viernes, 22 de junio de 2012

Neil Young & Crazy Horse
Americana (Reprise / Warner, 2012)
Regurgitando los clásicos


En el Río pocas veces hablaremos de Neil Young sin referencias personales. Escribir académicamente (sin saber muy bien lo que eso pueda significar) de las nuevas obras, o de las extraídas del baúl de grabaciones, se nos antoja un imposible. Porque sus sonidos, sus guitarras, su voz, su actitud, están íntimamente unidas a lo que somos, a lo que vivimos, a lo que sufrimos, a lo que reímos, a lo que bebemos. Ella y yo seguimos cerrando nuestro triángulo, nuestros círculos, cada vez que el viejo pone sobre la mesa una nueva carta. (...)


Esa es la ventaja de estos papeles, que son personales. Podemos tiznarlos de seriedad, de ironía, de revisión crítica. Pero ante todo, son la transustanciación de un sentimiento. Ese que nace del encuentro, del reencuentro, del amor, de la desesperanza, del placer, del grito. Ese que se excita con el sonido de una guitarra arrastrada, del síncope de una batería y un bajo rudos, groseros, de brazos musculosos y sucios como el carbón, de una voz punzante, de unos coros capaces de contraponer la dulzura y la rabia, según el momento.

Sí, Ella y yo cerramos nuestros círculos. Y si Neil Young cierra los suyos, la hipnótica espiral por la que nos deslizamos es capaz de abrumarnos. Frank "Poncho" Sampedro, Billy Talbot y Ralph Molina, Crazy Horse, retoman sus círculos abiertos hace muchos años, y los cierran (de momento) con una revisión del cancionero americano. Una puesta en escena de su propia visión de una historia que han vivido y bebido. Nada de guiños a los viejos ratones de discoteca. Lustrosas melodías que conoce cualquier niño americano. Y cualquier niño europeo, tal es la fuerza del viejo nuevo imperio. Pero el imperio hace aguas, como el resto del mundo, y no hay mejor manera de demostrarlo que con las  simples letras que canta un niño de cinco años. Si el cancionero de toda la vida, el más popular, el aparentemente inocuo, al ser cantado envuelto en un sonido rugoso, se convierte en grito desesperado, en puñetazo sobre la mesa, en demostración de que la cosa se ha ido al carajo, solo cabe pensar que cuando se creó, ya tenía el aguijón de la mala leche. Asesinato, esclavitud, desesperanza laboral, falta de futuro, venganza, explotación. No, nunca está de más revisar un texto abierto de Woody Guthrie. Él supo lo que pasaba, y lo que pasaría. This land is your land es para el fuego de campamento pura gasolina. Oh Susannah ha cambiado para siempre, y a partir de ahora llorará de otra manera. La querida Clementine vuelve a la mina y reaparece la desazón del beso a su hermana pequeña.

Ella y yo cerramos los círculos al compás del más sucio funk, del gospel de grito y reivindicación, del blues, del rock, del folk. Nuestra expresión guitarras arrastradas adquiere todo su esplendor. Se arrastran y serpentean a lo largo de los casi 60 minutos. Y es ese sonido de un cuerpo rugoso y áspero sobre la piedra el reconocible. Son esas guitarras que producen la misma reacción que unas uñas sobre la pizarra.

Decir que es un disco menor es una majadería. Decir que suena a maqueta es no conocer la esencia espontánea de Crazy Horse. Decir que no aporta nada a su cancionero es no aceptar que ese propio cancionero es tan clásico como el revisado. Decir que es un aperitivo a la anunciada segunda parte, con composiciones nuevas, es comenzar a salivar.

Y hacerlo cerrando de nuevo círculos con un Americana que quema. Que tiene soul. Que es garage. Porque todo Neil Young es puro soul y garage.

Suena la corriente: "Oh, Susannah" - Neil Young & Crazy Horse



4 comentarios:

  1. Es evidente que Neil Young levanta pasiones como pocos. Saludos.

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    1. Y tanto, parece que las busca.
      Y nos encuentra!

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  2. Debo reconocer, que salvo algunos (impresionantes) temas, soy un ignorante de la extensa obra del gran Neil Young, debo enmendar, lo sé.
    Gracias por recordármelo.

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    1. Todos tenemos lagunas más o menos grandes respecto a muchos nombres.
      Pero sumergirte a fondo en Neil Young, aunque su obre sea casi inabarcable, es una auténtica gozada.
      Lo disfrutarás.

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