
Es lo que tiene ser un niño prodigio. Y si no un prodigio, al menos ser un mocoso que ya con ocho años tocaba guitarra, batería, hacía sus pinitos con el piano y componía sus primeras canciones. Que si con 14 años montas una banda alternativa, Radish, y con 16 dejas tu casa en Texas para girar por Europa, siempre vas a ser escrutado de una manera especial. Es éste un niñato más, o tiene realmente algo que decir. (...)