martes, 11 de febrero de 2014

Slim Cessna's Auto Club / Screamin' George & The Hustlers
Sala Fever, Bilbao (08/02/2014)
Carne de dudosa procedencia


Hay veces que las conjunciones entre bandas se producen de forma natural, sin esas fricciones que en más de una ocasión tienen lugar entre supuesto telonero y grupo principal. No deja de ser un arte el bien elegir quién abre un concierto, a quién corresponde la labor de caldear un ambiente para que las supuestas estrellas encuentren al público en óptima receptividad. Sin que chirríe la transición de una propuesta a otra. (...)


La elección de la dupla formada por los locales Screamin' George & The Hustlers por un lado, y los naturales de Denver Slim Cessna’s Auto Club por el otro, se antojaba con todo el sentido, encajaban como anillo al dedo, o, ya metidos en harina, como la soga al cuello del elegido por el juez de la horca. Y no tanto por las directrices musicales en que se mueven cada uno de los combos, más orientados al garage cacofónico con un pie en el rock’n’roll primitivo los primeros, y con los dos pies en la música de raíces preñada de country, blues y hillbilly los segundos. Pero ambos, con la espita abierta por la que emana el vapor del más incendiario espíritu punk. Y ambos con el hipnótico quehacer de un frontman capaz de jugar con la invocación al averno o a los más bajos instintos de la santería, al fin y al cabo dos caras de la misma moneda. Screaming George como individual meretriz de los bajos instintos, y Slim Cessna y Jay Munly como sonora dupla encargada de porfiar con el más allá.

No ocultamos los más de un nexo (amistad, colaboración directa) que unen a The Hustlers con las diferentes barcazas que surcan este Río. Y aún así tratamos de mantener una cierta distancia en cuanto ellos pisan un escenario. Que lo consigamos es otro cantar que, lo reconocemos, nos importa un guano. El sábado volvían a un escenario tras unos meses en los que habían tenido que conjuntar las piezas de un cambio en la batería. Prueba más que superada, uniendo su nombre a la cada vez más numerosa lista de bandas locales con féminas aporreando las baquetas, otorgando esa cadencia tan especial (que tanto nos gusta) no exenta de potencia. Y potencia y conjunción en las tres guitarras al frente es lo que ofrecieron, posiblemente en uno de los mejores bolos que les hemos disfrutado. Desde los riffs hirientes de Sometimes al puro garage psicotrópico de la excelente Wolfman, desde el rock arrastrado, más clásico, más chulo, de Never forget, una canción que crece en cada acorde y que pide sección de vientos que la abrace, hasta el potentísimo chorro fuzz de Party, y encarando el camino hacia el bucle ruidista y psicodélico de Get out of here mientras Lagartija George limpia el suelo de la sala con su cuerpo, para terminar escupiendo su espléndida versión del Rock and Roll. Casi una hora que ponía en su justa medida una actuación con visos e intenciones de ser complementaria, para nada un simple entrante.

Y minutos después, al toque oscuro y angosto, negruzco y angustioso, de Americadio, Slim Cessna y Jay Munly, acompañados de su atrabiliaria familia, comenzaban su particular ejercicio de exorcismos a golpe de guitarras rabiosas y contundencia extraída del más profundo sur americano. A pesar de que no tuvieron su mejor noche, uno no puede por menos dejar de pensar en Leatherface y su extraña (y entrañable, qué coño!) familia, como si los presentes fuéramos los incautos que hemos osado acercarnos a su granja. Los oscuros ojos maquillados de Munly, la imagen alternativa con el Corazón de María y el Sagrado Corazón que decora la guitarra de doble mástil del calvorota Lord Dwight Pentacost, la oscuridad visual de la teclista y steel guitar, y la poco confortable cercanía de bajista y batería parecieran contrastar con la supuesta bonhomía de Slim Cessna. Pero mientras éste es sometido a una hipotética expulsión de demonios a los sones de Jesus is in my body – My body has let me down, uno sabe que es el menos fiable de todos, aquél con el que irías a tomar una birra para caer en las fauces de su familia. Juegan como pocos con el country, los sonidos de la pradera y la montaña, el hillbilly, y todo a golpe de punk (en esta ocasión con una más que agradecida ausencia de toques góticos), bailes vaqueros y coros de taberna, tan clásicos como Magalina Hagalina Boom Boom o A smashing indictment of character, dos canciones capaces de brillar por ellas mismas. Y sin embargo, a pesar de su extraordinario He, Roger Williams final y de andar presentando el disco SCAC 102 An introduction for young and old Europe, que no es más que un recopilatorio y la base musical del concierto, tal vez el ser la última fecha de una gira europea que ha metido la locura de 17 bolos en 18 días, les hizo sonar más lineales, menos sorprendentes que su anterior visita a Bilbao hace un par de años.

Es posible que la nevera de su furgoneta estuviera a esa hora vacía de carne fresca de dudosa procedencia. Y ellos mismos contestaron: This is how we do things in the country

Suena la corriente: "This is how we do things in the country" - Slim Cessna's Auto Club

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