
Hay días en que los astros, el destino, la suerte o lo que sea (prosaicamente, unos promotores y un festival) producen una conjunción que te lleva directamente a las estrellas. Una ciudad como Donosti en un día soleado del mes de julio resulta algo difícilmente superable. Un festival de jazz que ya va por su 47ª edición, y que desde hace tiempo decidió abrirse a la ciudad y a sonoridades menos ortodoxas. Una grata compañía con que amenizar la previa y disfrutar los conciertos. Y tres cantantes femeninas en estado de gracia, tres voces de esas capaces de incrustarse en lo más hondo del alma emocionable de un tipo simple. Todo ello se conjuntó ayer jueves. (...)