viernes, 27 de febrero de 2004

Cinefilia de púlpito

Mis relaciones con la curia romana son tensas. Bueno, supongo que lo serán desde mi punto de vista, ya que no creo que ellos me tengan muy en cuenta. Como en todas las cosas, generalizar es cometer una injusticia. Pero la generalidad es la que nos rodea y sobre la que basamos nuestras opiniones.

Son sus obtusas directrices morales las que llegan a cabrearme. Y respecto a sus ministros (ya de por sí respeto muy poco esta palabra), los he conocido de ambos extremos, envidiables y aborrecibles. Otra cosa son los mantos protectores (y encubridores) con que dicha curia cubre a estos últimos.

Me llaman mis padres para invitarme a comer a su casa, donde recibiremos la visita de un viejo primo de mi abuela, sacerdote ya retirado. Durante muchos minutos (y horas), mi absoluta falta de cintura para haber esquivado el golpe con elegancia me produce un desagradable picor.

Así que ahí estoy, dando coba al curilla. La conversación deriva en la falta de vocaciones, los tremendos errores que comete la Iglesia (reconoce que en alguna parroquia, en los tiempos de negrura, tuvo alguna acusación sobre su supuesta rojez), y de repente, desde sus ochenta años, se suelta con esta frase:

"A los curas de ahora siempre les digo que nunca aprenderán a predicar bien desde el púlpito si no van al cine, al menos una vez por semana".

Reconozco que me quedo atónito, lo que hace que con ese sarcasmo que tanto irrita a mi madre, le pregunte por lo último que ha visto:

"Oh, siempre cosas de calidad, Mystic River, 21 Gramos, Ciudad de Dios, Elephant, Lost in Translation, alguna es un poco fuertecilla para mí, pero es que esa es la vida que tenemos que comprender".

Yo, que me las doy de cinéfilo (y cada vez voy menos) esperaba otro tipo de respuesta. Y me imagino al curilla de 80 años saliendo de ver ese tipo de películas, y comentándolas con... con... con... con...
Creo que igual le llamo algún día para ir al cine.



Suena la corriente: "Cinema novo" - Tropicália 2 (Caetano e Gil)

miércoles, 25 de febrero de 2004

Solos

Navegábamos en nuestra lancha río arriba. Dos bidones llenos de combustible, dos neveras (una para la comida, importante, y otra para la bebida, esencial), cañas de pescar y cuatro amigos componíamos el contenido. Los cielos más embriagadores que he tenido el placer de disfrutar nos prometían un espléndido día de navegación.

Nuestro único objetivo (que realmente no era tal) era alejarnos lo más posible de toda civilización. Los ríos del cono sur americano aún ofrecen esta posibilidad. Así que en ésas pasamos el día, mojando millas, riendo, bebiendo, parando en los remansos, incursionando en brazos tranquilos…

Al caer la tarde, atracamos en un recodo donde nos dispusimos a pasar la noche. Mientras me bañaba en la orilla, con cuidado de no atraer a las pirañas, una nube de mosquitos decidió darse un atracón de libaciones, sin respetar siquiera mis más tiernas partes. Vamos, lo que se espera de estas comuniones con la naturaleza.

Tras el fuego de rigor y la cena, el whisky (que por cierto, en su voz gaélica significa "agua de vida") y el tabaco acompañaron de buen grado la charla.

Pero a medida que avanzaba la noche, el silencio se iba imponiendo, porque lo que queríamos era precisamente escuchar ese silencio. Un sonido vacío que te empapaba hasta lo más hondo y un cielo negro que te iba haciendo suyo en toda su inmensidad.

Y ahí fue donde lo noté. Quise hacer como que no, achacarlo a la incipiente embriaguez, al aturdimiento de unos sentidos que poco valor tenían en aquel terreno vasto y oscuro. Estaba con mis amigos, seres con los que a lo largo del tiempo había compartido mucho. Junto a ellos había reído, llorado, comido, bebido, follado. Pensé en mis otros amigos lejanos, la familia, los amores. Pero nada.

Supe que todos y cada uno de nosotros estamos simplemente solos.



Suena la corriente: "Love will tear us apart" - Joy Division

martes, 24 de febrero de 2004

¡Muérete aunque te quiera!

Ya he dicho más de una vez que me gusta paladear las zonas más grises y lúgubres del ser humano. No, no soy un ser depresivo y atormentado. Pero los rayos de sol los aprecio más comprendiendo lo poco que somos.

Tengo la suerte de tener una cuadra de amigos degustadores de los mismos placeres. Y Ella (¡qué decir de Ella!), no solo me comprende, sino que participa junto a mí de tan opíparas cenas.

Por ello siempre le estaré agradecido por uno de los últimos platos que me ha hecho descubrir. Cantante mejicana de rancheras arrastradas, de espectacular tonelaje y cronista de las más salvajes declaraciones de desamor que me he echado al gaznate últimamente (es que deja al más desgarrado Jose Alfredo Jiménez, grande entre los grandes, a la altura del betún).

Cuando os sintáis doloridos por las heridas de eso que llaman amor, vuestros deseos de venganza ya tienen banda sonora: Paquita la del Barrio.

Sin más, os transcribo la letra de uno de sus más clásicos hits:


RATA DE DOS PATAS

Rata inmunda, animal rastrero,
escoria de la vida, adefesio mal hecho
infrahumano, espectro del infierno
maldita sabandija, cuánto daño me has hecho
alimaña, culebra ponzoñosa,
deshecho de la vida, te odio y te desprecio

Rata de dos patas
te estoy hablando a ti
porque un bicho rastrero
aún siendo el más maldito
comparado contigo
se queda muy chiquito

Maldita sanguijuela, maldita cucaracha
que infectas donde picas, que hieres y que matas
me estás oyendo, inútil
llena del infierno cuánto te odio y te desprecio


Póngase esta maravilla con música de mariachis, y nos queda un monumento.
Mi única duda es si el hecho de que Ella me diera a conocer esta joya tiene algún doble sentido que no puedo (o no quiero), captar.



Suena la corriente: "Grandes Éxitos" - Paquita la del Barrio

lunes, 23 de febrero de 2004

Inmunidad rota

Pues no, no soy inmune. No tengo inmunidad ni para las cosas del corazón y la cabeza, ni para las del cuerpo.

En cuestiones físicas, pillo resfriados y gripes, tengo alergias (cada año me descubren/o alguna nueva, ¿estaré mutando?), me han operado 6 veces (rotura de huesos, enfermedades, vamos, que estoy hecho un cromo). O sea, que para nada soy un Steve Crohn de la vida. Y es que a este caballero norteamericano se le descubrió una sorprendente característica en 1996: era completamente inmune al virus del SIDA. Al parecer sufre una mutación genética que le impide producir uno de los receptores sanguíneos a los que se acopla el virus para replicarse. Vamos, que se ha convertido en una de las llamas de esperanza para millones de personas en todo el mundo (que lo estudien, que lo estudien lo más a fondo posible!).

Pero yo no. Yo no tengo ni inmunidad física ni sentimental. Y por eso me rompo, por fuera y por dentro. Y eso que últimamente no me puedo quejar. Aparte de la jodida bronquitis del fumador (y las jodidas resacas del bebedor), estoy bastante enterito.

Y aún así, es normal que me estruje por dentro. Y así me he sentido este fin de semana escuchando dos rodajitas de placer. Sí, ya sé, que si Calamaro tal, que si Calamaro cual, pero qué voy a decir, adoro a este hombre. Soy capaz de perdonarle sus muchas miserias. Y de nuevo en su último disco, "El Cantante", hace lo que le da la gana. Pero es que encima vuelve a picarme en uno de mis puntos flacos. Atahualpa Yupanqui, Gardel, Rubén Blades, gente para mí muy querida. Y ha logrado romperme de nuevo.

Como también lo ha hecho Marlango. No me gusta la gente del cine metida a cantante, me suena a campaña de marketing (por eso no diré más). Pero este disco destila Tom Waits (ya el nombre del grupo es un homenaje a esta bestia del sentimiento), Nico y jazz de taberna, vaporoso y lleno de humo por los cuatro costados. A pesar de la mucha promoción que les están haciendo por razones mediáticas, me da que no va a tener grandes ventas. Me parece un manjar demasiado fino. Ojalá me equivoque.

Para según que cosas, me gusta que me estrujen (Marlango, Calamaro, o mejor, Ella).



Suena la corriente: "Marlango" - Marlango

sábado, 21 de febrero de 2004

jueves, 19 de febrero de 2004

Diamante

Creo que me largo de viaje (al menos eso me gustaría).
Ya estoy inmerso en toda clase de preparativos. Tengo el casco con visor polarizado, el traje antigravedad, la mochila con los sistemas de temperatura, oxigenación, telemetría y comunicaciones, y en cuestión de minutos me pongo a buscar un pasaje para el primer vuelo interestelar que encuentre por Internet.

Distancia a recorrer, 50 años luz. Zona geográfica, constelación de Centauro. Destino final, el planeta BPM 37093. Pero no, no voy para quedarme, sino para traérmelo. No se cómo me las arreglaré. Ya se me ocurrirá algo.

Porque aturdido por las excesivas miserias que generamos por estas tierras, me quedo con el cadáver de esta estrella. Claro, que este es un cadáver de lujo. Y tiene un corazón de oro. Bueno, de oro no. De diamante. Concretamente, el núcleo de este planeta (al que llaman Lucy, por la canción "LSD" de los Beatles) ha cristalizado, y se ha convertido en un diamante. Una piedra preciosa de 10.000 quintillones de quilates.

Y uno, que tiene un corazón no de diamante, pero romántico (aunque haya estado muchos años, y aún lo esté, en excedencia), ha decidido regalar esta joyita a Ella.

Así que no sé cuanto tiempo estaré fuera, pero guardadme el secreto. Que no se entere.
Quiero que sea una sorpresa.



Suena la corriente: "Space Oddity" - David Bowie

miércoles, 18 de febrero de 2004

Viajes

Me invitaba ayer en un comentario Cielo Vacío a hablar algún día de mis viajes. He tenido la suerte de hacer unos cuantos, y en algunas ocasiones, de vivir en esos países.

Viajar es la manera más afortunada de crecer. Así que debo ser bastante alto (o viejo, depende; aunque al menos, afortunado).

Y al rato me encuentro en eCuaderno un enlace curioso, y soñador.

Así que por gentileza de World66 Visited Countries, os presento el mapamundi en rojo de los lugares por los que he navegado (podéis probarlo, resulta divertido):




¡Y lo mejor es que me queda aún medio mundo (o el mundo entero)!



Suena la corriente: "Rockin' all over the world" - John Fogerty

martes, 17 de febrero de 2004

Apartheid

Resulta realmente increíble, pero leyendo sobre las revueltas que se han producido en Sidney tras la muerte de un adolescente aborigen, me entero de que hasta finales de los años sesenta, los aborígenes no tenían reconocimiento como ciudadanos, e incluso se regían por la leyes para la flora y la fauna (aunque bien mirado, no debería ser cosa tan mala, prefiero ser una flor que un ser humano de los que establecen ese tipo de leyes).

Hace 16 años. Johannesburgo, Sudáfrica. Estoy viviendo desde hace unos meses en un albergue YMCA, donde las leyes de discriminación racial no se llevan a rajatabla, y vivimos juntos gentes de todos los colores. Me quedo un día en el comedor, tomando una última cerveza con el cocinero, blanco, rubio, ojos azules y gran conocedor de la mejor parte de la historia del rock. La conversación va derivando hacia la situación social y política en el país. Y me pregunta si sé lo que es el apartheid. Contesto que claro que sí, lo sabía y ahora lo veo a diario. Y me comenta que no tengo ni idea. Que eso es discriminación racial, pero que el apartheid no sólo es eso.

Es algo más, algo tan mezquino, tan maquiavélico, tan taimado que causa pavor. Son un grupo de leyes que gestionan esa discriminación. Saca su carnet de identidad y me dice que lo lea. Leo su nombre, el de sus padres, su lugar de nacimiento. Y llego al apartado “raza”. Le miro y no puedo creerlo. Es rubio. Piel muy blanca. Ojos azules. Vuelvo al carnet. De raza negra.

Mi amigo se había casado con una mujer de color negro (odio el eufemismo "de color"). Y al hacerlo, inmediatamente su raza cambió, se convirtió en un negro, y perdió todos los privilegios que le correspondían por pertenencia a la raza dominante.

Aún no salgo de mi asombro. Soy consciente de la diferencia, la aterradora diferencia. La discriminación física es dañina, pero la psíquica es igual de mortal. Eso era el apartheid.

Nos levantamos del comedor, y abrazamos la noche africana en busca de un lugar donde seguir nuestra charla al abrigo del alcohol. Y nos apetece burlar las leyes. Así que vamos a un pub "whites only". Yo blanquito, y él blanquito. Nos tratan con deferencia.

Mientras no nos pidan la documentación, estamos tranquilos.



Suena la corriente: "Sleep armed" - Kalahari Surfers

sábado, 14 de febrero de 2004

Declaración



Suena la corriente: "Over and over" - Neil Young

viernes, 13 de febrero de 2004

Multitud

Han existido periodos en mi vida en los que, según los convencionalismos sociales, he estado muy solo. Ciudades extrañas en las que yo también me sentía un tanto extraño. Pero claro, esa soledad, como digo, era según los demás.

Yo no estaba solo. Tenía mis discos, mis libros, mis revistas, mis tebeos y mis "yos". Porque aquí donde me leen, no soy uno, sino bastantes más. Personalidad múltiple, esquizofrenia, psicopatía, lo que me digan, pero yo no soy solo uno. Y poco a poco nos hemos ido conociendo, entendiendo, llevándonos mejor o peor, conviviendo (para que luego me digan que convivir es difícil). Cuántos soy es difícil de decir, creo que alguno no está muy bien definido, o todavía no se atreve a manifestarse. Pero diré que rozo la docena. Cada uno tiene sus gustos particulares, su carácter, su humor, sus fobias, sus filias (aún estoy por descubrir si alguno de mis "yos" tiene a su vez diversas personalidades, lo que haría que realmente viviéramos hacinados en mi piso).

Esto es así, nos guste (a la docena) o no. De hecho, puedo afirmar que Río Rojo es una bitácora grupal, aquí escribe cada uno cuando le da la gana, y claro, así no hay homogeneidad temática que valga.

El caso es que cuando uno de mis "yos" (creo que yo, el que estoy escribiendo ahora) conoció a Ella, se emocionó y fue hablándoles a los demás de cómo era. Y convenciéndoles. Pero llegó un día en que todos nos empeñamos en contarle nuestro secreto. Y nuestra sorpresa fue mayúscula cuando Ella se sinceró, y dijo que también era varias "Ellas". Aquello fue el acabose, qué jolgorio, qué bullicio, todo eran abrazos y saludos. Una multitud, oiga. Si hasta cerramos el garito para nosotros solos.

Desde entonces, nuestra vida (la de los casi veinte que sumamos) es divertidísima. No siempre estamos todos juntos, pero siempre existe el morbo de saber con cuál de "Ellas" estoy. Y las adoro. Por eso siempre digo que nuestra relación es como un mundo en sí misma (y si no como un mundo, como una aldea al menos, que creo tiene más encanto).

Bueno, nos vamos a la cama (aunque algún curilla nos acuse de revolucionarios sexuales, o sea, de montarnos una orgía).

P.D.: Por cierto, hoy hace 20 años de la muerte del autor de uno de los libros más maravillosos que hemos leído (en esto coincidimos todos), "Rayuela". Saludos donde estés, Julio, se te echa de menos.



Suena la corriente: "El último concierto A" - Soda Stereo

miércoles, 11 de febrero de 2004

Vamos a contar mentiras, tra-la-ra...

Me había propuesto evitar que Río Rojo se convirtiera continuamente en un altavoz contra las majaderías con que nos obsequian nuestros queridos políticos. Pero nada, no hay manera. Me sacan tanto de quicio que es que me hierve la sangre.

Y es que estoy convencido que ellos están convencidos que somos imbéciles.
Y es que estoy convencido que ellos están convencidos que no nos damos cuenta que, aunque por ley aún no pueden estar en campaña electoral, su invento de la "precampaña" les sirve de atajo (¿acaso yo puedo usar atajos similares para saltarme la ley?)
Y es que estoy convencido que ellos están convencidos que son seres superiores.

La última que me ha llamado la atención (ay, que me meo!) es la promesa de Mariano Rajoy (de todos modos, probad a entrar también en .com, ya veréis que divertido) de plantar 800 millones de árboles en los próximos 6 años.

Venga, vamos a hacer cuentas.
6 años a 365 días por año son 2.190 días.
2.190 días a 24 horas por día son 52.560 horas.
52.560 horas a 60 minutos por hora son 3.153.600 minutos.

Ahora si tenemos en cuenta los 800 millones de árboles, esto nos da que durante 6 años, van a plantar 365.297 árboles cada día, o lo que es lo mismo, 15.221 árboles cada hora, o lo que es lo mismo, 254 árboles por minuto (todos y cada uno de los minutos hasta el año 2010).

Y con tantos árboles, ¿dónde voy a aparcar mi coche? ¿Volverán las ardillitas a cruzar la península Ibérica de árbol en árbol como hace muchos años, tal como nos decían en el colegio? ¿Dejaré de avergonzarme alguna vez de los políticos? ¿Dejarán ellos de reírse de nosotros?

Gracias Dios mío, por no haberme hecho nacer hijo de p…olítico!!!



Suena la corriente: "Feed the tree" - Belly

martes, 10 de febrero de 2004

¡Noticias, noticias! ¡El Caso, El Caso!

Leo estos días "Los tipos duros no bailan" de Norman Mailer, de la que mucho había oído hablar pero a la que no había aún hincado el diente. Novela negra, negrísima, llena de alcohol, resacas descomunales, marihuana, misterio y, por supuesto, cadáveres.

Y (sin saber si es coincidencia o no) me entero estos días de la muerte de una persona peculiar dentro de los submundos de la negrura española, Margarita Landi, más conocida como el "subinspector Pedrito". Siempre acompañada de su eterna pipa y su desgastada libreta, fue una de las plumas habituales de un periódico que a muchos les sonará a chino, pero que estuvo tan unido a la España negra como aquel famoso crimen de Puerto Urraco. "El Caso" tuvo su época, su momento de esplendor, que se empezó a venir abajo cuando la prensa generalista comenzó a perder ese prestigio elitista que tuvo en un tiempo ya pasado. Porque "El Caso" era algo más que lo que actualmente llamamos prensa amarilla. Especializado en sucesos, se convirtió en un reflejo de la parte más oscura del ser humano, de todos nuestros abismos, nuestras negruras más amargas, fruto de nuestra esencia animal, muchas veces abismada por una razón que parece que no nos es dada para discernir entre el bien y el mal, sino para recrearnos en la manera más soez de producir maldad saliendo indemnes de los posibles castigos que la organización social impone (de manera bastante incapaz, por cierto).

Margarita Landi era una investigadora de esos submundos, que por cercana y accesible, conseguía una camaradería con los protagonistas de los sucesos criminales que la convertían en un inestimable apoyo para la policía. Pero a su vez, ella sabía transmitir en sus crónicas esa ansiedad que nos produce lo inexplicable.

No quiero parecer muy negro ni incidir en mi opinión sobre el ser humano (soy consciente de que este post no es un dechado de alegría y buen rollito), pero como amante de la novela negra, del cine negro, escéptico espectador de la cochambre infrahumana, siempre he admirado a esta mujer (por mucho que su época de esplendor me pillara lejos, muy lejos, en cuanto a edad). Y desde aquí quería rendirle un humilde tributo. Se ha ido a los 85 años, y se ha ido estando en Gijón. ¡Qué mejor sitio que el lugar donde cada año tiene lugar la Semana Negra!

Bien, y ahora, ¿qué coño hago para alegrarme un poco la noche?
En fin, seguré con mi novela. De perdidos al río. Mañana será otro día.



Suena la corriente: "Frank Black" - Frank Black

lunes, 9 de febrero de 2004

Nipplegate o la sociedad enferma

Estoy convencido (sin la más mínima duda), que la sociedad que hemos creado está enferma, muy enferma. Y no, no me vale que esto solo pasa en Estados Unidos. Ellos igual están más enfermos que nosotros, pero que el mal está extendido es algo claro.

Y que se monte tamaño escándalo por el pecho de una señora, que además salió en pantalla menos de 5 segundos, que ya haya sido bautizado como el nipplegate (pezongate diríamos aquí) y que haya dado pié para que los Grammy y los Oscar no se retransmitan en auténtico directo para poder censurar lo que no guste, da miedo, mucho miedo. Cuando me hablan de democracia, esbozo una irónica sonrisa.

Por ello me permito publicar una viñeta de Antón que apareció el otro día en El Correo, que creo resume de maravilla lo que está ocurriendo. Que no es otra cosa que algo terrible, demasiado terrible para ser cierto. Y sin embrago, lo es.




Suena la corriente: "Demons" - Chris Bailey

sábado, 7 de febrero de 2004

Las 5 de un viernes musical

Hacía bastante tiempo que no participaba en Las 5 del viernes (las más de las veces, porque no me acuerdo, pero no negaré que en muchos casos no me motivan las preguntas). Pero esta vez (y aunque ya sea sábado), no dejaré escapar la ocasión. Y eso que contestar a estas preguntas tras un periodo de reflexión me volvería completamente tarumba. Así que lo haré impulsivamente, con lo primero que me venga a la cabeza (ay, mañana sé que me arrepentiré y querré cambiar todo!).

1) ¿Cuál es tu canción favorita de los Beatles? ¿Y de los Rolling Stones?
Coro de voces: ¿No has dicho que no lo vas a reflexionar? Pues venga ya.
Cada una por lo que significó para mí, "Lucy in the sky with diamonds" de unos, y "Get off of my cloud" de los otros.

2) ¿Qué canción te hace pensar en el amor de tu vida?
Coro de voces: No te pongas romántico y contesta, que tenemos prisa.
Uy, esta sí la tengo clara, y ya lo expliqué hace unos meses navegando por el río. "Over and over" del dios entre los humanos Neil Young.

3) ¿Hay alguna canción que te ponga triste o melancólico?
Coro de voces: Joder, en qué quedamos, ¿te lo piensas o no?
Bueno, vale, "Hello it's me" del "Songs for Drella" que Lou Reed y John Cale dedicaron a Andy Warhol.

4) ¿Con que canción perdiste tu virginidad? ¿Con cuál te hubiera gustado (o te gustaría) perderla?
Coro de voces: Venga tío, pero de qué vas, ¿ni siquiera lo recuerdas?
Pues creo que no sonaba música, pero veníamos de ver en directo a Derribos Arias. Y es que Poch me ponía.

5) ¿Qué canción te alegra el día?
Coro de voces: Vale, que te den, pasamos de tí.
No, coño, esperad, siempre me funcionó el "Sherry Darling" de Springsteen.



Suena la corriente: Pues hoy, todas las mencionadas.

viernes, 6 de febrero de 2004

Caníbales

Un tipo bien informado como yo (hoy era del todo necesario para mi estima comenzar con un poquito de autocomplacencia) ha leído mucho sobre la gripe aviaria que está produciendo el contacto directo con pollos, gallinas y otras aves en el sudeste asiático, y la posibilidad de su contagio a los humanos.
Tampoco puedo olvidar toda la información asimilada sobre diversas alarmas alimenticias: la neumonía atípica china producida por la ingesta de un tipo de castor, el tremendo pánico causado por el mal de las vacas locas, la ya sempiterna peste porcina, por no hablar de toda clase de males producidos por el género animal (peste equina, picaduras de mosquitos,...).

Tal como están las cosas, uno se plantearía seriamente hacerse vegetariano. Pero claro, entonces recuerda todo el tema de los vegetales transgénicos. Bueno, nos quedan los productos naturales. Eso sí, tampoco podemos olvidar el uso de pesticidas. Si pienso en pescados, no olvido los vertidos. Y si me centro en cualesquiera otros productos, el listado de grasas y conservantes me echa para atrás. Incluso hoy he leído en el periódico (El País, así que como es de pago, no hay enlace, que son muy suyos, y yo también) que se han creado ratones transgénicos que fabrican grasa de pescado saludable. ¡Esto ya es el colmo! ¿Cómo va a ser saludable "eso"?

Por ello, cada vez estoy más convencido de que el caníbal alemán (aquél que mató y se comió a una persona que se había ofrecido para ello a través de Internet) era un auténtico avanzado. Tal vez sea ese el único futuro que nos quede, devorarnos unos a otros. El hacerlo a lo bestia u organizadamente, ya es otra cosa.

Aunque claro, también tengo mis dudas sobre la salubridad de la carne humana. Imaginaros que me toca comerme a un tipo como Aznar. La "pirrilera" sería tan grande que podría hacer que me fuera enterito.



Suena la corriente: "Summer cannibals" - Patti Smith

jueves, 5 de febrero de 2004

Demasiadas monicas

Ayer tuve un sueño jodido, bien jodido. Un sueño lleno de monicas lewinskys.

Rajoy era la Lewinsky de Aznar.
Aznar era la Lewinsky de Bush.
Bush era la Lewinsky de los jefes del mundo del petróleo y las armas.

Y nosotros (pobres de nosotros!) corríamos y corríamos perseguidos por estos depravados hasta que llegábamos a los brazos amantísimos de los obispos, que nos reprendían por nuestro libertinaje y nos mandaban a clase de religión.

¡Qué pesadilla! ¡Cómo temblaba!
¡Y todavía queda más de un mes!



Suena la corriente: "Tim" - The Replacements

miércoles, 4 de febrero de 2004

Memorias de un gordo

A ver, sí, yo era un tipo gordito, de esos estilo osito abrazable, simpático, con poco éxito para atraer mujeres y bastante para atraer amigos, bonachón las más de las veces y agresivo alguna que otra. Ejercía de gordo con la alegría que suele enmascarar cierto complejo. "Los gordos siempre seremos más felices", "dejemos el deporte para gente con poco cerebro" (vía La Granja), eran frases habituales.

Sentía predilección por todo gordo que destacara, de Oliver Hardy a Orson Welles, de Meat Loaf a Divine, de Kike Turmix a Miki Puig (incluso el Elvis de la última época me atraía).

Cuando cayó "La conjura de los necios" en mis manos, era obvio que Ignatius Reilly pasaría a formar inmediatamente parte de mi santoral privado. John Kenndy Toole se había suicidado ante la imposibilidad de publicar la que a la postre se convertiría en una obra maestra de la literatura más ácida. Fueron los esfuerzos de su madre los que nos permitieron saborear las andanzas de Ignatius, un ser obeso, cobarde, caprichoso, infantil, atormentado por los problemas con su válvula y las expulsiones gaseosas que le producía.

Un libro lleno de freakies (el patrullero Mancuso, la madre de Ignatius, Mirna, su tazón de Shirley Temple) que se convierte en una de las críticas más mordaces, despiadadas, amargas y desternillantes de la sociedad de la época.

Ya no soy gordo (bueno, siempre sobra algo), pero mi amor por Ignatius sigue impasible. Por eso tiemblo (auténtico pánico, oiga) cuando leo que ya están terminando la película, con un elenco que, la verdad, a mí no me dice nada (salvo Steven Soderbergh al guión).

Sí, ya sé, la eterna discusión sobre los libros llevados al cine. Y eso que El Señor de los Anillos me parece fantástica.
Pero coño, es que creo que hay territorios de la memoria que no deberían tocarse.
Nunca.

P.D.: Y por cierto, ya que hablamos de gordos y freakies, un enlace que vale un tesoro. No os perdáis la web de un tal Extreme Elvis, sobre todo su sección de fotos. Creo que bien valdría un post él solito.
¿Algún valiente que se atreva a traerle a tocar por aquí?



Suena la corriente: "Supper star" - The Pleasure Fuckers

martes, 3 de febrero de 2004

La hoguera de las vanidades

Ay, la vanidad, la vanidad, qué malas pasadas juega! Pero en según qué días (y hoy es uno de esos, que por detestable nunca debió amanecer), esas malas pasadas (ajenas, por supuesto), me producen un indescifrable placer.

El caso es que uno de los grandes jetas del rock’n’roll se ha cabreado. Y parece que mucho, para mi regocijo. John Lydon era el cantante de P.I.L. (mmm, "This is not a love song", qué recuerdos!). Pero claro, antes se hacía llamar Johnny Rotten y berreaba con unos chiquitos de nombre Sex Pistols. ¿Suenan? Fueron el "gran timo del rock’n’roll", como él mismo y su compinche Malcolm McLaren se autodenominaron. Pero antes de que se me echen encima las huestes punkies, diré en mi descargo que yo también disfruté de ellos y de la inocencia salvajemente suicida de Sid Vicious.

El caso es que llevaba bastante tiempo fuera de juego el tal Lydon, y ha decidido que una peli con su vida sería lo más apropiado para recuperar un poco del glamour perdido. Y que Guy Ritchie, el maridito de Madonna, es el director ideal. Pero nunca contó con que éstos le respondieran que no tenían ni idea de quién coño era.

¿Cómo? ¿Cómo que quién soy yo? ¿Uno de los personajes claves en la historia de la música? ¿El dios del engreimiento? ¿Quiénes se han creído estos dos que son?
Cuando unos días después aparecía la Ciccone con un cinturón de los Sex Pistols, ya fue la gota que colmó el vaso para el pobre ego de Lydon, que vio el cielo abierto para poder despotricar a conciencia sobra la parejita de marras (cosa que también me produce placer, por supuesto).

Pero si nos fijamos, todos, todos, dicen o quieren ser quienes no son. ¡Miserias humanas! (creo que me quiero convertir en ave, por ver si contagio a unos cuantos la dichosa gripe).



Suena la corriente: "Never mind the bollocks" - Sex Pistols