lunes, 30 de julio de 2012

Johnny Hickman
Tilting (Campstove Records, 2012)
Tocando las teclas del rock y el pop


Quien se acerque al nuevo (segundo en su carrera) disco en solitario de Johnny Hickman, Tilting, esperando una nueva ración de sonido americana, sobre todo tras escuchar el primer corte, Measure of a man, puede llevarse una sorpresa. Y más si lo hace sin conocer la trayectoria de su grupo madre, Cracker. En la paleta de sonidos de éstos está compendiado todo el estilo de Hickman. (...)


No en vano, cuando él mismo y David Lowery montaron a principio de los 90 Cracker, la influencia de los sonidos de raíz americana estaba clara. Pero viniendo de donde venían, el punk, las guitarras con intensidad y urgencia, el power-pop, las melodías brillantes y pegajosas, eran parte sustancial de sus canciones. Tal vez por ello, Cracker se convirtió, desde el principio, desde el disco de la lata de sardinas, en una de las referencias imprescindibles para el Río. Esa amplitud de miras sónicas, con potentes guitarras como elemento aglutinador, y abarcando un amplio espectro de influencias, posiblemente encajaba como anillo al dedo en nuestros propios gustos.

De esta manera, Cracker han ido entregando discos que siempre han contado con nuestro beneplácito, hasta convertirse en una de las bandas de cabecera. Y siempre que les hemos visto en directo, ahí está, destacando como el contrapunto perfecto a Lowery, la elegancia y buen hacer de Hickman a la guitarra.

En 2005 publicó su primer trabajo, Palmhenge, un disco excelente y que contenía una de esas canciones que se convierten por sí mismas en un auténtico hit particular y en el asombro de no comprender por qué no lo es a nivel mundial. The great decline merece por sí sola el acercamiento a este disco.

Siete años después, y siguiendo la estela del trabajo que nos dejó Lowery el año pasado, el excelente The Palace Guards, Johnny Hickman, a caballo del nuevo trabajo de Cracker, nos presenta Tilting. Y de nuevo demuestra, de la manera más sencilla, como si para él no supusiera ningún esfuerzo, que conoce las teclas necesarias para incluir doce canciones tan redondas como el propio disco.

Measure of a man, como hemos dicho, serpentea entre los sonidos de raíz y el country festivo y acústico, no exento de ese toque de nostalgia tan particular. Nostalgia mezclada con esa lírica sarcástica, con ese cinismo distanciado con el que observa nuestra realidad. Igual que en Destiny Misspent avanza por un folk canónico. Pero ya aquí comenzamos a sentir esa melodía que es puro pop, que podía haber sido cantada por Nick Lowe o Elvis Costello en sus momentos más americanos. Y en Not enough, enlaza directamente a The Band con una línea vocal que hubiera firmado McCartney. Porque sí, Tilting es sonido americano, pero Tilting es power-pop angelino, y Tilting es pop británico, y Tilting es un pedazo de disco de pop-rock de guitarras. Y todo queda claro en Sick Cynthia Thing. Qué canción, qué melodía, qué chicle power-pop! Pura delicia. Costello en su pleno esplendor, Peter Case tocado de nuevo por su varita. 

Y esta es la grandeza de Hickman. Conocer el terreno que pisa, dominar los acordes que toca, y dejar cada cosa en su sitio. Como ese delicioso banjo que puntea Whittled down. O saber acercarse sin remilgos a los momentos más cercanos a la energía de Cracker, como Takin’ me back, otra melodía gloriosa. Y sin miedo a pasear por ese blues acústico a ritmo de tango, ni más ni menos, en Papa Johnny’s arms.

Será amor de viejo amigo, pero esta gente, ya vengan los trabajos firmados por Cracker, Lowery o Hickman, saben cómo tocar las teclas que me levantan el ánimo.

Suena la corriente: "Sick Cynthia Thing" - Johnny Hickman


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