martes, 6 de marzo de 2012

The Screaming Tribesmen
Reactivando los resortes del recuerdo


Dicen las técnicas de marketing que después de un supuesto éxito, lo inteligente (y difícil) es obtener provecho del mismo. Y hay muchas maneras de hacerlo. En la historia reciente de este Río Rojo Redux, el texto publicado ayer sobre Wrecking Ball batió los más que modestos registros de lectura hasta ahora medidos. Springsteen y la controversia que crea a su alrededor sigue teniendo mucho tirón. Así que ante la avalancha de nuevos visitantes, lo prudente sería dejar reposar la entrada o bien publicar otra que mantuviera nexos de unión con el tema tratado. (...)


Pero en estas páginas, como bien dice el encabezamiento, entendemos el Rock’n’Roll como una enfermedad, porque no otra cosa es. Así que, aún a riesgo de espantar a media platea, dediquemos este martes (en los que habitualmente echamos una mirada a pasados ignotos o recientes) a un oscuro grupo australiano de los 80 de nombre tan selvático como su música, The Screaming Tribesmen. Y que el que quiera permanecer por aquí, que sea porque está enfermo de verdad.

Porque dicen también las reglas mnemotécnicas, que tenemos tantos nombres y recuerdos almacenados en nuestro cerebro, que aunque creamos que han desaparecido, su semilla ha quedado. Y en muchas ocasiones, la proliferación de festivales musicales está sirviendo como espoleta para que alguno de estos nombres salga a la luz.

Hace unos días, el Azkena Rock Festival anunciaba nuevas incorporaciones a su cartel. Y entre éstas, ahí lo leí. Cojones, The Screaming Tribesmen! Pero, pero, de dónde salen estos ahora! Vistazo entre los pocos singles y lp’s que me quedan tras aquellas jodidas inundaciones, mano entre el revoltijo de cassettes, pero sobre todo, un punzante olor a oscuras noches en Malasaña.

Y vamos a ver, tampoco eran la octava maravilla, su carrera fue más que modesta, su imagen casaba más con la fruslería heavy de los 80 y sufrieron aquella maldición de la época: cómo se pudieron grabar sonidos de batería tan desastrosos? Se volvieron locos todos los técnicos, grupos y productores?

Pero a pesar de todo, tuvieron su punto, su momento, en que supieron aunar ese sonido tan característico de los grupos australianos, principalmente en directo, donde alcanzaban toda su fuerza. Esa mezcla de sleazy rock, de canallismo con gotas punk, garage, R&B sesentero y la bandera del high energy con etiqueta de origen en Detroit. No en vano, sus primeros ep’s fueron producidos por el guitarrista de Radio Birdman Chris Masuak y en las hojas de servicio de los innumerables personajes que pulularon por el grupo figuran nombres como Died Pretty, New Christs, Hitmen o Hoodoo Gurus. Que no es poca cosa.

Mick Medew era el guitarrista, cantante, compositor y elemento aglutinador de una banda que, como hemos comentado, tuvo infinidad de formaciones. Nacidos en Brisbane pero pronto mudados a Sydney, sus primeros ep’s incluyen alguna de las canciones que más nombre les dieron, como Igloo o Date with a Vampyre, publicados con Citadel Records, el sello nuclear de todo el movimiento rock de los 80 en Australia. Porque fueron más un grupo de singles y ep’s. Su primer larga duración llegó en el 88, Bones and Flowers, cuando a punto estuvieron de triunfar en USA girando con gente como The Dictators, entre otros.

Pero como ocurre tantas veces, aquello no cuajó, las emociones empezaron a perderse, y, unos años después, poco más se supo de ellos.

Sinceramente, no puedo decir que yo siguiera su carrera con desmedido interés. Pertenecían a una segunda división australiana, pero aquellos toques tan similares a Romantics siempre me gustaron.
Y no tengo la más mínima idea del estado actual de la banda, ni si su formación será la misma que hace unos seis meses se reunió, con Mick Medew, Chris Masuak y Bob Wackley. De hecho, Masuak se instaló en España, ha girado habitualmente por Europa, e incluso puede vérsele en You Tube tocando en un barco en la bahía de Sydney junto a los geniales Los Chicos (de verdad, es ver el video, y no puedes reprimir unas inmensas ganas de fiesta y rock'n'roll, y una malsana envidia).

Pero ya digo, ha sido verles incluidos en el cartel del ARF y saltar los resortes del recuerdo. Que habitualmente suele ser más pulido que lo que fue la realidad.
Pero ahí está el gusto.
Veremos.

Suena la corriente: "Date with a vampyre" - The Screaming Tribesmen


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