lunes, 16 de julio de 2012

Bilbao BBK Live 2012: Día 1
La noche de la confirmación


Apetece una reflexión a modo de comienzo y conclusión (toma ya, tres pájaros de un tiro). El Bilbao BBK Live ha marcado en la edición de este año cifras record que le permiten asentarse definitivamente como uno de los festivales de referencia del panorama estatal. Aunque Río Rojo tenga una tendencia estilística propia y una aversión natural a las muchedumbres excesivas que nos hace sentirnos tan a gusto en eventos tipo Azkena Rock Festival, es innegable que para Bilbao supone todo un acontecimiento que invita a participar en él. (...)


Cierto que podríamos ser los padres biológicos de más de medio festival, que echamos de menos las melenas, el cuero y el negro (y la ausencia de pantalones cortos!) que se ven por Vitoria, que nos vemos obligados a rebuscar en las oscuridades del cartel para satisfacer nuestros primarios instintos, pero el éxito de este Festival incide directamente en el posicionamiento de Bilbao como destino final en el circuito de conciertos a lo largo de todo el año. Y no hablo sólo de grandes nombres. Los pequeños, o medianos, que habitualmente sacian nuestro hambre, no son ajenos a analizar quiénes han actuado en la ciudad a la hora de confeccionar sus giras.

Más allá de la burbuja festivalera que ya este año ha comenzado a desinflarse (al compás de nuestros bolsillos), una cita de esta magnitud pone la ciudad en el punto de mira. Y eso es bueno para público, salas y promotores. Por otro lado, y dejando aparte el carácter más minoritario y militante (pero absolutamente necesario) del Azkena Rock Festival, y asentado el Primavera Sound como evento de referencia (Rock in Rio no lo contemplo, no es un festival ni de rock ni de pop, sino un mejunje de cuidado), pareciera que el Bilbao BBK Live hubiera decidido tirarse directamente a la yugular del FIB. Acusado en diversas ocasiones de falta de homogeneidad, ha preparado este año un cartel compacto, con nombres con tirón, y que hubiera hecho las delicias del FIB de no hace mucho. Pero comenzando éste a dar muestras de cierto agotamiento tras 18 años, y cada vez más convertido en un ghetto británico, el BBK Live ha dicho aquí estoy yo. Los comentarios de muchos asistentes de este año, venidos de todas partes, así nos lo hacen presuponer. Aunque reconocemos que nuestro bilbainismo (tratamos de ser globales, pero un bilbaíno no puede evitar que le salga el botxismo a las primeras de cambio) pudiera hacernos equivocar el análisis. En cualquier caso, las espadas quedan alzadas para el año que viene.

McEnroe inauguraron la Carpa Vodafone, donde artistas nacionales, más minoritarios en apariencia pero superiores a muchos foráneos en calidad, tenían su espacio de acogida. Los ambientes evocadores y llenos de nostalgia otoñal de las composiciones de su reciente disco Las Orillas alcanzan una inusitada intensidad en directo. Y no hay que olvidar que canciones como La Palma o Las mareas son de una sencillez y belleza desarmantes.

Band of Skulls lucieron una colección de guitarras arrebatadora (hablo de estética) que punteaban ese pop-blues espasmódico que les ha emparentado con The Kills o (en menor medida, quedan lejísimos) The Black Keys. Centrada su actuación en su último disco Sweet Sour, se atisba que la influencia de Jack White empieza a ser tremenda en muchos contemporáneos.

El escenario 3 tuvo problemas técnicos durante toda la jornada, lo que retrasó el comienzo de la actuación de Ben Howard. Su propuesta folk bebe en las raíces británicas de Donovan y John Martyn, aunque su pasión por el surf consigue dos efectos: que sus canciones suenen más luminosas de lo que pudieran parecer en un principio, y que sea capaz de congregar a la parroquia surfista de zona tan adicta  a las olas como ésta. Sorprendentemente, su peculiar fraseo y presencia en escena nos trajo de golpe a la mente al oscuro cantautor Sam Baker, que descubrimos hace años. Y como adoramos este tipo de conexiones insospechadas, pudimos disfrutar de su concierto con más agrado del esperado.

La Habitación Roja consiguieron el primer llenazo (hubo varios) de la Carpa Vodafone. Y es que su vitaminado power-pop es muy del gusto de los más acérrimos seguidores del indie nacional. Pero más allá de estilos, tienen  ese gusto por la creación de melodías directas y reconocibles, intensas y lustrosas.

Cuando una ciudad, por las razones que sean, inicia un idilio especial con un creador, difícilmente lo olvida. En estos casos la fidelidad se convierte en norma. Y Bilbao y Jon Spencer lo tienen desde que hace años diera un concierto que por estos lares devino en mítico y fundacional. La gente le responde y él lo sabe, entregado en cuerpo y alma a esa construcción/destrucción de las pulsiones más sucias y rítmicas del blues y en general toda la música americana. Tal vez el sonido no fuera el mejor, pero la energía autodestructiva que la Blues Explosion expande desde el escenario pocas veces decepciona.

Y si los problemas técnicos tuvieron mayor presencia de la deseada a lo largo de la jornada, hasta los grandes cabezas de cartel debían sufrirlos. Mal de muchos…, injusticia para todos. The Cure tuvieron que retrasar el comienzo de su anunciada actuación de tres horas debido a dichos problemas. Y entonces aconteció uno de esos momentos mágicos por absolutamente inesperados. Robert Smith salió a escena agarrado a su acústica, y comentó que al menos iba a tratar de entretener hasta que la banda estuviera preparada. Sí, esa es la esencia del entertainer. Y entonces se marcó tres interpretaciones acústicas de tres joyas antiguas de su cancionero como Three imaginary boys, Fire in Cairo y Boys don’t cry, que sonaron angustiosas en su belleza crepuscular. Más tarde, con banda, cumplieron con sus tres horas (a servidor le resultaron excesivas, tanto que no las terminó), repasaron todos y cada uno de sus clásicos, suponemos que terminaría con el rimel y el carmín hechos unos zorros, pero no olvidamos esos quince minutos acústicos. Por mi parte, valen por todo un concierto.

Fotos extraídas de Facebook Bilbao BBK Live (by Rhythm and Photos y Stuart MacDonald, de Music Snapper) y Red River

Suena la corriente: "Boys don't cry" - The Cure

4 comentarios:

  1. Anónimo5:08 p. m.

    Para un servidor, que curiosamente, vio esos mismos conciertos (excepto La Habitación Roja) la salida de Robert Smith trasmutado en Johnny Cash gótico fue de lo mejor del festival. También se me hizo largo el concierto de The Cure y huimos del concierto de John Spencer por lo agobiante del escenario pequeño (mi chica es muy bajita, y , a parte de no ver nada, sufrió pisotones y codazos ,involuntarios, of course, por doquier).

    El paso de la zona de restaurantes a la de conciertos propiciaba el "efecto embudo" con tanta asistencia (el viernes fue aún peor)

    Si la intención del BBK es crecer (así lo parece) me temo que el Kobeta se les queda pequeño.
    Eso si, la organización perfecta, los buses, el sonido, los horarios... fantástico!

    Xesc (Son & The Holy Ghosts).

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    1. Hola, Xesc, bienvenido al Río!
      Lo de Jon Spencer fue comentario extentido. Sabiendo el predicamento que tiene por aquí, y que en ese momento el escenario 2 estaba vacío, no tiene mucho sentido que lo relegaran al 3.

      El tema de Kobeta es complejo: por un lado, hay que reconocer que es un entorno especial, pero al que no van 100.000 personas a ver un concierto, hay que subir a 100.000 personas a ver el concierto.
      Pero supongo que variarlo rompería la magia.

      Un fuerte abrazo!!

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  2. Pues yo este año no me he acercado a Kobetas, y estoy leyendo buenas cosas del festival, bueno, cuando tomas una decision de estas realmente te la juegas, hy¡ubiese sido una semana total despues de Hiatt y Dylan.
    Abrazo...

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    1. Es que no podemos estar a todo, Addison, que el cuerpo llega un momento en que dice basta!
      Nos seguimos viendo por esos escenarios...

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