jueves, 30 de octubre de 2014

Robyn Hitchcock
The Man Upstairs (Yep Roc Records, 2014)
Nombres propios


Pues mira por donde, quien esto escribe hacía ya intentos de textos legibles allá por 1982, y uno de aquellos cuentos, angustioso, cerrado, sin salida más que la que podía indicar alguna que otra canción que se colaba entre medias, terminó siendo firmado por el sobrenombre de President Gas. Supongo que un intento vano de ocultar personalidad ante la inseguridad por lo escrito, y cierta egolatría presidencialista. (...)

Pero no otra cosa era más que un homenaje a la canción que The Psychedelic Furs incluían en su tercer disco, Forever Now. Un grupo el de los hermanos Butler que uno tenía, la verdad, bastante olvidado en su memoria, hasta que comenzó hace ya unas cuantas semanas la reproducción del The man upstairs, último trabajo del querido Robyn Hitchcock, y su gutural y grave one, two, three, four da entrada a una lectura espléndida, desnuda, real y más que creíble de The ghost in you, del cuarto disco de aquéllos, Mirror Moves, y que en su momento pudimos ver defender en directo en aquel Rock-Ola del 84. Pues sí, pero es que este nuevo The man upstairs tiene muchos nombres propios, además de la supuesta identidad del cadáver que ocupa la portada (todos iremos algún día con el de arriba?).

Porque nombre tiene Joe Boyd, aquí al frente de una producción que en otras ocasiones a lo largo de su vida le ha hecho mítico, (a ver, estamos hablando del hombre detrás de parte de Nick Drake, Fairport Convention, Pink Floyd, Vashti Bunyan, The Incredible String Band, María Muldaur, Richard Thompson…), envolviendo a Hitchcock en el aroma folk, en el abrazo acústico que buscaba y que en Boyd encontraba. Ya giró con él en 2011 en el proyecto Live & Direct from 1967, mezcla única de concierto y recital hablado, que demostraba el amor que sentía Hitchcock por Boyd. Lo que nos lleva a plantear el núcleo de la cuestión: si The man upstairs ha sido grabado buscando un anhelado encuentro profesional con Boyd o Boyd ha sido llamado para poner en marcha una idea preestablecida. La verdad, optamos por lo primero, pero es que además ni importa ni quita calidez a un disco que, si bien no cambiará la carrera de Hitchcock, sí se podrá colocar como un aceptable trabajo escudero del sublime I often dream of trains, con el que comparte espíritu. 

Más nombres propios, los de sus colaboradores, Charlie Francis al piano, Jenny Adejayan al cello y, sobre todo, Anne Lise Frokedal, del grupo noruego I Was a King, a las voces, sin olvidar la propia portada dibujada por Gillian Welch, vieja colaboradora musical de Hitchcock. 
Más nombres? Sí, claro, el de los responsables primitivos de las otras cuatro versiones además de la ya descrita: una suave y cadenciosa To turn you on, del Avalon de Roxy Music; la tensa y bellamente melódica Don’t look down, del debut en solitario, Ladies’ Love Oracle, de Grant-Lee Phillips una vez aparcados Grant-Lee Buffalo; la lucidez y el frescor pop de Ferries, de la propia banda de Frokedal, I Was a King; y el brillantísimo toque folk británico de época con el que empapa The crystal ship de The Doors.

Y los nombres propios de sus cinco canciones originales, de la cadencia embriagadora de San Franciso Patrol a la inquietante aridez de Trouble in your blood, del blues saltarín Somebody to break your heart (y ese autobús en Madrid…) a la elegancia francesa de Comme Toujours; para acabar con la letanía Recolling the truth

Un nombre propio, el de Robyn Hitchcock, que hasta en lo menor es mayor.

2 comentarios:

  1. La de Ferries me atrapa. Bueno, todo el disco. Creo que nunca debí dejar tan de lado a este crack. Así que cierta egolatría presidencialista, jajaja. Tengo anécdotas inolvidables alrededor del "Forever now". Abrazo.

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    1. Si es que lo que tenemos que hacer es volver a coincidir y poner en común todas esas "anécdotas", jajaja....
      A Hitchcock nunca se le debe dejar de lado...

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