miércoles, 28 de diciembre de 2005

Con humos

Enciendo un cigarro. Aún puedo. No siempre será así. Tarde o temprano, ni eso será permitido. Ni en mi casa. Me dicen, aprovecha ahora. Lo leo. Lo escucho. Aprovecha y déjalo. Ahora, justo en este momento, más que nunca, me niego. No me gustan las imposiciones. Bastantes aguanto ya. Yo respeto. Hasta ahí todo bien. Pero más allá (o más acá), que me dejen en paz. No quiero saber de ellos. (...)


¿Cómo será un concierto sin humo? ¿Sabe igual el jazz? ¿Irrita de la misma manera el rock? ¿Acongoja aún el blues? No consigo verlo. Ni imaginarlo. ¿Terminaremos rezando padrenuestros antes del inicio? Nuestro supuesto diseño inteligente es un fiasco. Por lo que hacemos. Por lo que dejamos de hacer. Por lo que hicimos. Por lo que haremos. Prefiero el mono. Somos el mono. Si no la rata.

Siempre imaginé que tras la puerta verde había humo. Mucho. Invitaba a entrar. Y no salir. Quedarse. Mi imaginación era (es) calenturienta. Territorios de la memoria siempre enlazados con el vicio. Ahora la puerta verde estaría cerrada. Sin ruido. Sin humo.

Son los tiempos que nos toca vivir. Los fundamentalismos que nos toca alimentar.


Suena la corriente: "The green door" - Jim Lowe

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