miércoles, 5 de enero de 2005

Mi querido amigo Augusto

Ay, mi querido amigo, usted no se preocupe. Que el año ha terminado y empezado mal, ya sabemos, pero al final todo se arreglará. No creo que usted tenga problemas, tiempo al tiempo.

Al fin y al cabo, esas cosas de las que le acusan ocurrieron hace tiempo, y total, tampoco eran para tanto. Unos cuantos rojos menos, librar al mundo de ateos y comunistas, maleantes y vagos cantantes, no puede ser nada malo. Cinco, diez, veinte o treinta mil (da igual la cifra) indeseables menos es algo de lo que enorgullecerse. Por el bien de su país y del mundo. Y no solo hacerlos desaparecer, hala, así, de un plumazo, sino que los cabrones se fueran sufriendo, por el mal que causaron. Una obra perfecta, sí señor.

Pero si hasta la Santísima Jerarquía de la Iglesia Católica siempre ha dicho de usted que por encima de todo es un buen católico. De misa y comunión diaria, no lo olvide. Y que eso es lo principal. Por eso hay que acusar con el dedo a esos depravados maricones, que esos sí que son ladrones y asesinos. No, hombre, no, usted siempre ha ido por la buena senda, y en un futuro no muy lejano, estará sentado a la derecha del creador, como buen defensor de su obra.

Y mire, si la final, por las maniobras de los masones y los comunistas, usted terminara preso, siempre recibirá la visita de su buena amiga inglesa, Margarita, y seguro que de algún buen liberal español, hombre.

Ay, no apriete!!! Que no, hombre, que no, que era solo un decir. Que eso no va a ocurrir. Si al final, le puede dar un mareíto en medio del juicio y ya está, ya verá, ya verá.

Así que usted tranquilo, relájese, y por lo que más quiera, Don Augusto, deje de apretarme los cojones, que ya están azules, y no sea que nos vaya a ver algún criado y luego se chive al juez.

Uf, jesús, qué alivio!



Suena la corriente: "Te recuerdo Amanda" - Victor Jara