lunes, 27 de mayo de 2013

160 metros: Una historia del rock en Bizkaia
La memoria del presente



160 metros es la distancia que separa las dos márgenes de la Ría de Bilbao, con el Puente Colgante como testigo y punto de conexión entre ambas. Dos maneras diferentes de entender la realidad social, cultural, musical, y aún así, dos maneras complementarias y necesarias. (...)


160 metros: una historia del rock en Bizkaia es un proyecto audiovisual que pretende documentar gráficamente la evolución musical transcurrida al mismo tiempo que Bilbao comenzaba la evolución urbanística, social y cultural que ha desembocado en la realidad de una ciudad muy distinta a la que conocíamos. Y todo ello, tomando como argumento vehicular, como médula espinal de toda esta historia, la propia Ría.

Con guión y dirección de Álvaro Fierro y Joseba Gorordo, y bajo la producción de Diego Urruchi y Raúl López Ortega, el primero de los cinco capítulos (financiado vía crowdfunding) en los que se irá presentando el documental se estrenó el pasado jueves día 23 de mayo en la sala Bilborock. Un motivo más que excelente para pulsar el recuerdo de una historia que, como todas, nos ha traído hasta aquí.

Cada escena musical es hija de las anteriores y ha ido mutando en consonancia a la del propio ambiente que le rodea. Bilbao es hoy una ciudad muy distinta, que incluso estos días, metida de lleno en la vorágine del paso del tiempo hacia un futuro descrito y esperado como mejor, pierde otro de sus símbolos que parecían eternos, San Mamés. Pero esta nueva ciudad, cuya primera piedra del cambio fue el museo Guggenheim, tras la operación sin anestesia que supuso la reconversión industrial de los años 80, no deja de ser hija de la anterior. Y la actual escena musical tampoco puede entenderse sin lo que ocurrió.

Este primer capítulo son apenas 14 minutos de aperitivo, 14 minutos en los que constatar los cambios sociales y económicos de boca de especialistas, y asentar aquella realidad musical de la mano de quienes más saben de ello. Con la muerte de Iosu Eskorbuto como telón de fondo, y Zarama o Los Clavos como primeros ejemplos de las dos caras del espejo de una música que, al fin y al cabo, nace de las mismas fuentes primigenias.

Para los que, aún siendo de Bilbao, seguimos aquella época a muchos kilómetros de distancia, no deja de ser un documento imprescindible. Alguna vez he comentado la indescriptible ilusión que nos supuso en su día poder ir al Marquee o al Rock-Ola de Madrid a ver a Los Santos o Lavabos Iturriaga. Lo que vino después, el punk crítico de la margen izquierda y el pop y el rock más arraigado con las corrientes de aquel momento en la derecha, tuvimos que seguirlo aún más lejos, con un océano de por medio.

Para los que vivieron aquéllo en primera persona, o incluso los que por la edad no lo hicieron, no deja de ser la historia que les ha traído hasta aquí.

Y en general, para todos los que amamos la música, 160 metros no deja de ser memoria necesaria de un lugar y un tiempo.
Una gozosa historia de rock’n’roll.

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