viernes, 30 de marzo de 2012

Mark Lanegan Band
Kafe Antzokia, Bilbao (27/03/2012)
Cosas de la fiebre


A ver, pude haber sido yo, pero algo me dice que no. Asistir a un concierto de Mark Lanegan con alguna décima de fiebre, un estado de abotargamiento general y unas ganas locas de haberte quedado sobre el sofá y bajo una manta (a pesar de una temperatura exterior deliciosa) no es la mejor de las predisposiciones. O tal vez sí, dada la especial intensidad febril que es capaz de transmitir. (...)


Sin embargo, esta intensidad prevista no logró adueñarse del concierto. Algo fallaba casi, casi desde el principio. La banda, sección rítmica y guitarra, más teclista, steel y programaciones varias aunadas en una misma persona, sonaba más o menos compacta, pero la voz de Lanegan, esa su gran baza, quedaba completamente tapada, y no creo que fuera únicamente cuestión de volumen. No dudo que ecualizar una voz tan particular, con tanto grano, sea complicado. Pero el martes no se consiguió. Siempre que achaquemos el hecho a un problema técnico. Bien pudiera ser que simplemente Lanegan no tuviera su noche. Pero él es una comunión perfecta entre voz e intensidad. Y si falla algún elemento de los dos, se resiente todo.

Ver si se encontraba a gusto sobre el escenario, para atisbar si era consciente de los problemas, es un imposible. Porque en puesta en escena, mantenía su leyenda. Hieratismo estático absoluto, presentación escueta de sus músicos mediado el concierto y nula interacción con el público. Con ausencia absoluta de juego de luces, el escenario se mantuvo siempre iluminado con una tenue luz rojiza, y sin ningún foco dirigido hacia nadie de los ejecutantes. Pero todo esto es marca de la casa, y nunca, las varias veces que he visto a Lanegan en concierto, había supuesto ningún handicap. Así que los problemas no venían por ahí.

Musicalmente, se centró en sus dos últimos discos, Bubblegum y Blues Funeral, con paseos esporádicos por casi toda su producción en solitario, pues por allí sonaron desde Pendulum a Methamphetamine Blues, e incluso el Crawlspace de Screaming Trees. Y no obstante lo descrito, momentos álgidos sí hubo, a destacar Quiver Syndrome, que si a cada escucha de Blues Funeral aparece como la canción más intensa, en directo consiguió un apabullante momento de éxtasis. Lástima que no lograra mantener el mismo nivel durante la escasa hora y media.

En fin, entre estados febriles propios, Lanegan en sí mismo, o vete tú a saber qué, el concierto se me fue escapando entre los dedos.
Esperamos recoger el agua en próximas ocasiones.

Pero como he dicho, definitivamente mi estado tuvo que influir. Porque cuando los teloneros, los belgas Creature with the atom brain, desentrañaban una música muy cercana a los postulados más oscuros de Lanegan con gotas de stoner, psicodelia y noise, durante uno de sus extensos punteos de guitarra, comenté si no sonaban  a unos Triana o Imán evolucionados.
Claro, tuve que responder nada a la pregunta de qué había fumado.
Cosas de la fiebre.

Suena la corriente: "Quiver Syndrome" - Mark Lanegan Band


9 comentarios:

  1. Pues no fue la fiebre. Yo estuve allí y no estoy muy seguro de haber asistido a un concierto de Lanegan o qué. En primera fila y en plenitud de mis facultades (con apenas dos cervezas en mi estómago) estaba preparado, predispuesto, pero... NO. Olvidémonos de los teloneros. ¿Dónde estaba la voz de Mark Lanegan? Lo tenía a metro y medio y no es que no se escuchara a través del micrófono y un sonido mal, muy mal, ecualizado donde la guitarra sonaba muy bien pero sonaba atronadora, porque no habíamos asistido para una exhibición de su guitarrista sino para que su voz nos hipnotizara, nos revolviera las tripas, nos emocionara, con la ilusión de que el directo multiplicara todas estas sensaciones que sí que trasmite en disco, y la voz no se escuchaba.
    Desganado sería lo menos que se podría decir, harto quizás de noche tras noche tener que repetir un setlist que miraba a sus pies con desprecio. No se movió de su metro cuadrado de escenario (y tampoco creo que nadie fuera a verlo bailar) pero su apatía iba mucho más allá: NO ESCUCHABAMOS SU VOZ. Una hora y cuarto y gracias. ¿Afónico y no quisieron suspender? Y la gente extasiada y yo me preguntaba qué cojones les emocionaba, si de verdad estaban en la misma dimensión que yo.
    Lo que no faltó fue mucho modeLnillo y mucho segurata que no dejaban ni apoyar los pies en las escaleras debajo del escenario, ¿qué pensaban, que íbamos a subir al escenario y comérnoslo a besos? Entre otros les jodió la noche a los fotógrafos que no dejaron trabajar.
    Sería una ilusión un mundo lleno de Leonard Cohens, Patti Smiths, Willie Niles y Elliott Murphys, quizá se lo perdonemos a Van Morrisons y Bob Dylans. Pero, por ahora, Mark Lanegan no tiene ni la humildad y entrega de los primeros, ni la grandeza artística de los primeros y los segundos.
    Las entradas agotadas y un montón de sordos encantados. Nos dieron gato por liebre.

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    1. Coco, pues siento que en este caso tengamos que coincidir. La gente con la que fui, "laneganistas" convencidos, estaban bastante frustrados con la voz ya desde el primer tema. Y, pasada ya la fiebre, todo me indica que no era un simple problema técnico.No tuvo su noche, y ya está.
      Pena no habernos conocido en persona.
      Mañana estaremos en Lambchop a las 8 y en Willie Nile a las 10.
      Repites con el canijo Nile?

      Un abrazo.

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    2. Estaré a tres mil kilómetros, sino a buen seguro que haría doblete.
      UN ABRAZO!

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  2. Joé, tío, te entiendo perfectamente; un concierto de Mark Lanegan sin poder apreciar su voz debe ser como ver a los Stones sin Kiz a la guitarra. Hace un año y pico tuve el placer de poder escucharle aquí en Sevilla; vino acompañado por Isobel Campbell y a veces él se retiraba dejando que ella nos hundiera en la miseria con su vocecita. Todo volvía a resurgir cuando Mark reaparecía en el escenario. Así que... repito... te entiendo perfectamente.

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    1. Es que aunque siempre digo que Lanegan es pura intensidad, su 80% mínimo es la voz. Buena comparación con Kiz.
      Y eso es lo que amarga.
      Abrazote, carrascus.

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  3. Anónimo4:11 p. m.

    Vaya! Menos mal que no soy el único que se preguntaba dónde estaba su voz. Creo que fue la única vez que no la he podido disfrutar en directo (y eso que le he visto mas de una docena de veces, bien en solitario o en sus múltiples colaboraciones).
    Eso si, lo que quedo claro es que no todos vamos a un concierto por la música!
    Saludos

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    1. Pues sí, parece que vamos saliendo de la cueva. es que hubo un momento que escuchaba a la gente que muy bueno el concierto, y pensé que era yo. Pero poco a poco, la mayoría de las crónicas van apuntando los problemas.
      Resumiendo, fue un concierto decepcionante.

      Y totalmente de acuerdo en tu última apreciación. Hay mucha gente que sigue yendo a los conciertos a lucir palmito. Ayer sábado, Lambchop y Willie Nile, con media entrada cada uno. Ahí sí estaban los interesados en la música.

      Cada vez más veces, en los conciertos con entradas agotadas, hay demasiado modelito.

      Es lo que hay.
      Bienvenido y un abrazo.

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  4. Gran crónica, me gusta la objetividad que desprende. No todos los días salen buenos, con fiebre o sin ella. Saludos.

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    1. Así es, Johnny, lo malo es que cuando salen malos, jode. Pero así es todo, la vida y el rock.

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