lunes, 2 de diciembre de 2013

Laura Cantrell
No Way There From Here (Spit & Polish / Cadiz Music, 2013)
De la raíz actual


Curioso el caso de Laura Cantrell. Nacida en Nashville, abandona la cuna de la música que ama para trasladarse a Nueva York, estudiar leyes y contabilidad y terminar siendo una alta ejecutiva del Bank of America.  Pero capaz de compaginar sus estudios con sesiones como locutora de radio donde dar rienda suelta a su pasión por el country pasado y presente, así como hacer sus pinitos musicales con gente como Mac McCaughan de Superchunk. (...)


Y capaz de lanzarse ella misma a interpretar sus propias canciones, grabar su primer disco en 2000, Not the tremblin’ kind, y, con una carrera ascendente, dejarlo todo entre 2006 y 2011 para dedicarse por entero a sus labores como madre. En 2011 grabó su cuarto disco, Kitty Wells Dresses, que, como bien decía el subtítulo (Songs of the Queen of Country Music), estaba enteramente dedicado a canciones relacionadas con una de sus cantantes preferidas.

Y ahora, nos presenta una nueva colección de canciones propias, algunas escritas con colaboración, y alguna versión. Y una vez más uno entiende perfectamente el fulgor con el que atrapó en su día a John Peel, que siempre la apoyó desde su emisora británica, o a Elvis Costello, que la ha llevado de gira en alguna ocasión. Porque una vez más, la voz y las melodías que es capaz de engarzar resultan en unas canciones capaces de atrapar por su belleza, su melancolía, sus preciosos juegos pop alambicados entre puros sonidos country. Es ahí, entre steel guitars, mandolinas y banda de acompañamiento donde su voz alcanza el poder de lo hipnótico, y donde sus armonías rozan lo subyugante. Por eso, en nada sorprende que haya vuelto a su cuna, a Nashville, y que se haya rodeado de gente como Jim Lauderdale, Caitlin Rose o miembros de Lambchop para parir estas joyas.

Porque joya es abrir el disco con All the girls are complicated, máxima que será aseverada por más de un oyente, pero que será disfrutada por todo aquel que tenga querencia a las melodías pop eternas. Que es capaz de ofrecer preciosas baladas de country ortodoxo como Letter she sent, la manera de ir creciendo que ofrece el título que da nombre al disco o el poder evocador de Glass Armour. Y que puede dejar marca indeleble con los colchones de violines que mecen Beg or Borrow days o el temblor emocional de Barely said a thing o Washday blues.

Cierto que es un disco más de americana, un disco más de sortilegios pop. Pero no menos cierto que no es sólo eso, porque nace de un espíritu que sabe beber de unas fuentes eternas y, lo que es sustancial, convertirlas en canciones que valen su peso en sentimientos.

Suena la corriente: "All the girls are complicated" - Laura Cantrell



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