martes, 15 de julio de 2014

Bilbao BBK Live (y II)
Desde el otro lado... y terminando


*Texto: Jaime G. López "Desperdicios"
*Fotos: 1 y 3 MusicSnapper
2,5 y 6 RhythmAndPhotos; 4 Tom Hagen

Y el tercer día se abrieron las aguas para el Río y aunque las masas convirtieron Kobetas en un recinto un tanto incómodo, la música acompañó esta tercera noche. Aunque se veía venir, este año ha quedado certificado que el mágico espacio del Monte Kobetas ya ha sido amortizado como escenario del ya consolidado BBK Live.(...)


Si el festival aspira ya no solo a mantenerse sino crecer va a ser necesario buscar una nueva ubicación o recortar su aforo para que el objetivo de lo que un festival de música debe ser cumpla su función. Pero vamos a lo importante, al menos pudimos asistir a cuatro buenos conciertos que hicieron arder nuestra chispa y volver a hacernos creer que es posible un festival de estas características con un cartel donde calidad prime sobre tendencia.

A los sones de Lou Reed salieron Los Enemigos con Josele, Fino, Chema y Manolo, quienes habían agotado la prueba de sonido minutos antes para disfrute de sus más acérrimos fieles. Y es que la presencia de un gran nombre de rock nacional en este festival debería ser obligatorio, no todos los años ocurre pero no hay duda que es algo que una parte del público agradece. Y si bien los de Josele no son carne de festival sino de garito, las canciones y los ejecutantes bien merecen un hueco en el escenario grande, aunque sea aun con el sol brillando. Abrieron con Brindemos con sonido pastoso, siguiendo con Nada y Me sobra Carnaval y es que los de Josele reivindican orgullosamente sus últimos trabajos desde que se reunieron para la Revuelta Enemiga. Con Josele y Manolo turnándose en los solos durante la actuación, pisaron el acelerador con su antológica versión serratiana del Señora. Yo el Rey sonó como el potente himno a los Borbones que siempre intuimos. Con An-tonio bajaron las revoluciones y nos robaron un trocito de alma en lo más notable de su actuación. Para enlazar después Desde el jergón, Septiembre, La Cuenta Atrás (con el arreglo orquestal de cuerdas finales recreadas con maestría por Manolo, ahí es nada) y John Wayne en un cuarteto insuperable de rock enemigo sin parangón en el rock nacional. Ya saben, escupitajos de realidad del maestro Santiago. La gran noticia además es que la próxima vez que nos visiten será con un disco nuevo bajo la raspa. 

La siguiente actuación puede que fuera la más acertada del día. Normalmente hubieran sido el grupo perfecto para haber descargado antes de los cabeza de cartel en el escenario grande. Pero alguien debio pensar que eso tenia mucho riesgo y era mejor colocar una apuesta más tranquila antes de la salida de Black Keys. Así, el quinteto de Seattle  Band of Horses se vio relegado al segundo escenario que parecía una vez más no ser capaz de absorber al numeroso público ya presente a esa hora. Se trata de una banda en plena forma y se nota, saben conducir al público de un festival aunque haya que hacer pequeñas concesiones vía repertorio mas clásico, aunque bien es cierto que vienen de haberlo recogido acústicamente en el mítico Ryman Auditorium, antaño hogar del Grand Ole Opry. Abrieron con enorme energía baqueteados por la potente batería de Creighton Barrett con su líder Ben Bridwell sobre el slide aullando sobre las notas del órgano. Y es sobre estos tres elementos donde descansa la esencia del modernista rock con sabor sureño con guitarras crujientes, batería marcial y los sedosos compases del órgano. Recrean lamentos del sur como The Great Salt Lake con sus dos partes diferenciadas. Lo suyo son canciones que crecen, atmosféricas como en I Could sleep, Laredo o Blue Beard. Saben bajar revoluciones en baladas arpegiadas como No ones gonna love you o medios tiempos como su conocida Factory. El público coreó  The Funeral antes del cierre soulero con organo B3 y la banda recreándose en el tempo de blues soulero canónico en la cumbre del set.

Y aprovechando que ya era de noche cuando salieron a escena The Lumineers, éstos pudieron aprovechar el decorado mas vistoso de la jornada, unas gigantes lamparas de araña con ambientación de garito del viejo sur. Y es que por esos territorios se mueve su música, folk rock de raíces con retazos de ragtime y sabor de New Orleans. Como mostraron en Ain't Nobody's problem. Con Power is in Your Hands llevaron su propuesta al himno Springsteeniano via Seeger Sessions. Al igual que Ho hey, que fue coreada por el público con entusiasmo. Cierto es que después de la intensidad desplegada por Band of Horses, esta propuesta dominada por acordeón, mandolinas, acústicas y percusión parecía que debía haber invertido el orden con su predecesora para haber alcanzado mayor repercusión. Eso sí, hubo momentos notables como esa maravillosa versión recitada del Subterranean Homesick Blues de Dylan con las baquetas golpeando los aros al ritmo del recitado y la corista al cello. Su líder no tuvo problemas en enfrentarse a cantar a dueto con su corista Doft ( fallin in love) con el solo acompañamiento de piano y guitarra, retazos de estándar americano. Desplegaron preciosas baladas sureñas como Charlie Boy. Finalmente salió a cantar entre el público, y encaramado a una silla, Darlene. Quizás demasiados altibajos en instrumentaciones en un concierto que fue de menos a más mientras el respetable contaba los minutos para el plato fuerte de la noche. 

Y no nos llamen vendidos por firmar una de las pocas reseñas positivas sobre el bolo de los Black Keys de las que tenemos  constancia. Lo hacemos defendiendo la objetividad que nos da la animadversión que profesamos a los de Akron desde su hasta ahora única vista a la Villa, pero esa es otra historia que otro día contaremos. Hoy se trata de revisar su paso como cabezas de cartel por el BBK a razón de millon de dólares, según alguna información aparecida en un periódico local.

Cierto es que los de Akron desarrollaron escasos de volumen y sin llegar a meterse en el bolsillo del todo a una parroquia que esperaba ansiosa los hits de su obra con mayor trascendencia hasta la fecha. También lo es que sus parones entre canciones lograban romper parte del clímax creado anteriormente. Llámennos románticos, pero en nuestro juicio seguro que pesa ver a cuarenta mil almas entregadas a un dúo de Garage Blues, en un festival donde la modernidad y la liviandad musical imperan, es todo un milagro e indica que todavía hay esperanza para el rock and roll, quizás no sea aun una lengua muerta. Así que asumidos los handicap, lo que vimos (pesados riffs ejecutados con fuzz  sobre bases contundentes) nos convenció.  

Bajo una perfecta luna llena salieron a escena Dan Auerbach y su imposible compañero, el nerd deslenguado Patrick Carney, acompañados por dos mercenarios a bajo y teclados. Abrieron disparando fuerte con Dead and Gone, coreada por el respetable. Siguieron con su característico sonido roto y alma del Delta con Next Girl, Run Right Back (con sus cortes y estribillos pegadizos) y Same Old Thing. Cierto que enseguida se evidenció que mientras las paradas en El Camino eran recibidas con entusiasmo, cierta frialdad recogía su repaso a su trayectoria clásica. Si bien ésta se limitó en mayor medida a sus trabajos firmados junto al productor Danger Mouse, artífice de limar aristas y potenciar su lado mas comercial a través de la voz de Auerbach y bases para enriquecer su cruda propuesta. 

La primera parada en su nuevo disco vino con la balada  Bullet in the Brain, alcanzando gran intensidad en la interpretación sobre las imágenes psicodélicas que proyectaban las pantallas laterales. A la que siguió el blues lento Turn Blue, canción homónima del citado trabajo. Llamaron al alma del blues del delta en Howlin for You, ejecutada con potente trémolo. Se tornaron más bailables en Nova Baby sobre bases programadas, como antes habían hecho en Money maker con riffs pegadizos. Invocaron el espíritu del New York de Lou Reed en Got Away. Para encarar finalmente la parte mas reconocible del set para el masivo público. Comenzando con Tighten Up (y sus característicos silbidos) seguida por Fever (el discutido por la rockería nuevo single de Turn Blue) y cerrando con Lonely Boy. Quién nos iba decir que el maravilloso glam de T-Rex volvería a reinar en las pistas de baile con sus característicos arrastres sobre eco y delay que los Keys han calcado de Marc Bolan y éste a su vez tomó prestado de la primera generación de hachas de Memphis. Y si claras son las referencias de su mayor éxito, no menos claras son las de Little Black Submarines y sus préstamos al Starway to Heaven en su parte acústica y eléctrica. Así, tras hora y media de blues desestructurado y revestido de cierta modernidad, cerraron con I Got Mine igual de dicharacheros que a su paso por la sala Azkena hace diez años.

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