miércoles, 20 de enero de 2016

Ralegh Long
Hoverance (Gare du Nord / Radio City Discos, 2015)
Treinta minutos


Más de una vez nos enfrentamos a discos directos, concretos, apenas media hora para soltar lo que el artista tiene concentrado dentro de él. Y se nos escapan lugares comunes y hablamos de pildorazos, de disparos a bocajarro, y nuestros oídos, o nuestra imaginación, corre las más de las veces tras lo que cree como urgencia punk, como trastabillado power-pop de anfetamínica velocidad. (...)


Pero es que en treinta minutos se pueden hacer muchas cosas, y no siempre con el grito y el exabrupto como tarjeta de visita. En treinta minutos también puedes grabar diez canciones henchidas de pop atemporal, de melodías creadas principalmente con el acompañamiento de un piano, pero abrazadas si la ocasión o la necesidad expresiva lo requiere por un colchón instrumental que abriga con banda completa, con las caricias de la pedal steel, con los efluvios que entre la psicodelia y el beso orquestal ofrece un grupo de cuerdas. Y todo esto hace de este Hoverance, el debut en larga duración del británico Ralegh Long, un auténtico, sí, pildorazo de treinta minutos lleno de puro pop, pero del pausado, del que no escatima ese aire pastoral entre el surrealismo y el naturalismo capaz de llevarnos a épocas pretéritas pero a la vez muy actuales.

Pretéritas porque no deja de flotar en todo el ambiente esos ecos a un Nick Drake íntimo, sosegado, siempre eterno. O a los pianos más susurrantes de Epic Soundtracks. Actuales porque en ocasiones los pianos y los supuestos caminos hacia los que ellos nos llevan pueden traer a la memoria a la reciente sorpresa con nombre de Tobias Jesso Jr. Y la combinación de un pasado y un presente en el alma, la voz y las teclas de un Bill Fay con el que Hoverance pareciera establecer lazos secretos. O no tan escondidos. El caso es que canciones como Islands o The light of the sun tienen todo, desde la melodía hasta la fuerza lírica, nostálgica y elegíaca para convertirse en atemporales. Y retazos desnudos como Song for Matthew o No use, la capacidad de incrustarse como diamantes en su joya.

Ralegh Long se hace acompañar de gente que aparentemente pudiera venir de direcciones opuestas, por eléctricas, pero que igualmente tienen la psicodelia teñida de pop como base, como puede ser el guitarra de Toy, Tom Dougall. O la steel a cargo de quien fuera miembro de Hefner, Jack Hayter. Y el hecho de que Long abandonara Londres a la hora de componer las canciones y se refugiara en la campiña inglesa certifica que en más de una ocasión los horizontes son los que ofrecen auténtico consuelo.

Sí, treinta minutos. Treinta minutos de credo, redención y armonía. Como la seda.
* Compra el disco a tu dealer habitual o a través de Gare du Nord o Radio City
Suena la corriente: "Islands" - Ralegh Long


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