debe. Él paga sus deudas.



Suena la corriente: "Las golondrinas etc." - Josele Santiago

jueves, 23 de junio de 2005

Fuera de lugar

Pues no sé, habrá que achacarlo a este calor, que sintiéndose uno más a gusto en climas fríos, puede llegar a machacarme.

O a que hoy he madrugado algo más de lo normal, total, para encarar otro día jodido (jodido día). Van demasiados seguidos.

O a que aunque me hablen de esa luna de verano (esa luna que es Ella), por mucho que retuerza el pescuezo, no veo más que terrazas, antenas, carnicerías, todo-a-cien (mi territorio visual necesita autodeterminación ya).

O a que en hora y media podría disfrutar una vez más de la ironía y la mala baba que siempre me ha regalado Sergio Makaroff, y sé que no lo voy a hacer. Hoy no necesito una amable guitarra sola en un escenario y dosis de afabilidad. Aunque sean del explorador celeste. Hoy me iría más un buen puñetazo. En el estómago. O en la cara. O donde coño quieras.

O a que aunque el tío Aquilino haya participado en exorcismos y el tío Benigno ponga cara de enfadado y vuelva a amenazarnos, ya no me tocan los cojones. Aquí todos quieren sus trocitos del pastel de la basura-popularidad. Y ahora ambos son las dos cosas.

Pues no sé qué será, pero hoy estoy fuera. De lugar. De mí. Del mundo. De estos papeles.

Hoy (casi) todo me importa un carajo.
Bueno, venga, vale, dos carajos, porque ya imagino qué más de uno habrá pensado ¿y a mí qué carajo me importa? Jodidos bloggers, que todo tienen que contarlo.



Suena la corriente: - "Three" - Archer Prewitt

martes, 21 de junio de 2005

Es fácil provocar

Es fácil provocar, decía el bicho hace unas cuantas líneas (siempre evocadoras, siempre de agradecer). Mientras las leía, acompañado de un café casero, un eterno cigarro y un runrún musical que ahora no identifico (no, que ahora no recuerdo; tal vez suenen demasiadas cosas, tal vez olvido demasiadas cosas), pensaba que igual de fácil es caer en la provocación.

Me repetían, esto no va contra los homosexuales, es otra cosa. Y lo decía el capitán de la verdad. Yo pensaba, mentira. Me repetían, esto es simplemente defensa, ante un ataque. Y lo decían esos ojillos entrecerrados de mi querido Rouco. Pudo ser el sol. Pero yo siempre he visto en ellos odio. Ese hombre odia. Y yo pensaba, mentira.

Unos días después, caen las caretas. Hablan voces, elegidas por ellos, y dicen lo que piensan ellos. Espero (deseo) que muchos de los que fueron se asusten ahora. Como se asustan incluso ellos mismos, al oír lo que piensan. La Iglesia no. La Iglesia no se asusta. La Iglesia es una piedra. Ellos siempre con los débiles y los inocentes. La Iglesia. A esos ya les conocemos. Sabemos cómo las gastan.

"Patología; padre hostil, violento, alcohólico, distante; madre sobreprotectora, fría, necesitada de afecto, emocionalmente vacía; incapacidad de defenderse; fobia social; abusos sexuales; depresión grave, trastorno obsesivo compulsivo, suicidio, crisis de ansiedad, consumo de drogas, trastorno de conducta, esquizofrenia, narcisismo patológico; enfermedades, promiscuidad, inestabilidad, no ser masculinos". Entrecomillado. Porque así da más miedo. Por ser su verdad. Por ser lo que piensan. "Un discurso magnífico".
Aquéllo no iba contra los homosexuales.
Es fácil provocar.
Y más fácil caer.

Creo que debo aislarme. No TV. No radio. No prensa (esto cuesta, son muchos años, soy perro viejo, lector viejo).

Pero es que eso es lo que soy. Y supongo que lobbysta. Del lobby gay. Y del laico. Y del masón.

O me aíslo, o caigo. Y si caigo, luego empiezo a decir cosas.

Oye, y Acebito que dice ahora de todo esto?
Nada, que ha sido ETA.
Ah.



Suena la corriente: "The sunlandic twins" - of Montreal

sábado, 18 de junio de 2005

Hermano blues

Un francotirador. De esos que aún quedan en las esquinas. En los pisos altos de edificios abandonados. Y que mantienen sus armas siempre cargadas. Con la única munición que conocen.

Malcolm Scarpa saca el mástil de su guitarra por la ventana. Apunta. Y dispara. No sabe hacer otra cosa. Ni falta que le hace.

En un pequeño local, sin siquiera escenario, en una esquina, dispara, dispara y dispara. Él sólo. Y su arma. Disparando sucias balas. Con sus defectos de calibre. Y su fiabilidad para alcanzar la diana. Balas de Hank Williams a Memphis Slim. Balas de Elvis a los Beatles. Balas hasta de boleros. De desamor. Como el buen bolero.

Gusta, relaja, escuece. Que todavía quede gente así. Gente sin camiseta, con una guitarra, capaz de enfrentarse al mundo.

No sé, igual no todo está perdido.
Me gusta ser diana.
Me gustan los francotiradores.



Suena la corriente: "Las cosas cambian" - Malcolm Scarpa

miércoles, 15 de junio de 2005

Aterrados

Aterrados, oiga. Así nos sentimos. Al menos en mi familia. El estupor, lo incomprensible, el miedo (qué digo el miedo, el pánico) se va poco a poco apoderando de nosotros.

Mi madre ha entrado en esa dinámica loca de acopiar víveres. Ha desmontado la habitación de invitados, que ahora hace las veces de gigantesca despensa. No suelta el teléfono, tratando de convencerme de que debo dejar inmediatamente mi casa (hijo, ahora no está muy bien visto un soltero) tal como esté, con la sartén al fuego y la ropa tendida, si es menester. Con la música sonando. Aunque aún no haya terminado de tragar las pildoritas pop, todo amor y desamor, todo candor, suave y recogido, del niñito (bueno, ex niñito) Ben Lee.
Vuelve locos a mis hermanos, repartidos por el mundo, para que iniciemos el reagrupamiento de manera inminente.

Vamos a ser atacados. Sí, nosotros. Nuestra familia. Vamos, todas las familias. Las católicas tradicionales (y las no tradicionales, claro), las civiles (aunque esas no sé si cuentan), las monoparentales, las estructuradas (y las no), las bien avenidas y las que encierran tremebundos secretos. Todas toditas.

Y lo sabemos de buena tinta. Buenos son ellos, como para no avisarnos. Ellos, que nunca se echan a la calle, ni por guerras, ni por sus pequeñas pederastias internas (bah, un juego, comparado con este ataque), ni por penas de muerte. Ahora no tienen dudas. Y cómo van a equivocarse. Mi querido Rouco lo sabe (de verdad, ¿seguro que dicen que ya no manda él?).

Y los otros, los radicales. También se echan a la calle (bueno, tienen larga tradición). Y también nos lo avisan. Y seguro que tienen razón. Que ellos no mienten nunca. Que Acebito tiene una cara de bueno, de no haber roto un plato, de ser puro, que echa para atrás. Cómo no van a tener razón.

Pues eso. Atacados. Sí, sí, atacaditas todas las familias. Desde el abuelo hasta el último nieto. Las amantes (o los amantes) no sé si también. Pero vamos, que todo el edifico, seguro. Creo que la CNN ya empieza a mandar reporteros. Y cuando esos hacen eso, ya se sabe. Seguro que hay bombardeos, bajas civiles, daños colaterales, secuestros, venganzas, purgas, coches bomba. Y encima, todo, todo, dirigido por mariconazos.

Menos mal que les tenemos a ellos para defendernos. Es que además el de arriba no hace nada para ayudarnos. No manda rayos. No asuena truenos. No enciende centellas.

No sé. Igual es que le tenemos realmente cabreado.
Pero eso sí. Nosotros, aterrados.



Suena la corriente: "Awake is the new sleep" - Ben Lee

lunes, 13 de junio de 2005

Cadenas

Cadenas. "Memes", dicen los gurús. Desde hace tiempo vivo de espaldas a ello. Borré los enlaces a esos portales corporativos. Me apunto a concursos en los que luego no participo. Ya sólo me interesa la gente que me interesa. No siempre fue así. Pero me hago mayor.

Y bichito me envía la invitación a poner eslabón. Y soy muy mío con los bichos a los que aprecio (y admiro, quitémonos caretas).

Tamaño total de los archivos de música en tu ordenador

Es para pensar que esta pregunta la haya concebido el enemigo. Y si así ha sido, contesto gustoso entonces.
Marca 25,8 gigas.
¿Y qué medida he de aplicar para condensar los vinilos y cd’s? Me niego a contar los surcos. Y siempre he huido de la unidad.

Último disco que compraste

Dos recopilatorios ante los que caigo rendido, no se si por afán coleccionista, o por la emoción de comprar algo nuevo de ellos.

Yo la tengo – "Prisoners of love"
Townes Van Zandt – "Drama falls like teardrops"

Canción que estás escuchando en este momento

Hoy no tengo cuerpo (ni mente) para estar selectivo. La función aleatoria se encarga de ello.

The Silos – "Going round"
Extraña versión en directo que no sé de dónde saqué en su día. Me alegro que sea ésta. Salas-Humara no me suele fallar.

Cinco canciones que escuchas mucho y que, por tanto, tienen gran significado para ti

Nunca he podido con las listas de tus cinco… A pesar de ello, logré disfrutar con la Alta fidelidad de Nick Hornby.
Así que si él pudo, allá voy (siempre mudable, como todo lo escrito. Mañana será distinto).

Neil YoungOver and over – por Ella
Bruce SpringsteenThunder Road (la versión al piano de la caja en directo) – por mí
The FleshtonesLegend of a wheelman – porque fue mi sintonía perfecta
Joy DivisionLove will tear us apart – porque lloro
ParaísoPara ti – por lo que supuso, pues eso, para mí

Permítaseme no pasar testigo. Salvo, tal vez, CV, si encuentra tiempo y le apetece. O quien se dé por aludido.
Y Ella, que me lo susurrará al oído.



Suena la corriente: (que ya ha cambiado) - "Ballad of a thin man" - Bob Dylan

sábado, 11 de junio de 2005

"Waitin' around to die"

Estaba en la cubeta de discos de jazz en una de esas hamburgueserías de discos. Supongo que el encargado de turno, haciendo gala de esa gran sapiencia que les suele caracterizar, no lo dudó un momento. A pesar de la portada. Eso sólo podía ser country.

Pero no era solo eso. Era country, y folk, y blues, y también rock. Y era alegría y tristeza. Euforia y miseria. Letras capaces de herirte en lo más profundo, y a los pocos acordes, mecerte, susurrarte, consolarte, reconfortarte. Era de ese tipo de gente que aborreces que ya no sigan pariendo frutos.

"Hey, drama falls on us like teardrops. Boy, if I had any more drama in my life I’d drown!"

Y Townes Van Zandt se ahogó. En alcohol, durante muchos años. Viviendo al filo de la navaja, del abismo. Mientras recorría carreteras, valles, montañas, praderas. Desde pequeño lo hizo con sus padres. Luego por su cuenta. Llegando hasta la médula de su vasto territorio. Obligando a la gente a agarrar con fuerza su vaso. Para creer que lo que veían, lo que escuchaban, era real.

Hace tiempo que no volvía a él. Pero sabiendo que siempre está ahí. No tendré nada nuevo. Pero lo ya parido vale una vida. La suya y la mía.
Y en la cubeta de jazz estaba "Drama falls like teardrops". Belleza para un título que esconde 36 gemas. Una excelente selección. Y tres horas por delante en el coche, soñándome por carreteras que él rodó algún día.

La vida es miserable. Muchas veces. Pero tiene belleza.
Y aquí sigo tres días después. Con lo mismo.
Soñando.



Suena la corriente: "Drama falls like teardrops" - Townes Van Zandt

jueves, 9 de junio de 2005

Sonidos para una noche de centro

Le dije a Ella un día que lo que le gustaba eran las guitarras arrastradas, las lloronas, las que parece que sufren mientras suenan. Sé que tengo que compartirla con gente como Neil Young (eterna presencia), como Steve Wynn. Soy yo el agradecido. También le comparto con ellos.

Hoy Jason Molina me ha enseñado que no es simplemente un émulo. No es un simple negativo movido de Young. Magnolia Electric Co. son una buena banda de country-rock. Sí, eso que ahora se ha dado en llamar alt-country. Hay que comer. Hay que crear etiquetas.

Sus guitarras no parecían sufrir tanto. Una slide suele dulcificar el dolor, venga de donde venga este. No veo grandes diferencias con su anterior banda, Songs: Ohia. Antes eran él y un buen grupo de músicos trashumantes. Ahora son él y un buen grupo de músicos estables.

No existe la estabilidad cuando es uno quien lleva todo el peso. Pero Molina se deja arropar, no parece un monstruo sobre el escenario, es más bien uno más. Pero el más.

Te digo. Te seguirán (y seguirás) amando el arrastre de cuerdas. Verás a veces cosas menores. Pero hay grupos menores que logran hacer perfecta una noche de miércoles.

Y, al fin y al cabo, poco más hay que hacer la noche más prescindible de la semana. La equidistante. La que no es ni inicio ni final.

O sea, el centro. Siempre soso.



Suena la corriente: "Trials & Errors" - Magnolia Electric Co.

martes, 7 de junio de 2005

Bichitos

Dormíamos. Leíamos. Fumábamos. Descansábamos. En un lugar de ensueño. El sonido de un río. El piar de los pájaros. Tus risas. Nadie cerca. Tú y yo solos (eso creíamos).

Era un placer. Para todos.

Incluso para unos bichitos tan simpáticos, tan encantadores, que quedaron prendados de nuestra felicidad. Y decidieron unirse a la fiesta. E igual que tú yo queremos bebernos la vida, ellos quisieron beberse la sangre. Nuestra sangre. Roja la de ambos. Más dulce la tuya (eso seguro).

Y aquí estamos. Descubriendo que se han venido con nosotros. A seguir bebiendo de nuestra vida.

Y ahora encaro una semana de perros. De perros con garrapatas.

¡Sufrida vida la del urbanita esquirol!



Suena la corriente: "Young blood" - Rickie Lee Jones

viernes, 3 de junio de 2005

Sólo ellos

Ya está de nuevo en la calle. Casi cada año. Ofreciendo posiblemente más de lo mismo. Que no significa que sea prescindible. Cuántos a sus 60 años (le quedan apenas tres meses) pueden presentar un historial como el de Van Morrison. Al menos, cuántos, de aquellos grupos de los 60, pueden mantener la cabeza tan alta.

Seguirá siendo un jodido cabronazo. Será pasto de paladares sosos, que imaginan de un magnífico gusto comentar que su última adquisición es el "Magic Time". Ya es casi un mainstream. Pero aún y así, lo disfrutaré. Cuando me apetezca, sin prisas.

De momento, hoy, un camión de basura ha volcado unos kilómetros adelante, y tengo tiempo para degustar al otro Morrison, cuando era más joven, cuando estaba con Them. Me falta algo de espacio, algo de alcohol, pero cigarros y cincuenta canciones grasientas hacen que la autopista me sepa a gloria.

Ese órgano lúdico de los primeros tiempos, las guitarras, la voz, los ritmos, ese sentido R&B, soul, psicodelia, pop. Son cincuenta disparos trufados de clásicos, cincuenta balas de diversos calibres, cincuenta diamantes en bruto. De todas las épocas. De todas las clases. Cincuenta muertes placenteras.

El camión ha esparcido toda nuestra basura sobre el asfalto. Posiblemente sea parte de nosotros mismos. Es lo que hay. Es lo que somos.

Pero hoy es viernes, escucho a Them, y en seguida estaré con Ella.



Suena la corriente: "The story of Them featuring Van Morrison" - Them