jueves, 27 de septiembre de 2007

Berlín - San Sebastián

Carolina y Jim se aman y se odian. Ella es alemana y él americano, y recorren las calles del Berlín más sucio y grotesco. Deambulan de garito en burdel, de paliza en beso, de pico en raya. Dos drogadictos que se venden, se besan, se abusan, se maltratan, se odian, se aguantan. Hay un tercero, que mira, ve, cuenta, y acaso participa. Carolina y Jim pierden a sus hijos. La prostitución y la droga no entienden de edad. Ella se corta las venas, en la cama donde follaban, y él grita qué pena. Pero nunca han tenido la más mínima salida. Jim decide no seguir perdiendo el tiempo. "Cualquier otro le habría roto los dos brazos" (Sad Song).(...)


 
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Tras la publicación de Transformer en 1972 y el éxito de Walk on the wild side, Lou Reed parecía continuar en paralelo el camino emprendido junto al Bowie de Ziggy Stardust, ambos paseando por un glam-rock lleno de calor bisexual. Pero en 1973 publica Berlin, una obra conceptual, en la que narra las desventuras de dos amantes drogadictos por los callejones más decadentes de la ciudad alemana. Disco lleno de vientos, cuerdas, sonidos acústicos, sintetizadores, guitarras, teclados, bajos, baterías, y letras cortantes como navajas, sensaciones difíciles de asumir, un mundo agónico que no deja escapar ni un solo rayo de luz. Una negrura absoluta. Una desazón más allá de la no vida de sus protagonistas. En su momento, la crítica no lo aceptó. El público lo rechazó. Lo nombraron el disco más depresivo de todos los tiempos. Pero los tiempos no se miden. Y el paso de los mismos fue encumbrando la obra, haciéndola no más aceptable, porque cuesta, pero más comprensible. Tal vez porque ese mismo tiempo iba machacando la inocencia.
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Berlin generó páginas, comentarios, discusiones. Y leyendas. Olvido Gara adoptó su artístico Alaska por la canción Caroline Says II. Cuentan que los Waterboys adoptaron el suyo por The Kids. En esta misma canción, las especulaciones sobre cómo había obtenido el productor Bob Ezrin los acongojantes lloros de niños del final (grabó a sus propios hijos contándoles que su madre había muerto?) incrementaban el malditismo del disco. Aunque toda esta historia fue desmentida posteriormente. No importaba. El pesimista magnetismo de Berlin continuaba creciendo. Cuando en los 80 se publicó el disco de temas inéditos de The Velvet Underground, VU, espeluznaba ver como una luminosa musicalmente y gélida liricamente Stephanie Says años después se había transformado en Caroline Says II.
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A finales del año pasado, Lou Reed decidió recuperar en un escenario Berlin, dándole una oportunidad que nunca tuvo debido a su fracaso comercial, y ofreciendo un guiño a todos aquéllos que durante años lo han encumbrado. Las actuaciones aunaban la música con una representación teatral de la historia. Bob Ezrin se ocupó de nuevo de la dirección musical, y Julian Schnabel de la dirección artística. Este último ha realizado una película con todo ello, que ha presentado junto al propio Reed en el festival de cine de San Sebastián, posiblemente, la ciudad más lejana al Berlín descrito y cantado. Por eso no sorprende que casi haya pasado desapercibido. Mejor así.
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Después de 34 años, Berlin sigue dando de qué hablar. Para unos, siempre será un esputo inaguantable. Otros lo consideramos una joya.
Maloliente, sí, pero joya.


Suena la corriente: "Caroline says II" - Lou Reed