jueves, 31 de enero de 2013

The Durutti Column
Sufriendo el desmantelamiento del sistema


Hace unas semanas nos hacíamos eco de una noticia bastante desagradable. El sobrino de Vini Reilly hacía un llamamiento para recibir donaciones que permitieran a su tío proceder al pago de diversos suministros (alquiler, luz, agua,…) dados los ingentes gastos que le estaba ocasionando la recuperación de tres derrames cerebrales sufridos en los últimos tiempos y que le han dejado impedido para tocar ni una nota de su guitarra. Una noticia más de esas que en estos tiempos nos asaltan a cada momento y que hacen aterrarnos de la situación actual. (...)


Nos a nosotros. Hay una casta de personas (mmm, dudo mucho que deba usar este término), aquí, en el Reino Unido, en Alemania, en USA,…, a la que estas noticias deben producirles un profundo placer. Políticos y banqueros continúan su labor de acoso y derribo de las estructuras sociales creadas durante muchos años, organizando lo que bien pudiéramos denominar el mayor genocidio social y económico desde la segunda guerra mundial. Se me acusará de demagogo (otros son obsecuentes), pero a esas dos especies la única presunción que les otorgo es la de culpabilidad. Generalizo porque lo siento, pero ni el último de los políticos se libra de la sospecha, porque hoy en día no considero moral ni ético la pertenencia a estos grandes partidos. Y no habrá que olvidar que las revoluciones nunca son pacíficas.

Lo curioso, dentro de esta tesitura actual, es el nombre artístico de la banda que canalizó las creaciones de Vini Reilly, The Durutti Column. Sí, escrito así, con una sola erre y dos tes, originalmente por un error en la grafía de Buanventura Durruti, anarquista revolucionario español que participó en el bando republicano durante la Guerra Civil al mando de una formación de milicianos que respondían al nombre de Columna Durruti. No parece que Reilly conociera el origen español del nombre, ya que según ha quedado en la memoria adoptó el mismo tras verlo en un póster de la Internacional Situacionista de finales de los 60, en una frase que dio nombre a su primer disco, The return of the Durutti Column.

Obviando la deseada o no intencionalidad política del término, el anarquismo, el situacionismo o la izquierda más radical siempre rondaron el espíritu del grupo o al menos la idea que nos hacíamos de él, más en una época en que se jugaba con los extremos (sus amigos Joy Division tomaron el nombre de la forma en que se denominaba en los campos de concentración nazis a las presas usadas como esclavas sexuales). De hecho, el entonces alcalde comunista de Córdoba, Julio Anguita, llegó a hermanar su ciudad con Manchester en 1987 regalando a Reilly, como representante de la misma, una guitarra española, supongo que ufano del nombre del artista.

No, no puedo decir que haya sido un seguidor constante, casi ni siquiera esporádico, de The Durutti Column. Pero sí recuerdo haberles visto en directo en los 80, subyugado por los ambientes que construían, esos juegos de las guitarras de Reilly vagando por el jazz, la psicodelia, el tenebrismo suave, la música de cámara, la new age o el ambiente creado junto a sonidos sintetizados. Formados al calor de Factory Records y con el manto protector de su fundador, Tony Wilson, The Durutti Column enseguida se convirtieron en expresión personal e individual de Vini Reilly, y disfruté al menos de sus primeros discos, el instrumental e hipnótico The return of The Durutti Column (1980) (con una carátula original en papel de lija, como si quisiera agredir a los discos que tuviera a su lado) y la continuación LC (1981), con sus pianos y guitarras ensoñadoras y esa canción, The missing boy, dedicada a su amigo suicidado unos meses antes, Ian Curtis. Como todo lo que rodeara a Curtis, la escuché de manera casi obsesiva. Pero al igual que me ocurrió una vez desaparecidos Joy Division, aquellos sonidos que anticiparon el llamado rock siniestro dejaron de interesarme en su mayoría. El grupo de Curtis fue un punto y aparte, algo fuera de toda moda, y ahí están sus discos aún hoy en día para ser disfrutados y sufridos.

The Durutti Column siguieron con su carrera, bajo el manto Factory hasta que llegaron los 90, Vini Reilly fue el guitarrista y mentor en la sombra del Viva Hate (1988), debut en solitario de Morrissey, y la banda ha continuado sacando discos hasta hace bien poco, con ese homenaje al fallecido Tony Wilson, Paean to Wilson (2010).

Parece que la petición de su sobrino (realizada a espaldas de su tío) dio los frutos necesarios, y días después comunicaron su agradecimiento. Pero Vini Reilly también aclaró que se encontraba abrumado y humillado por su necesidad, y que al menos debía entregar algo a cambio a quienes habían contribuido, aunque fueran discos o grabaciones caseras. Alejado de los medios tecnológicos de los que todos somos dependientes, sin internet ni televisión en su casa, decía no comprender el proceso de donación y que le parecía un abuso de posición privilegiada por su parte, dado que mucha otra gente no tiene ni siquiera esa oportunidad.

Esperando que una Seguridad Social en proceso de desmantelamiento entienda su caso, la humildad de Reilly provocaría una sonrisa comprensiva en el propio Buenaventura Durruti.

Sí, son días estos en que no llegaría a extrañar el retorno de la Columna.

Suena la corriente: "The missing boy" - The Durutti Column



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