sábado, 3 de diciembre de 2005

Tiernos callejeros

Ahí estoy, en la duda. Son muchos años de haber vivido en Madrid, donde he bebido, comido, amado, soñado… Supongo que a medida que me voy haciendo (sintiendo) viejo, muy viejo, aprecio más el visitarla solamente de pasada, como esa antigua amante que aún hace despegar mariposas pero que preferirías no volver a ver nunca más.

Madrid, ahí empezó todo, ahí empecé todo. Ciudad monstruo, ciudad peluche. Ciudad de miedo (mis miedos) y sueño (mis sueños).

Pero últimamente, cada vez que se me ocurre comentar la posibilidad de arrastrarme unos días por sus sucias (entrañables) calles, alguien me asalta con el dardo: qué, de manifestación?

Oh, cielos, después de tantos años, la calle es suya de nuevo. No, si estaba claro, su espíritu perroflauta, callejero, canalla, simplemente dormitaba. Pero una vez despertado, no hay quien lo apacigüe.

Se comenta que un día de estos cambian el visón por el botellón.
Son tan tiernos.



Suena la corriente: "Live at the Fillmore" - Lucinda Williams

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