
Admitamos que a la hora de recomponer cuerpos y espíritus tras una vorágine que, por numerosas causas, ha durado algo más de un mes, y hablando de música, existen dos caminos. Por un lado, te puedes meter un chute de energía en estado puro que te despierte de golpe. Por otro, puedes optar por iniciar un nuevo viaje, introspectivo, reflexivo y, admitámoslo, de claras connotaciones alucinógenas. (...)