miércoles, 4 de abril de 2012

Jim Carroll
Un chico católico


En 1978, Patti Smith, durante un concierto en California, presentó a Jim Carroll como “la persona que me enseñó a escribir poesía”. Y eso es lo que era principalmente, y por encima de todo, Jim Carroll. Un poeta. Un escritor. El otro día, Willie Nile le llamaba my brother e interpretaba una de sus canciones, People who died. Porque Jim Carroll también fue un músico. Y dejó al menos un disco que ha devenido imperecedero, Catholic Boy.

Tras el concierto de Willie Nile, el ansia por recuperar ese disco de 1980 se antojaba implacable. Y continúa vivo, continúa sucio, angosto, duro, excitante. Aunque editado cinco años antes, Horses de Patti Smith mantiene unas líneas invisibles con Catholic Boy que siempre ha hecho a éste un espejo de aquél. Es música hecha con el desgarro de una vida podrida, una vida llevada algo más que al límite, una vida que pateó los submundos más oscuros del Nueva York underground. (...)


Y que, insospechadamente, sobrevivió. Una vida o unas vidas, porque ambos, Patti Smith y Jim Carroll, que compartieron apartamento durante los 70, superaron sus demonios y llevaron una adultez plena. Sin olvidar de dónde procedían y sin arrinconar su magia.

Jim Carroll publicó un par de discos más, Dry Dreams (1982) y I write your name (1983), y posteriormente, en 1998, Pools of mercury y el EP de 2000 Runaway, pero Catholic Boy pasará a la posteridad como su obra primordial. Primordial en su faceta musical, que, a la postre, no es la más importante de su obra creativa.

Nacido en el seno de una familia de origen irlandés, Carroll recibió una estricta y castrante educación católica, que sin embargo derivó en un insuperable conflicto moral cuando a los doce años se convirtió en adicto a la heroína. Hasta los 16 años compaginó tres líneas vitales que resultaban antagónicas: un amor desmesurado por la poesía, que le llevó a aparecer en diferentes publicaciones; una carrera como estrella juvenil del baloncesto americano, su segunda gran pasión; y una triple vida como adicto a la heroína, paseando por los lugares más sórdidos de la prostitución homosexual para poder costearse la adicción. Las tres líneas las reflejó en unos diarios que fueron publicados en 1978 bajo el nombre de The Basketball Diaries (años después llevados al cine) y recibidos con enormes alabanzas por la crítica especializada. Pero analizar su obra literaria queda fuera de las pretensiones de este texto, por desconocimiento y por la humildad que debe producir la ignorancia.

Durante los 70 tuvo contacto con todo lo que se movía en el underground neoyorquino, de Allen Ginsberg a Andy Warhol, de Bob Dylan a la Velvet, de Patti Smith a Robert Mapplethorpe. Hasta que en el 73 se mudó a California tratando de superar su adicción. Tras el mencionado reencuentro con Patti Smith, la idea de plasmar en música su visión y sus letras fue tomando cuerpo, y así se generó la Jim Carroll Band y la publicación en 1980 de Catholic Boy.

Que, en aquellos tiempos a caballo entre el rock urbano y el naciente punk, y con una experiencia como la suya a la espalda, supuso una más de las muchas bofetadas propinadas a la industria musical. Tiene la fuerza guitarrera de los acordes nacidos en las catacumbas del CBGB y la grandeza de unos textos llenos de callejones, sangre y suciedad. Es rock, es punk, es un grito a todo aquello que había vivido y superado. Un paseo por los ambientes velvetianos de Wicked gravity, una mirada soñadora a un trío lésbico a ritmo de punk en Three sisters, o esa joyita pop que es Day and night, demostrando que la sordidez también puede ser bella (qué canción, santo cielo!). People who died se convirtió en la más conocida del disco, por su urgencia, su ritmo desbocado y ese grito desgarrado ante una sucesión de muertes de amigos y seres cercanos, gente a la que las drogas, la enfermedad, las peleas y la bajeza moral se ha llevado antes de tiempo. Es simplemente gente que muere, "...they were all my friends, and they died". Un auténtico puñetazo que escuchado el otro día en las guitarras de Willie Nile demuestra su pleno destino como canción de directo.
El disco avanza entre ecos a Lou Reed, a Iggy Pop y a la siempre presente Patti Smith hasta desembocar en esa oda autobiográfica al rock más sucio y urbano que es Catholic Boy
I was a Catholic boy
Redeemed through pain,
Not through joy
Un disco al que siempre se puede volver porque su esencia permanece intacta.

Jim Carroll continuó escribiendo poesía y prosa, publicando algún disco de spoken word y colaborando con diversos músicos, desde Lou Reed o John Cale hasta Pearl Jam o Rancid, hasta que murió de un infarto en 2009.

Porque todos somos people who die.
Pero algunos dejan texto y música para que les sobreviva.

Suena la corriente: "People who died" - The Jim Carroll Band


7 comentarios:

  1. Pues no te vas a arrepentir!
    Y si no puedes esperar y quieres darle una primera escucha, está en Spotify.
    Uno de los grandes discos de los 80, sin duda!

    ResponderEliminar
  2. estoy igual que Freaky con Carroll, suena cojonudo.

    llevo unos días leyendo este blog y lo cierto es que escribes bien y la temática es interesante. Enhorabuena.

    Saludos y gracias Red River.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a ti por aparecer por aquí, ned.
      Y te digo lo mismo que a Freaky, prueba el disco, medicina de la amarga, pero de la que cura.

      Eliminar
  3. Macho, yo a veces flipo con algunas conexiones cósmicas, y por aquí me pasa a menudo. Hace 10 días recuperé (y llevaba bastante sin hacerlo) para pedalear al muchacho católico de Jim Carroll, y no veas. Nunca controlé más de su obra. Me llama mucho la atención lo primero que dices de Patti Smith y de Willie Nile.

    Sí, si, sinceramente creo que es otro gran disco para que suene en los próximos días santos. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Johnny, es que parece que caminamos por coordenadas similares (lo digo por tu entrada sobre Big Star!).
      Cuando Willie Nile interpretó el sábado el People who died, fue un auténtico pelotazo para mí. Llevaba mucho tiempo sin enfrentarme de nuevo al Catholic Boy. Y me entraron unas ganas tremendas de escucharlo otra vez.
      Sin poder esperar a casa, mientras llegaba el metro, busqué sin mucha convicción ni mucha esperanza en el Spotify del móvil, y allí estaba.
      Así que fue una media hora larga, nocturna y en metro, fantástica (hubiera preferido un metro algo más sucio y sórdido, por aquello del atrezzo).

      Un saludo.

      Eliminar
  4. “People who died” es una de esas canciones que necesitan algo más para que suenen sinceras y logren trasmitir esa mezcla de tristeza por los amigos que perdemos en el camino y, a la vez, de celebración por su vida, necesitan sentimiento, rabia y complicidad. Los tres estaban presentes en la versión de Willie en Santander (supongo que también en Bilbao), y estuvieron hace unos años en la que Patti Smith nos regaló en San Sebastián. Patti, Willie y Jim Carroll, tres poetas conectados gracias a las calles de Nueva York y la música.
    “Catholic Boy” suele ser uno de los olvidados cuando se recuperan aquellos álbumes imprescindibles. Me pongo el disco. Lo tenía olvidado.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Certera disección la que haces de People who died. Poco más cabría añadir.
      Y sí, uno de los grandes discos olvidadas.
      Saludos.

      Eliminar