jueves, 13 de febrero de 2014

Edmund's Crown y el incombustible Greg Pope
Sabores de pop del sur


Qué hace a un disco prácticamente desconocido un objeto de culto? Pues supongo que el deseo de uno mismo de que lo sea, bien porque llegó a su vida en momentos concretos y especiales, bien porque le gustaría compartirlo con mucha gente pero no la encuentra, o bien porque desea que siga siendo casi desconocido, para su extremo deleite. Más extraños caminos tiene el género humano... (...)


Pero bueno, hoy en día, con una red de información casi infinita al alcance de un clic, es difícil mantenerse en completa soledad. Aún cuando esa red en algunas ocasiones dé muy poca información. Ni sé ni me importa si Regrets of a company man alcanza la categoría de disco de culto. Un grupo tan efímero como Edmund’s Crown posiblemente no cumpla determinados requisitos. Regrets… tampoco es en sí mismo una piedra filosofal de un tipo de música. No cambió ni el pasado ni el futuro de los implicados. Tiene piezas espléndidas y otras más descartables. Y principalmente, no es tan viejo. De aquí al lado, de 2006.

Pero fue un disco al que acudí mucho en su momento. Porque no será la panacea, pero es un magnífico ejercicio de power-pop americano, con todo lo que ello conlleva. Tanto, que se convirtió en una especie de joya oculta. Y detrás del apelativo comercial de Edmund’s Crown, estaba un tipo que luego ha seguido creando pequeñas artesanías pop ya bajo su propio nombre, Greg Pope.

Durante la segunda mitad de los 90, Pope, procedente de alguna otra banda, se había aliado con Patrick Andrew para dar forma a Eager, que llegaron a editar un disco homónimo de puro regusto pop antes de que la quiebra de su compañía discográfica diera al traste con su continuidad. Originario de Carolina del Norte, Pope coincidió en Nashville con el batería David Sprouse, pusieron en común gustos y coincidencias sobre la opinión que les merecía el estado de la música, contactaron con el bajista Jeremy Richards y nació Edmund’s Crown. Una banda decididamente centrada en hacer simple y energético southern power-pop. Tras dos primeros trabajos en forma de ep, publican en 2002 Collected, en realidad una selección de las mejores piezas de los anteriores más algún corte nuevo. 

Dos años después sería cuando saldría Regrets of a Company Man, su primera gran obra que también se convertiría en su último trabajo. Richards había sido sustituido por John Putman, y, una vez más, vuelven a proponer un ramillete de canciones que en ocasiones brillan como el sudor que empapa en cualquier sala de aforo pequeño retumbada por unas guitarras. Desde el ejercicio de pop estándar pero no exento de melodía que supone la apertura de Feet on the ground, uno pasea por entre resabios de The WhoBig Star y Raspberries, el eterno pop californiano y los toques de rock’n’roll entre arrastrado y glamouroso de, por ejemplo, la canción Keith Richards, con obvio destinatario, o Damsel. Pero es en Not that it matters, Eight years ago, You’re so ten years ago o The next thing donde la armonía pop explota en todo su esplendor, sin olvidar esos toques cercanos a Byrds de la maravillosa Nashville Star. Un disco que tendrá alguna oscuridad, pero claramente palidecida por sus muchos brillos.

Y qué fue de Edmund’s Crown? El propio Sprouse tuvo que dejar la banda por problemas personales durante la grabación de Regrets…, y fue Pope quien tomó las baquetas en varios cortes. Pero él mismo no renuncia a que en algún momento puedan divertirse de nuevo juntos.

Eso sí, mientras tanto, Greg Pope no ha parado de sacar discos trufados de explosiva energía power-pop a golpe de guitarras. Desde su debut Popmonster (2008), pasando por su ep Pete (2009), la banda sonora Monster Suit (Pope dirigió su propio corto, Giant Monster Playset), Blue Ocean Sky (con tanto sabor a Badfinger!) o el año pasado el impepinable Pop Motion Animation, toda una nueva aventura de puro frescor y buen hacer.

De culto? Ni se sabe ni importa. En todo caso, un delicioso disfrute.

Suena la corriente: "Not that it matters" - Edmund's Crown



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