jueves, 23 de enero de 2014

Bruce Springsteen
High Hopes (Columbia Records, 2014)
Esperando al disco ateo


Cuando se anunció la salida y el contenido de High Hopes, uno tuvo esa habitual mezcla de desapego, esperanza y pereza que últimamente asocia con cada nueva aparición por el estudio de Bruce Springsteen. Disco de retales, de descartes, disco menor, se anunciaba. Y no era mala premisa para un artista que parece cargar sobre sí mismo todo el peso de la púrpura de lo tremendo, de lo absoluto, y cuando no, se lo cargan muchos de sus, viejos o nuevos, seguidores. (...)


Grabar un disco no debería ser otra cosa más que plasmar un momento creativo y vital del artista. Nada más que eso. A unos les gustará, a otros no, unos lo encumbrarán y otros lo patearán. Pero no pasa nada más, ni deben caer muros, ni iconos, ni vacuas esperanzas, ni frígidas vendettas. Pero con Sprinsgteen todo parece extremo, excesivo. Por eso, la ausencia de la apabullante campaña de marketing parecía un signo de normalidad. Normalidad que se fue al traste con el sospechoso error de una macro-empresa de venta online. Y ahí llegó la también habitual reyerta, y quien osaba negar las supuestas bondades de High Hopes era vilipendiado, señalado e incluso insultado (como siempre, sólo según casos...)

Vale, admito que esto parece dicho a la tremenda, pero es que esa pereza de la que hablaba al principio viene dada por ese tremendismo que rodea cada paso de Bruce Springsteen. A veces pienso que se ha convertido más en una religión que en un simple cantor de rock’n’roll. Y siempre he creído que él muere por ser simplemente esto último, por mucho que la presión que parece autoimponerse impida verlo. Por eso no me extraña que el corte más apetecible del disco sea la versión de The Saints, Just like fire would, que aunque pueda haber perdido parte de la urgencia desacomplejada de la original, al menos no se aleja de otros caminos iniciados por el propio Chris Bailey a principios de los 90.

Pero supongo que todos tenemos parte de culpa en esa concepción tremendista y cuasi religiosa de su obra. En más de una ocasión he admitido creer como cierto que Springsteen salvó una vez mi vida. Y decir esto de una música posiblemente sea una exageración sin sentido. Pero lo pienso. Claro, que eso fue hace mucho tiempo. Ya no lo hace, supongo que porque entre otras cosas, yo ya no tengo salvación. Y, pasa algo? En absoluto. Hace muchos discos de Bruce Sprinsgteen que yo no vuelvo a ellos. Y no porque todos sean malos. Magic me pareció un buen trabajo, pero como casi toda su producción desde hace años, no crece con el paso del tiempo. 

Aquí, en Río Rojo, siempre hablamos de emociones. Y no las sentimos con High Hopes. Prácticamente ninguna. Si creíamos ver en Wrecking ball un aceptable mini-lp, aquí hay menos aún con lo que quedarse. Entonamos el mea culpa en cuanto a ausencia de emoción en casi todo lo que lleva el toque Tom Morello. Es así, nunca nos ha dicho nada, ni antes ni ahora. Reconocemos que ejercicios como Harry’s place o Down in the hole nos suenan a puro AOR sin nervio. Sufrimos al no entender el pirotécnico numerito final de The ghost of Tom Joad o sentirnos impávidos ante su edulcorada revisión de Dream baby dream. Se nos atraganta el tono celta y épico de This is your sword, sonreímos ante la inocencia fallida de Frankie fell in love, y sí, al final, nos identificamos algo con The Wall o Hunter of invisible game.

Y dicho esto, pasa algo? Como hemos apuntado, absolutamente nada. No nos gusta High Hopes porque no nos trasmite ninguna emoción. A otros si lo hará, y nos alegramos. 
Somos de los que preferiríamos a un Sprinsgteen de menor perfil, de simples rocks hablando de largarnos en el coche con Mary buscando una ansiada libertad, en lugar de andar pidiéndole esa libertad a Dios con las manos en alto.
Más allá del supuesto disco soul que tiene o quisiera tener grabado, somos de los que seguimos esperando el disco ateo de Bruce Springsteen (entienda ésto quien lo quiera entender).
Y somos de los que creemos que todavía puede llegar.
Mientras tanto, nos volvemos al origen.

Suena la corriente: "Just like fire would" - Bruce Springsteen



8 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo salvo en el final, ¿puede llegar otro disco grande de Springsteen?...no lo se, tengo serias dudas.
    abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ves? Pues yo no sé por qué no. Muchos grandes se han tirado tiempo grabando truños hasta que han hecho su disco de madurez... cuando comprenden que deben hacer un back to the basics, algo tan simple y tan complicado

      Eliminar
  2. Nunca he sido muy del Boss, quizás te sorprenda my Lord of RR, y la verdada es que desde hace tiempo que espero más bien poco, ni los ateos. Eso sí, fan del RR sí que soy. Este artículo es de matrícula de honor, y mira, al menos me ha servido para acordarme de los grandes Saints.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajaja, sabes que te quiero, JJ, pero ser fan de RR y no del BS bueno, es para hacérselo mirar. Quedan por tanto establecidas unas cañas en las que te sacaré del error...

      Eliminar
  3. Eso, pero tendrán que ser muchas cañas para convencerme, que tengo aguante, pero con ellas se me abren las expectativas mucho.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Una eternidad de cañas, que yo tendré menos aguante, pero llega un momento en que las bebo como agua y, lo mejor, las pago todas ;)

      Eliminar
  4. Jajaja, me haré cargo de las tapas, saldrán más económicas. Por el Boss!!!

    ResponderEliminar
  5. panchito11:15 a. m.

    Lo peor que se puede decir de un disco de Bruce es que te deja indiferente, como es el caso. Sigue sacando discos porque es un gran músico pero el rock se hace con las tripas no con la cabeza.

    ResponderEliminar