
Recuerdo que sobre 1993/94 dejé Valencia para irme a vivir a Paraguay. Pero aquella primera época retornaba a la ciudad levantina cada dos o tres meses por cuestiones de trabajo. En Valencia, ciudad a la que había ido en 1990 sin conocer a nadie, frecuentaba varias tiendas de discos, pero me había hecho amigo de un tipo que tenía su local creo recordar que detrás de la plaza de toros, cerca de la estación de tren. Durante estas vueltas continuas, él me iba guardando diez, doce, veinte discos que hubieran salido y considerara que debía prestarles atención, teniendo en cuenta mis gustos. (...)
Allí me iba yo por las tardes, pegaba una escucha más bien rápida a todos esos discos en la trastienda, y elegía varios para que cruzaran el charco en mi maleta. Muchos eran apuestas a ciegas, por falta de tiempo y saber la imposibilidad de hacerme con ellos al otro lado del mundo (está de más recordar que no había Internet). Uno de aquéllos se llamaba Sandbox y venía firmado por un tal Erik Voeks. Escuché My dentist y Finger painted cat y no hizo falta más. ESO se venía conmigo, ESO era un tratado perfecto de power-pop, de guitarras saturadas de melodías.

El jueves pasado, de nuevo tocaba en Bilbao con banda, y de nuevo me lo iba a perder, pero esta vez con una bala en la recámara. Aprovechar mi estancia en Madrid este fin de semana para saldar una vieja deuda, que amenazaba con convertirse en maldición.
Así que de ninguna manera puedo ser muy objetivo con lo que escuché, vi y sentí. De hecho, apenas sé que contar. Salvo agradecer a Iñaki Orbezua los caramelos que nos entrega y a Erik Voeks haber dejado Kansas para haberle visto con banda, con su amigo desde los tiempos de Sandbox, Patrick Hawley, a la batería, junto a Pepe Bermejo al bajo y Juan Ferrari a la guitarra, dos tipos que han tocado con mucha gente, pero a los que yo recordaré especialmente por estar
junto a Miguel Ángel Villanueva cuando Los Brujos grabaron aquel Sin ver el sol, como ya conté alguna vez, una de las joyas más estratosféricas publicadas en este país.

Y Voeks repasó un buen puñado de Sandbox, de la preciosa The Symmetry a esa balada tan costelliana de Rhymes with train, pasando por Oh my darlin’, la eterna Hannah, de una belleza pop insuperable o la brutal Let go now con la que cerró el set antes del bis. Dicharachero, contando anécdotas y pareciendo disfrutar a tope con lo que estaba viviendo, hizo parada en el ep Free Range con la hispanizada Olé y los juegos de guitarra y melodía tan XTC de Hate, y en su último trabajo, Finulu, titulado así por la hija de Hawley, con la preciosa melodía a tres voces de la cortante Descending from a daydream, pura ambrosía beat, o la directa Dark angel of Delmar con la que abrió el show.
Puro power-pop, pura energía, pura melodía, pura maldición superada.
*Puedes comprar su ep Free Range en vinilo vía Spring RecordsSuena la corriente: "Descending from a daydream" - Erik Voeks
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