martes, 18 de enero de 2005

De coños y bocas

Nunca un coño estuvo en tan buena boca.
Y no, no me refiero a lo que la mayoría (seguro) está pensando. Hablo de la palabra coño empleada como interjección, algo muy habitual en el lenguaje coloquial (y no tanto).

Hace unos días falleció Agustín González, y ya la prensa seria (que los demás somos simples advenedizos) se ha encargado de loar sus excelencias como actor. No seré yo quien las dude. Amante como soy de los segundones (eso que en el mundo del cine llaman secundarios), siempre he tenido al tal Agustín como un auténtico monstruo.

Pero en ninguna de esa prensa seria (claro que no la leo toda, mi mala salud no lo soportaría) han hablado sobre un detalle de su arte. Y es que considero a Agustín González como el mejor recitador de tacos o palabras malsonantes del cine y el teatro español.

Un coño, un gilipollas, un cojones, una hostia, un cabrón, …, en su boca, adquirían todo el auténtico significado que como insultos atesoran. Simplemente un ni dios dicho por él amedrentaba al mismísimo altísimo.

Todo ello unido a su voz y carraspera habitual le daba fama de gruñón. Y aquí, servidor, que por muchos que le conocen es vislumbrado como futuro viejo cascarrabias (dados mis malos humores), lo tenía por un ídolo.

Y encima a ello le añadimos que era un impenitente pesimista, utópico, anarquista y soñaba con la desmantelación de los Estados.

Lo dicho, un ídolo, coño, un ídolo.



Suena la corriente: "The heat" - Jesse Malin