lunes, 4 de febrero de 2013

Camper Van Beethoven
La Costa Perdida (429 Records, 2013)
De vuelta al surrealismo


Uno aún no olvida las sensaciones que experimentó cuando en 1992 cayó en sus manos el primer Lp de una nueva banda de nombre Cracker. Sí, era aquél mítico disco con la lata de sardinas en la portada. Y digo bien lo de mítico, porque por muchas razones (lo bueno de los discos es cuando quedan anclados a memorias y recuerdos especiales) alcanzó tal consideración para quien esto escribe. (...)


Y ocurrió de esa manera nada insospechada para quien tiene la costumbre de manchar las yemas de los dedos. Revisando novedades en la cubeta de una tienda valenciana, una portada que por alguna razón llamó la atención (como casi todo lo que tiene grasa) y un vistazo a quiénes estaban detrás de aquéllo. Y un nombre que centraba la atención, David Lowery. Hombre, el beethoviano más underground de los bajos fondos.

Porque Camper Van Beethoven habían sido uno de los nombres más representativos del llamado college-rock del primer lustro de los 80, esos grupos que se movían en el entorno de las radios universitarias de cualquier ciudad media americana. Y porque habían supuesto una paleta de sonidos, un pastiche a priori difícil de combinar pero con resultados excitantes. Por sus venas corría rock de raíces, folk, psicodelia, lo que más tarde se llamaría músicas del mundo (con especial atención al este de Europa), ska, country, y todo ello amalgamado con un surrealismo lírico (prácticamente un carácter ideológico del grupo) y una actitud y espíritu puramente punk. Y a pesar de lo inopinado del asunto, el resultado funcionaba. Y así nacieron discos tan suculentos como Telephone free landslide victory (1985), Camper Van Beethoven (1986) o el fantástico Our beloved revolutionary sweetheart (1988), un título que siempre consideré bello y perfecto.

Terminados CVB con el disco Key lime pie (1989) y centrado Lowery en su nueva aventura más rockista, parecerían pasto de nostálgicos, a quienes epataban, una vez más, con la revisión canción a canción del Tusk de Fleetwood Mac, una broma grabada en 1987 y editada en 2002. Pero esta edición encendió de nuevo la llama de los antiguos compinches y dos años después (15 tras su disolución) tuvimos nuevas canciones en el casi conceptual New roman times. Y tras casi otra decena de años en espera, después de que Lowery iniciara carrera en solitario en 2011 con el más que interesante The palace guards, vuelven los surrealistas cerebrillos, con al menos buena parte de los miembros de siempre (Krummenacher, Lisher y Jonathan Segel, además de Lowery).

Y bueno, digamos que el batiburrillo de influencias sigue estando ahí, que en muchas ocasiones son canciones extrañas con elementos que parecieran no encajar (Too high for the love-in), con más de un momento de sonido puramente Cracker (Come down the coast y Northern California girls podrían figurar en cualquier disco reciente de éstos), con sus clásicos aires entre el ska jamaicano e Irlanda (Peaches in the summertime), bellezas sentidas (la deliciosa Love for all time), country hispanizado (La costa perdida), folk de estructura inglesa y progresiva (Someday our love will sell us out) y ese surrealismo onírico y psicodélico tan propio en ellos.

Pero, pero, pero,…, no sería un disco que recomendaríamos a quien quiera entrar en el mundo de Camper Van Beethoven. Escucha tras escucha ha ido subiendo en matices y gustos, pero tenemos que reconocer que tras la primera, estuvimos a punto de aparcarlo sin más miramiento.

Porque se nos antoja un simple disco de reencuentro (al menos el nuestro con ellos), pero la sensación primaria que provoca es la de querer recuperar sus obras anteriores. Más que sutil diferencia.

Suena la corriente: "La Costa Perdida" - Camper Van Beethoven


3 comentarios:

  1. Ayer me hice con él al leerte, emocionado. Los Camper (y los Cracker claro), han sido mucho mucho para mí en esta vida. Pero a la primera escucha me dejó no muy buenas sensaciones. Intentaré darle más oportunidades. Me encanta que recalques el "Our beloved...", canela de las canelas. Saludos.

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    1. Johnny, lo siento si la reseña no fue del todo explícita. Igual que a ti, la primera escucha me dejó enormemente frío. En posteriores oídas, ha subido algo el valor de algunas canciones. Pero creo que es un disco mediocre, y seguramente más dentro de su discografía. Por eso decía que lo que realmente te apetece al escucharlo es recuperar ésta. Desde luego, no es nada parecido, ni por asomo, al Our beloved... Como bien dices, canela en rama.

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    2. Oh no, amigo, explícita ha sido total, lo que sucede es que ayer leí el título, no pude comentarte pero corrí raudo y veloz a hacerme con él, pero vaya, las mismas sensaciones que tú en un principio, lejano de grandes como el mencionado.

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