viernes, 16 de marzo de 2012

Fernando Navarro
Acordes Rotos (66 rpm Edicions, 2011)
Retazos eternos, letras con pasión


Vivimos ahora mismo momentos dulces para la literatura rock en castellano. Los que llevamos muchos años escuchando los acordes de nuestra música siempre hemos tenido esa espina clavada y doliente. O acudías a textos foráneos escritos en inglés o aceptabas libros que, de acuerdo, podían ser descriptivos sobre las andanzas y aventuras de los protagonistas, o incluso manuales de consulta con profusión de datos, pero que habitualmente adolecían de una mínima calidad literaria. Obviamente, el concepto calidad vuelve a ser subjetivo, pero yo lo entronco directamente con la transmisión de emociones. Igual que busco que un disco alcance mis fibras sensibles, lo mismo le pido a un libro. (...)


Ignacio Juliá y Jaime Gonzalo, como tantas otras veces, dieron pasos en ese sentido hace ya unos cuantos años. Gente que siempre ha querido dignificar el hecho de escribir sobre música cuidando los textos y volcando sobre ellos no sólo su sabiduría (que puede ser una cuestión al alcance de muchos) sino también su amor por una prosa que sepa convertir el negro sobre blanco en sensaciones (algo al alcance de muy pocos). Por eso, la aparición de una editorial como 66 rpm Edicions, que cuida contenidos, presentación y por encima de todo, prosa, es algo a celebrar.

Llegué a los textos de Fernando Navarro hace años, a través de mi querido Cielo Vacío (en la foto, Igor Paskual, Jesús Jerónimo/Cielo Vacío y Fernando Navarro, en la presentación del libro en Valladolid), cuando mantenía el blog Serenatas de Nueva York. Bajo el nombre de una de las canciones más bellas que Springsteen haya compuesto jamás, describía su vida en la capital del mundo con la misma pasión que el de New Jersey aplicaba a sus letras. Aquello era noche, luces, rock y vida en estado puro. Hoy en día, es colaborador en El País, Ruta 66, Efe Eme, Rolling Stone, además de deleitarnos con la mejor música americana en su blog La Ruta Norteamericana.

Y en Acordes Rotos. Retazos eternos de la música norteamericana nos propone un viaje por la vida de 33 autores (en homenaje a las revoluciones por minuto de los LP’s) "relevantes y esenciales, que no gozaron del mismo reconocimiento que otros coetáneos o simplemente vieron truncadas sus magníficas carreras por la desdicha". 33 artistas con el nexo común de ser norteamericanos y ya no estar entre nosotros.

Se puede leer Acordes Rotos como una novela, una auténtica epopeya sobre la historia estadounidense durante el Siglo XX hasta nuestros días. La formación como historiador de Fernando Navarro le permite situar con maestría a cada artista en contacto con su entorno social, descubrir como éste afectó a sus creaciones y cómo estas interactuaron e influyeron en los acontecimientos musicales, políticos y sociales que rodeaban a cada uno de ellos. Huyendo de la mera transcripción cronológica de obras e hitos, supone un excelente friso de un país y unos músicos que nos han cambiado la vida a muchos de nosotros.

Y plasma esas vidas en la mayoría de las ocasiones rotas con la pasión de quien las ha vivido como si fueran suyas, interiorizando que lo que es hoy como persona tiene una deuda infinita con aquéllas. Y logra emocionar. Como cuando enlaza la soledad nocturna de Roy Orbison con la oscuridad  estrellada que cubre a los desamparados en El camino de Kerouac; cuando describe las voces que son pura gloria de Bessie Smith o Billie Holiday; cuando llegas casi al llanto imaginando (e identificándote con él) a Doc Pomus paralítico, "encerrado en su casa, soñando con ser el campeón de los pesos pesados del blues…. Aquel hombre entre hombres componía para salvarse. Y, amigo, eso era tener la llave del universo, y todo lo demás era y es silencio"; la descripción de Gram Parsons y su Música Cósmica como conjuro sobre nuestros miedos y secretos; el descenso a los infiernos de kamikazes como Johnny Thunders o Willy DeVille. Todo es pura emoción, puro corazón.

Aunque se puede devorar en un día, he leído Acordes Rotos a lo largo de dos meses. Porque quería, necesitaba empaparme de los sonidos de cada artista reflejado, recuperar viejos discos y descubrir grabaciones que me eran ajenas.
Y también porque quería regodearme en esa envidia, la más sana, ante lo escrito y la manera en que estaba escrito.

Suena la corriente: "Hallelujah" - Jeff Buckley


6 comentarios:

  1. Vaya dia de sobredosis de textos increibles sobre mil temas. Enhorabuena!

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    1. Enhorabuena para Fernando!
      Es un libro inmenso!

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  2. Tomo nota, es cierto que en los últimos tiempos la literatura rock vive momentos dulces por aquí. Algunos que he comprado realmente los he disfrutado. Saludos.

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    1. Toma buena nota, Johnny, y ya comentarás.
      Es el libro que regalaría con los ojos tapados!

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  3. Sin duda, algo que se echa mucho de menos: el valor literario de la mayoría de los libros que se escriben acerca de rock, en la mayoría de los casos, simple compilación, a veces exhaustiva, de datos y discografía, pero... Fernando Navarro tiene la capacidad de transmitir (y tú lo dices: eso está al alcance de muy pocos). Y no se trata sólo de saber manejarse bien con las letras (hay unos cuantos que hacen mil piruetas con el lenguaje pero te dejan frío, en el peor de los casos, confundido), sino de compartir con quien le lea su pasión y conseguir que la próxima vez que escuches al artista de quien hable parezca todo mucho más profundo, más entrañable y, a la vez, más real.
    Respecto a los blogs... qué sería de ellos sin la wikipedia. Rio Rojo es una de las pocas excepciones que justifica bucear de vez en cuando en la red. Es un placer darse una vuelta por aquí. UN ABRAZO!

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    1. Coco. Coincido en todo lo que dices sobre Fernando Navarro.
      Y respecto a lo que comentas sobre los blogs, tienes razón (y agradezco lo que dices sobre Río Rojo). La wikipedia está ahí, es tentadora, pero yo prefiero consultar otras fuentes con más agua (revistas, libros, otras webs, y principalmente, nuestra memoria...). De todos modos, lo describes perfectamente en tu casa: "Música descrita con palabras que no encuentro a quien contar".
      Esa era la esencia primigenia de los fanzines, y de estos lugares, que muchos pretendemos prolongación de aquéllos.

      Un saludo.

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