lunes, 11 de abril de 2016

Chencho Fernández
Kutxa Beltza, Kafe Antzokia, Bilbao (08/04/2016)
Nos las dio

Chencho Fernández (by Josetxo Río Rojo)
Es algo tan simple como unas palabras. Que sean capaces de trasladar un estado de ánimo, una manera de encarar un día, una noche, una vida. O una manera de poner fin a ese caminar. Palabras que puedan crear historias capaces de identificar al oyente, enroscándolo entre las mujeres barbudas de El callejón dorado o entre esas derrotas contra el olvido, capaces de hacer derramar lágrimas en una canción como Una buena noche, uno de esos recorridos que se antojan inolvidables si alguna vez te han hecho llorar. Y sí, lo ha hecho.(...)

Algo tan simple como esas letras que reptaban por las paredes de la Kutxa Beltza, se deslizaban por el suelo y nos hacían buscar al perro callejero que nos condujera a la cena de pobres diablos invitados. Tan simple que lo vivimos.

Es algo tan simple como unas notas. Que unidas sean capaces de crear melodías, armonías, sonidos que nos abracen, nos despierten, nos narcoticen, nos arrullen, nos zarandeen... Y que a la vez sirvan de estilete para rasgar el brocado. 

Chencho Fernández (by Josetxo Río Rojo)
Es algo tan simple como unas canciones. Como simples canciones. Pero que levante la voz quien las tenga. Canciones como La estación del Prado y la nostalgia del amigo, como Este matrimonio no casa y la nostalgia de la amada / del amado, Dadá estuvo aquí y la nostalgia del lugar, Si alguna vez mueres joven y la nostalgia de toda una vida, una vieja farsa. Sonaron esas canciones y no cabía otra que ir sintiendo su nostalgia combinando esa tristeza propia de la melancolía con la alegría de poder vivirlo.

Es algo tan simple como una actitud. La de un músico como el sevillano Chencho Fernández, derramando dardos entre las comisuras, recitando la compleja El callejón dorado, enarbolando El rayo que no cesa para dejar a mitad de canción el escenario y permitir que la banda lleve el peso, convirtiendo en puro Lou Reed a Bob Dylan, llegando así a ser la amalgama que lleva de uno a otro en esa rima asonante que marca el tiempo de la castellanizada Amor bajo cero, lanzando las bombas españolas que cantaran los Clash. Un Chencho Fernández sazonando el aire de guiños malajes, de maldades bien traídas y llevadas, de las oscuridades que tanta luz han dado al rock’n’roll. Un Chencho Fernández capaz de dar a la banda la importancia debida y al mismo tiempo exigir para él, aún de manera inconsciente, todas las miradas, todos los anhelos, todos los deseos.

Es algo tan simple como una banda, estela de los más necesarios que nunca All La Glory, que entienden las canciones, y las cabalgan, arrastrando hasta pegar a la piel la inédita La Fosa con la que abren, encajonando El callejón dorado entre desarrollos psicodélicos y recitados de carretera sin salida, haciendo El rayo a punto de caer cortante, llevando Algo que hacer a la contundencia del hard sin perder de vista al Reed de riffs graníticos, demostrando la fuerza de puro rock’n’roll de Radio Fun Club, y elevando las guitarras de Juano Azagra e Israel Diezma hasta el altar en el que juegan con la voz y la presencia hipnótica de Chencho.

Todo era esa Sevilla nocturna y canallesca pensada por algunos sin saber si es cierta. Desde lejos.
Uno de estos días voy a darte la canción, para que no la olvides nunca jamás, canta en una La canción que sin embargo no sonó esa noche.
Pero nos las dio, y no las olvidamos.

Suena la corriente: "Una buena noche" - Chencho Fernández



4 comentarios:

  1. Una gran noche, mucha nostalgia en la voz y los sonidos. Estupenda reseña.
    Abrazo.

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    1. Lo fue sin duda, Addi. Y más que vendrán. Gracias y abrazos.

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  2. Qué gran crónica, cuánto me hubiera gustado estar con vosotros en esa "buena noche". Abrazos.

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