
Me dejo acariciar, mecer, acompañar, sin otra pretensión que terminar a gusto mis días para comenzar los otros, los que parece que no te pertenecen. Los que intentas encoger, acortar, olvidar, penar, hasta que los tuyos vuelven. Aunque siempre sean menos, son vividos. Cosa que nunca podrán ser los otros. (...)