lunes, 5 de septiembre de 2005

Después del viernes, un sábado

En fin, sí, es cierto que este viernes estuve en el Azkena Rock. Un año más, fiel a una cita con las guitarras que empieza a ser adictiva (a pesar de los altibajos, las necesito). Es cierto que Masters of Reality me gustaron por su elegancia en un género stoner que no siempre lo es. Cierto que Drive-By Truckers me emocionaron, aún cuando hubiera pagado más por verles en una sala pequeña. Cierto que Wilco me confirmaron una vez más lo que siento por ellos (sin llegar a meterme del todo, no puedo olvidar su "Vía Chicago"). Cierto que es difícil que a Gov’t Mule les entren muchas canciones en apenas una hora. Cierto que Social Distortion me aburren (el piñón fijo ya no es lo mío).
Y es cierto que, a mis 40 años, quién me lo iba a decir, he visto en directo a Deep Purple. O a lo que queda de ellos, que no es poco. Y la sensación que tenía era como la que puedo imaginar hubiera tenido de ver a un Torrebruno recordándome mi infancia. Cierto que son parte de mi adolescencia, que el Made in Japan ahí está, llenito de polvo en su vitrina. Que ya Gillan no llega, Paice no hace solos de quince minutos, que me suenan más a folklóricas del rock. Pero mira por donde, incluso me hizo ilusión. Será por poder decir que he muerto habiéndoles visto (cosa que no haré con Torrebruno).

Pero este año, el sábado me escapé. Dejé los tórridos escenarios vitorianos, por otros igual de calientes, pero más pequeños, más entrañables. Y nada de con menos guitarras. El poder de las mismas no está en la masa, sino en el sentir. Y de eso sí que tuve.

Lo mío con Reno es ya conocido por quien haya navegado por el río. Y no me quedo en ese "a ver si tienen suerte" tan recurrente. Reno no necesitan suerte. Necesitan justicia. Porque tienen la actitud y la emoción necesarias. Porque esta emoción la trasladan a los que estamos abajo, aunque ellos puedan tener una imagen autocrítica. Porque aman la música, chupan la savia de las mejores raíces (el sábado concretadas en Uncle Tupelo, Cash, Iggy Pop) y nos la regalan con rabia. Y sobre todo, porque me hacen sentir vivo. Y no saben lo que se lo agradezco.

Y caldearon la sangre para recibir bien preparados a Steve Wynn and The Miracle 3. Un tipo de esos que los especialistas consideran excelente secundario, pero al que yo (supongo que "especialista" en nada) considero un pilar fundamental, una de las bases más indiscutibles del rock entendido en el 2005. Le he visto varias veces, con los viejos Dream Syndicate y con su potente trío actual. Y siempre lo ha dado todo. Porque eso es el rock, la actitud que antes comentaba. Pero lo del sábado fue algo inenarrable. Y es un hecho. Para qué contarlo. Hay cosas que simplemente hay que vivir. Y los que lo hicimos no lo olvidamos. Y charlando con ellos, eres consciente de que estás donde quieres estar.

-¡Abuelo, qué tal Deep Purple? Tocaron el Smoke on the water? Qué pasada, cuenta, cuenta…
-Deep Purple? Ah, sí, es verdad, les vi el viernes. Pero no se, apenas me acuerdo. Porque después del viernes vino un sábado. Y ese no lo olvido.

Ay, Jesús, si es que me apasiono.



Suena la corriente: "...tick...tick...tick" - Steve Wynn & The Miracle 3

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