lunes, 11 de febrero de 2013

The Jon Spencer Blues Explosion
Kafe Antzokia, Bilbao (09/02/2013)
El muro sónico


Hay gente que parece no necesitar aplausos. Y hay conciertos en que nosotros tampoco necesitamos darlos para demostrar nuestra empatía o no con lo que sucede en el escenario. Y no seré yo el que le ponga peros a ello. Disfruto enormemente los conciertos que solemos denominar a piñón fijo, donde las bandas apenas hacen parón entre canción y canción un par de veces. (...)


Jon Spencer Blues Explosion presentaban su buen Meat + Bone, del que ya dimos buena cuenta hace unas semanas en el Río. Y lo hicieron como en ellos es habitual. Directos, potentes y agresivos. No esperábamos otra cosa. Con una sala con todo el papel vendido, abrieron la velada los catalanes Tokyo Sex Destruction. Son más de diez años en línea sónica con su mejunje de soul-funk psicodélico y sucio, con notas de garage, 60’s beat alocado y actitud punk, dirigidos por RJ Sinclair, cantante/frontman de los que buscan la dicotomía acción/reacción con el público. Y visto su show, se nos antojan como una perfecta elección para abrir la noche.

Porque Judah Bauer, Russell Simins y Jon Spencer no estaban allí para convencer. Saben que su relación con Bilbao viene de antiguo, el sentimiento es mutuo y el aforo completo lo demostraba. No van a hacerte abrir los ojos a estas alturas de la película. Ellos llegan, sueltan la descarga que hace honor a su nombre, y se largan. Y lo bueno es que aún hoy no han perdido la urgencia que les caracteriza. Han pasado los años, bastantes, y ahí siguen, sin trampa ni desvaríos estilísticos. Lo suyo es blues bestia, del mimetizado con distorsión, psicodelía, funk de origen psicótico y actitud punk. Lo tomas o lo dejas, es lo que hay. Y todo ello bajo ese manto de violencia sónica que el sábado derrocharon por cada uno de los altavoces. Según algunos, excesiva. Según otros, apropiada (no, nosotros no pudimos disfrutar/sufrir a Swans hace unos meses en la misma sala, aquello sí que debió ser ultraviolencia de la vitaminada). Pero hacía tiempo que tras un concierto no sentíamos ese zumbido casi post-traumático en los oídos. Y en más de una ocasión hemos dejado claro que en el Río nos gustan las aguas bravas. No somos de los que ponemos pegas al pitido auditivo, aunque supongo que con el tiempo lo pagaremos. Bueno, vale, ya lo estamos pagando, el qué? ha dejado de  ser una muletilla tras cada frase que nos espetan, para convertirse en una necesidad.

Y es ese concepto de ultraviolencia sónica el que difumina su cancionero a favor del choque frontal contra un muro, el sentimiento angustioso de no encontrar vías de aire enterrado bajo toneladas de piedras, roca y barro. Un registro sonoro buscadamente sucio, difuso, que despoja a las canciones de entidad propia para convertirlas en parte de la amalgama de cemento y vatios. Qué importa si son de su último trabajo, de los anteriores o de los futuros. Te caen como simples, o complejos, puñetazos.

No sabemos si será el auténtico espíritu del sexo, drogas y rock’n’roll. Desconocemos la carga de los dos primeros que arrastra la JSBX. Afirmamos que del tercero van sobrados. Capaces de hipnotizar aún en las ocasiones en que parecieran querer refugiarse tras el muro descrito.

Porque es posible que no fuera su mejor concierto. Recordaremos antes otros. 
Ay, pero ese zumbido…

Suena la corriente: "Get your pants off" - The Jon Spencer Blues Explosion


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