martes, 23 de abril de 2013

Searching for Sugar Man
Reflexiones sobre la historia irrepetible de Rodríguez


*Autor: Jaime G. López "Desperdicios"

Tipos intuitivos que somos, acudimos la noche previa a los Oscar a disfrutar en una sala de cine del documental Searching for Sugarman del sueco Malik Bendjelloul. Y no negaremos que caímos de lleno en el hechizo de la historia que tan brillantemente se cuenta en el documental y de las reflexiones y paradojas que encierra. (...)


Y de eso queremos hablar y no tanto contar la película o alabar sus  meritorios recursos narrativos. Vamos, que la crítica de cine se la dejamos a otro. Eso sí, aviso para navegantes: si aún no has visto esta joya, abandona la lectura en este momento y procede a visitar el cine más cercano. Te evitarás el disgusto de que te la destripemos y además te garantizamos la satisfacción.

Para los que seguís leyendo, aquí van, como hemos comentado, unas cuantas reflexiones que nos provocó esta maravillosa Searching for Sugarman.

En primer lugar, es necesario destacar el canto que supone esta película a la universalidad de la música y su capacidad para traspasar fronteras. Solo así se explica que las canciones de un cantautor urbano de ascendencia latina en una ciudad industrial en declive norteamericana lleguen a calar, y de qué manera, al otro lado del mundo, en el cono sur de África. Desde luego, existían todas las posibilidades para que una propuesta musical tan singular y concreta no llegara a salir de su país de origen. Ni siquiera resulta tan excepcional que debido a lo costumbrista de la propuesta, la época de ebullición musical en la que fue creada en un mercado tan vasto como el norteamericano, ésta pasara desapercibida hasta en su país, como así ocurrió. Lo increíble es que esa música llegara tan lejos y el aislamiento y autarquía en la que vivía el régimen sudafricano amplificara su impacto y la convirtiera en un referente muy por encima de otros totems de la cultura musical moderna como el propio Dylan, a quien se menciona en varias ocasiones en el filme.

Y cierto es que esto resulta un poco extraño, hubiera resultado mas lógico que los temas del bardo de Duluth, aquéllos que creó en los años 60 con la lucha contra la segregación como leit motiv, se hubieran convertido en la banda sonora en la lucha contra el régimen de terror que había instaurado el apartheid. Y no los temas urbanos y personales de Rodríguez. Y esto nos lleva a la primera incógnita que quizás no resuelve perfectamente la película. Se nos relata por parte de sudafricanos blancos cómo la música de Rodríguez se convirtió en un referente de la rebeldía contra el apartheid por parte de la juventud blanca. Lo que no se explica es que esos mismos jóvenes rebeldes eran seguramente los hijos de los que al menos con su silencio hicieron perdurar el régimen. Por otro lado, tampoco se habla de grandes acciones por parte de quienes nos relatan la trascendencia del mensaje de Rodríguez en la lucha anti apartheid. Claro es que vivieron el momento y su posición era totalmente contraria a ese sinsentido, pero poco más se dice. Tenemos la sospecha de que la música de Rodríguez fue simplemente la banda sonora de la generación que vio la caída del apartheid y de todas las prohibiciones que el régimen dictatorial suponía para la juventud blanca del momento, incluido el gran aislamiento en el que vivían frente al resto del mundo. Y aunque no afirmamos que esto sea así, lo intuimos por lo etéreo de la presentación de esta parte de la historia. Argumentación que se ve reforzada por la ausencia de testimonios de sudafricanos negros constatando la importancia de las canciones de Rodríguez en su lucha.

Lo que nos lleva a la gran paradoja de la película. Y es cómo un supuesto referente, aunque involuntario e indirecto, de la oposición al apartheid, resultara esquilmado por el turbio propietario de la discográfica Sussex y que ese personaje resulte ser negro. Lo que no deja de probar que la maldad humana no tiene color ni conoce de razas. Seguramente, la secuencia de la entrevista con Clarence Avant es el momento cumbre de la película, ya que a posteriori entendemos que durante décadas el artista no solo no recibió un solo dólar de las imparables ventas de sus trabajos en Sudáfrica, sino que se le privó de la posibilidad de vivir su sueño al otro lado del globo, condenado a vivir una vida anónima y sin esperanzas de dedicarse a la música. Desde luego, el Sr. Avant supera con creces al peor villano que pudiera crear Hollywood. Quién sabe si la encrucijada en la que ahora vive la industria musical no sea castigo karmico por las actuaciones de personajes como el propietario de Sussex Records.

Y en relación a la música, ¿qué decir? Salvo que nosotros también quedamos atrapados con la primera escucha de las canciones de Rodríguez. Por un lado, esa sensación ya perdida hace tiempo de enamoramiento a primera escucha de una música original de un artista con voz propia. En estos tiempos de constante revisión musical, la sensación de deja vu ante el último gran descubrimiento suele ser constante. Por otro, los fascinantes arreglos de las canciones sobre la voz y el muy personal rasgueo del músico.

Por ello el hecho de estar ante un artista con voz propia y un repertorio redondo, de esos que fascinan nada más ser descubiertos, y las circunstancias que narra el documental, han provocado que nosotros también lo valoremos quizás por encima de sus cualidades objetivas. ¿Pero qué es la música si no subjetividad y sentimiento?

Cierto es que hay ecos claros, desde el mas obvio a José Feliciano en su etapa iniciática,  especialmente en el timbre de voz de Rodríguez, y no nos referimos al origen latino de ambos ni  a las gafas de sol que definían su imagen. También al compañero de sello Bill Withers y su discurso de cantautor working class. Por último, cabe destacar que el repertorio de Rodríguez es el de un singer-song writter de guitarra de palo, al que muy convenientemente sus acertados productores envolvieron de portentosos arreglos con vientos, incluyendo flautas, bajos en primer plano y característicos arreglos de teclados de la época. Por ello, es un gran acierto el tiempo que dedica el documental a los tres productores que participaron definiendo el sonido de esas canciones que lo emparentan con muchas producciones de la época.

Y podríamos seguir disertando sobre esta maravillosa joya que ha elevado el listón del documental musical, muy dado a la hagiografía y discurso plano, a cotas muy altas. Se trata, me temo, de una historia irrepetible, porque si bien de historias de fracasos injustos está la historia de la música llena, segundas oportunidades tan milagrosas hay pocas.
*Autor del texto: Jaime G. López "Desperdicios"
Suena la corriente: "Sugar Man" - Rodríguez



3 comentarios:

  1. Anónimo12:53 p. m.

    A mi también me encantó el documental. Pero me surgieron dudas:
    Sinceramente creo que lo mejor de Rodriguez es el documental.
    Han creado un personaje. No creo sinceramente que la historia tuviera esa magnitud. ( sin dejar de ser cierta)
    Han sabido contar la historia muy bien, con el punto de giro espectacular de descubrir que seguía vivo después de mucho buscar y darle todo el mundo por muerto. (Un tipo que se presentó a Alcalde, no debía ser difícil de encontrar)

    Igual que no aparecen negros hablando de lo que supuso la música de Rodriguez para ellos, tampoco creo que fuera mas conocido que los Rolling en Sudáfrica ( habría que hablar con gente de allí, para ver si efectivamente era una mega estrella, o simplemente un disco conocido ( ya es interesante solo por eso) . Creo que cuando realmente se ha hecho popular, es ahora gracias al documental

    Tampoco creo que el malo fuera tan malo. Probablemente a él tampoco le llegaran tantos ingresos como se suponen.

    Y por último la música de Sixto Rodriguez:
    No cabe duda que tiene personalidad. Pero.... de ahí a decir que Dylan a su lado era un blando, o algo por el estilo ( no recuerdo bien) ....pues no comento...
    Por otro lado, sin quitar mérito a su música, efectivamente en el documental, los fragmentos escogidos la hacen muy muy interesante, pero he probado a escuchar los discos enteros, y no aguantan de la misma manera...
    En fin, creo que es una historia preciosa. Que está muy bien contada. Rodriguez se merece eso y mucho mas. Y el director y guionistas han hecho un trabajo espectacular

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  2. Hola!
    Independientemente de lo que pueda aportar "Desperdicios", te doy la razón en varios puntos, pero sobre todo en uno, basado en mi experiencia.
    En 1988, aún con Botha de presidente y el apartheid, la vida me llevó a vivir en Sudáfrica buscándome la vida como becario, y más solo que la una. En Johannesburgo las cosas parecían que empezaban a cambiar algo, y pude moverme en bastantes ambientes de rock underground, salas y garitos, y aunque sí recuerdo que me hablaron de Rodríguez (más que nada me llamó la atención por el nombre hispano), tampoco me pareció que fuera una estrella. De hecho, lo olvidé hasta que ahora ha vuelto a hablarse de él...
    Y en los ambientes only black, que también pude frecuentar (ya digo, en la ciudad había "grey areas" que llamaban, donde más o menos convivíamos juntos blancos y negros), la música que escuchaban era otra, el rock o sus ancestros no eran muy populares.

    Eso sí, la película me parece un delicioso canto a la música en sí.

    Un saludo!

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  3. Anónimo1:36 p. m.

    Interesantes reflexiones tambien a las que no puedo dar respuesta. Solo opiniones como en mi articulo.

    A mi personalmente - y estando de acuerdo que el documental es tan bueno y está tan bien narrado que magnifica el mensaje y la musica - si me ha llegado la musica fuera de su contexto documental. De hecho creo que el documental ayuda a entenderla mejor en toda su crudeza y desesperanza pero como siempre la musica funciona mejor sin imagenes.

    Sobre la magnitud de Rodriguez vs los grandes del rock , no dejemos de lado la censura que retrata la pelicula. Es decir tipos como los stones y otros grupos influenciados por la musica negra no creo que circularan libremente en Sudafrica. O quizás si quien sabe. Pero solo razono que en un pais con control y censura puede ocurrir que lo menor se convierta en mayor. De hecho uno de los mensajes es ese que todos creian que Rodriguez era un grande fuera y no dan credito cuando se dan cuenta que no es nadie.

    Y sobre el productor, si seguro que los royalties no llegaron en su totalidad pero creo que la catadura moral del personajeq ueda clara cuando dice que porque se tiene que preocupar por un contrato firmado en los 70s o aquello de "Sudafrica, ¿desde cuando son libres alli?" . No se trata de criminalizar pero en fin el sujeto se retrata él solo.

    Jaime "Desperdicios"

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