martes, 25 de marzo de 2014

Linda Perhacs
The soul of all natural things (Asthmatic Kitty, 2014)
Reencuentro agridulce


Mira que gustan este tipo de recuperaciones vitales, musicales e históricas. Y no hablamos precisamente de viejas glorias que en un momento dado pudieron venirse a menos. Bill Fay, Rodriguez o Death son claros ejemplos de nuevos artistas de vanguardia desempolvando las carreras de sus viejos y desconocidos maestros. (...)


No es cuestión de entrar aquí en el punto de esnobismo que todo esto pueda conllevar. En ocasiones descubrir a alguien de quien no tenías noticias o recuperar alguna vieja grabación olvidada es más que satisfactorio. Linda Perhacs es el último caso. En 1970 grabó un disco que es una auténtica delicia de culto, Parallelograms. Y ahora, 44 años después, entrega su segundo trabajo de larga duración, The soul of all natural things. Durante todo este tiempo, ella ha seguido trabajando en su clínica de limpieza bucal en Topanga Canyon, pasando por sus manos los dientes de numerosas estrellas de Hollywood. Allí, en esa clínica, fue donde nació la idea de su primer disco, espoleada por el compositor Leonard Rosenman, autor de bandas sonoras como Rebelde sin causa o Al este del Edén, y que blanqueaba sus dientes con el instrumental de la jovencita Perhacs, con 27 años entonces. El disco, Parallelograms, no recibió ningún apoyo de la compañía que lo editó, que incluso varió las mezclas a espaldas de ambos para tratar de impulsarlo en los circuitos del pop para adultos. Rosenman tiró la toalla y la Perhacs debió decirse aquello de zapatera a tus zapatos.

Todos tenemos el típico amigo que lo tiene todo de un estilo y que se desvive por transmitirte su pasión a nada que intuya un mínimo interés por tu parte hacia sus oscuros objetos de deseo. Así, creo recordar que sobre principios de los 90, uno de estos especímenes, cuya colección de pop y folk americano con especial predilección por los aires psicodélicos californianos resultaba refrescante, me grabó (en cassette!) un Parallelograms trufado de pequeñas joyas evocadoras, entre el folk más ensoñador con raíces pop y los ligeros toques lisérgicos que empapaban canciones como la que daba título al trabajo o la preciosa Porcelain baked-over cast-iron wedding. Por ello, cuando unos años después el sello The Wild Places accedió a las cintas originales para trabajar en las remezclas tal y como deberían haber sido, aquella edición, de la que se hicieron eco algunos incipientes blogs de principios de los años 2000 con un más que estimable gusto pop, supuso un guiño fraternal con aquel, hoy desaparecido, amigo.

Y aquel amigo seguramente nunca hubiera imaginado que aún unos añitos después, los cabecillas del nuevo folk, con Devendra Banhart a la cabeza, iban a reivindicar la figura de esta ya señora, le iban a invitar a colaborar en su disco Smokey rolls down Thunder Canyon, y menos aún hubiera siquiera pensado que hasta Daft Punk iban a usar esa canción en su película Electroma. Perhacs volvió a actuar en directo y todo condujo a la grabación de su segundo disco.

Así que de la mano de los productores Chris Price y Fernando Perdomo, y con la ayuda y colaboración de cantantes como Julia Holter o Ramona Gonzalez, llega este The soul of all natural things. Y sí, pero no. La voz, a pesar de haber pasado de los 27 a los 70 años, continúa manteniendo ese hipnótico tono, entre suave y penetrante, seguramente algo más opaca, cuestión biológica, pero aún deliciosa, creciendo entre sus habituales capas que no hacían más que darle un fondo de aterciopelada profundidad. Canciones como la nana folk Children, Daybreak, el piano que acompaña a Freely, la desnudez de When things are true again o la ligera psicodelia de Prisms of glass mantienen el poder evocador o la espiritualidad de esta joven/vieja hippie, pero el disco adolece de un tufillo a muzak, a agradable banda sonora para chill-out de playa moderna, olvidando que Parallelograms escocía más como la arena en una herida abierta que sobre una tumbona acolchada. Ya en la propia The soul of natural things, tras un agradable comienzo, hacen una aparición unas guitarras aflamencadas que uno no entiende, River of God se ahoga en capas modernamente sintetizadas e Intensity es una especie de baile para adoradores lúdicos con poco tiempo para la escucha pausada.

En fin, supongo que la resurrección de Linda Perhacs tendría que llevar estos derroteros llegando de las manos de alguno de los nuevos guruses indies. El disco, en su conjunto, no es malo, pero otorga un regusto amargo al contenido.

Claro, que si al menos sirviera para que alguno de los nuevos deslumbrados pusiera sus ojos en aquella rodaja de 44 años atrás, mi amigo sonreiría sardónico.

Suena la corriente: "Freely" - Linda Perhacs



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