
Cuando tienes bastante claro cual es tu destino, la autopista, en su caso, es el camino más corto y directo. Pero cuando lo que quieres es vagar, conducir, pasar el tiempo, admirar paisajes y paisanajes, disfrutar de rincones oscuros, las carreteras secundarias son la opción. Y ya cuando pasas de secundarias a terciarias, cuando ni siquiera existe asfalto sobre la ruta, las sorpresas están al borde del camino.
En la intrincada historia del rock’n’roll, las cosas son parecidas. Y muchas veces, te aventuras por caminos de cabras capaces de depararte más de una emoción. Y cuando, pasado el tiempo, revisas viejos discos, recuperas recuerdos casi olvidados. (...)