miércoles, 25 de julio de 2007

Rock de taberna

Se termina el mundo y yo sin enterarme? Los medios han decidido coger vacaciones en agosto, y por ello ahora gastan en tromba todos los cartuchos noticiables? (...)





No sé, pero a mi eso de los espías dobles, deudores de Anacleto, el ladrón solitario con amante en Brasil, las lesbianas son satánicas (nombre de canción punk, oye), los bienpensantes ofuscados por un dibujo de los principitos haciendo lo que todo el mundo hace, Barcelona by night, la mayor feria de dealers del mundo mostrando su mercancía por las carreteras de Francia, a mí todo esto me suena a serpientes del verano, todas juntas a lo bestia. Que luego (en apenas horas), ya llegan los partiditos de fútbol, y hala, ya todo vuelve a la normalidad.

Y de todas, todas las noticias de estas horas, la única que me interesa de verdad es el nuevo disco de Nick Lowe. No, aún no lo he escuchado. Ganas no me faltan. Ya caerá. Pero es que yo sin saberlo, y resulta que ando estos días enfrascado en la re-escucha de la discografía de Brinsley Schwarz.

Y pensando cómo nos gusta etiquetarlo todo. Que sale a principios de los 70 un grupo inglés que desarrolla raíces folk-psicodélicas y que evoluciona hacia un rock carnoso y con nervio, bien, nos vale con nominarles los padres del Pub Rock. Ay, pero de entre todas las etiquetas posibles, qué bien ha sabido siempre ésta. Y es que remite a lo básico en una buena sesión de rock: escenario pequeño, alcohol, humo, canciones y sudor, mucho sudor.

Sus dos primeros discos eran claros ejercicios a lo CS&N o los primeros Grateful Dead. Fueron la guinda del hippysmo inglés. Incluso está su desternillante aventura como teloneros de Van Morrison en el Nueva York de 1970. Por problemas con las visas, llegaron el mismo día del concierto. Pero el avión que habían fletado con toda la prensa inglesa tuvo un problema mecánico (algún vapor espirituoso ayudó a describir la escena como cercana a la catástrofe), demoró muchas horas, y esa prensa, siempre ejemplo de paciencia y flema, arrasó el bar. Todavía alguno no recuerda haber visto a Brinsley Schwarz presentando su primer disco al otro lado del charco.

Nick Lowe ponía las canciones y la voz, y Brinsley Schwarz la guitarra y el nombre. Y tras sus ínfulas americanas, se refugiaron en el circuito de pubs ingleses, dando rienda suelta a su amor por el rock de taberna, el pop vacilón y el humor inglés de Lowe. Junto a gente como Ian Gomm o ayudados por Dave Edmunds, fueron el engranaje perfecto entre una The Band grasienta y la explosión new wave y punk que llegó después.

Luego, Lowe se dedicó a la producción, a acompañar a Edmunds en Rockpile y a una fantástica carrera en solitario, Gomm hizo lo propio, con un legado pop de puro nervio y Schwarz y compañía formaron The Rumour junto al incombustible y entrañable Graham Parker.

Y después vinieron cientos de sonidos, guitarras, pop, rock y ganas de bailar. Pero ellos quedaron como los padres del pub-rock. El rock de taberna.

Pues eso. Qué coño me importan a mí todas esas noticias.
Me quedo con lo real.


Suena la corriente: "I got the real thing" - Brinsley Schwarz