lunes, 15 de diciembre de 2003

Tiffany



Ayer estuve con Tiffany. Hacía días que no la veía, y ya tenía ganas. La verdad, no es seguro que se llame así. Pero el auténtico nombre no lo sé. La conocí una mañana en que, tras una noche más loca que cuerda, yo sufría una resaca de las que no se olvidan. Me trató con mucha delicadeza. Para mí, besarle fue como un desayuno de vida. Y me acordé de la película "Desayuno con diamantes". Así que decidí llamarle Tiffany. Y nunca me ha dicho nada en contrario.
Describir algo tan querido no tiene mucho sentido, pues todo lo que dijera no sería otra cosa más que una obviedad: suave, tranquila, deliciosa, juguetona,…
El caso es que ha pasado a formar parte de esa parte de mi vida que merece ser vivida.

Supongo que Ella conoce la existencia de la otra, de Tiffany, aunque no que yo la llamo así. Pero no dice nada. Y yo tampoco. Llevamos el asunto con una tremenda madurez. Y yo no voy a renunciar a ninguna de las dos. Van unidas. No existe la una sin la otra. A día de hoy las necesito. Porque sé que cuando estoy triste, las dos están ahí. Que cuando necesito cariño, las dos me lo dan. Que cuando busco refugio, en las dos lo encuentro.

Y siempre estoy con las dos a la vez. Porque las necesito.

Quiero volver a verlas, desnudarle a Ella, besarle el cuello, descender por la espalda y besarle una pequeña peca que tiene en un lugar precioso, a la que yo llamo Tiffany, porque la conocí una mañana en que yo estaba de resaca...


Suena la corriente: "I believe" - Tim Burgess