miércoles, 18 de junio de 2014

Chad Vangaalen
Shrink Dust (Sub Pop, 2014)
Los mundos interiores


Comienzan los primeros acordes acústicos de Cut off my hands y piensas en el canadiense Chad Vangaalen como cantautor de melodías frágiles y bellas aterciopeladas por su voz de falsete. Comienza a recitar las primeras estrofas y habla de cortarle las dos manos, tirarlas sobre la arena, y verlas nadar como un par de cangrejos sangrientos. Y enseguida comienzan las disonancias de sintetizador y sabes que estás en territorio extraño. Bienvenido al mundo de Chad Vangaalen. (...)


Que no es poca cosa, porque una vez que caes en sus demonios interiores, en muchas ocasiones no sabes dónde coño pueden estar los asideros más cercanos. Es un lugar escabroso, fantasmagórico, lleno de meandros entre el terror y el surrealismo somnoliento. Y nosotros, que aún nos sentimos recién caídos en sus paisajes, andamos con los sentidos embutidos. Pero este tipo tiene pinta de persona de lo más normal, padre de familia que debería tener una vida plácida. Y seguramente la tenga. Aunque sabe trasladar sus territorios oscuros a una música y unas letras que hacen de la psicodelia un manto protector. Capaz de grabar hardcore con sus hijos como de hacer electrónica para bailes con perturbada conciencia. Capaz de grabar sus dos primeros lp’s haciendo una selección de entre sus más de doscientas canciones compuestas hasta entonces. Capaz de preparar una película animada de ciencia ficción (de hecho este Shrink dust es parte de la banda sonora de la misma) como de fotografiar diversas composiciones artísticas dibujadas sobre la nieve con su propio pis. Capaz de grabar todos los instrumentos en su propio estudio casero, inventándose y construyendo él mismo la mayoría de ellos, cual Dr. Frankenstein del pop más obtuso y a la vez delicado. Capaz de cerrar su anterior disco con desnudos toques de banjo y titularlo Shave my pussy.

Pero uno ha caído absolutamente prendido de los submundos monstruosos creados en Shrink Dust. Porque lo serán, pero a la vez no ocultan la brillantez melódica, la intención de divagar por caminos de psicodelia capaz de acercarse a la música cósmica de Gram Parsons. Esas steel guitars de las preciosas Weighed sin y Hangman’s son parecen unir con un fino hilo casi invisible el mundo del creador de los Burrito Brothers con el mundo en dificilísimo equilibrio de Daniel Johsnton, y a la vez convertirse en tonadas soñadas por Band of Horses. El material aéreo de Where are you? se enfrenta al ensuciado fuzz de una garage-song como Leaning on bells, y ambas palidecen ante la belleza pop de Lila. La transformación de hombre en bestia relatada en Monster gana con ese barroquismo sesentero, y la lánguida belleza de Evil se enfrenta directamente a la torturada Weird love. Cerrar con Cosmic destroyer parece apuntar a esa música cósmica pasada por la batea en busca de las codiciadas pepitas de alucinógenas cualidades.

Pero sea como sea el mundo de Chad Vangaalen, la mayoría de las veces un one man band sobre un escenario, queda claro que Shrink dust adquiere la categoría de obra mayor, uno de esos discos que difícilmente va a abandonar las escuchas de quien esto escribe. Y todavía queda la oscura necesidad que impulsa a descubrir todo lo por él planteado anteriormente. Que además nos está haciendo disfrutar de un precioso aterrizaje en su Soft Airplane de 2008. Canela fina.

Suena la corriente: "Monster" - Chad Vangaalen



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