martes, 15 de abril de 2014

The Men
Tomorrow's Hits (Sacred Bones, 2014)
Melodías de ayer y hoy


Normal que escuchar el nuevo disco del quinteto de Brooklyn The Men te haga repasar mentalmente un buen número de rodajas apiladas en tu colección. Al fin y al cabo, Tomorrow’s Hits podría haberse llamado Yesterday’s Hits por las conexiones que tiene con sonidos que han hecho brillar en más de una ocasión esta mezcolanza de influencias que llamamos rock’n’roll. (...)


Me quedo más con la palabra Hits, ya que ellos han tenido a bien estamparla en la carátula. Carátula que, por cierto, uno no puede dejar de asociar a la primera de Big Star, sin tener ni idea de si dicha asociación ha sido buscada. Pero en este mundo actual donde el valor de la canción, aunque sea de usar y tirar, prácticamente ha acabado con la prevalencia del formato larga duración como vehículo expresivo, resulta realmente excitante encontrar una colección de canciones espléndidas en su individualidad y capaces de dar cohesión a todo el trabajo. Y es que efectivamente, los ocho cortes que componen el disco son potenciales hits, no de esos que llenan las listas comerciales, sino de los que alimentan la vida de los extraños seres que navegamos estas aguas, por poner un ejemplo.

Porque los ocho tienen la entidad suficiente para que los hubiéramos considerado perfectos singles en otras bandas. Son diversos, variados, orgánicos, enérgicos, lascivos, y entran como el agua en el desierto. Son ocho cortes de puro rock’n’roll a los que podríamos poner etiquetas adjuntas de lo más variadas, pero sería redundante por innecesario. Es que a uno se le amontonan los nombres de referencias, que si ese inicio de Dark Waltz corre paralelo a las cabalgadas sónicas de Green on Red; que si Another night tiene en esos vientos el impulso abrasivo de la primerísima E Street Band; que si Different Days tiene el ADN del power-pop a lomos de distorsión y psicodelia; que si Sleepless pareciera el propio Neil Young sacando lustre a su piano y armónica; que si Settle me down tiene la delicada impronta pop de los juegos de guitarras de Dean Wareham; que si Get what you give y Going down son las dos caras de la misma joya, la delicada y la gruesa; o que si los más de seis minutos de Pearly gates son una de esas explosiones que acontecen muy de cuando en cuando, con la fiereza de los Stooges, la chulería de los Stones del Exile, la rabia juvenil de los Replacements o lo que tú quieras, porque todo te lo acepto ante una canción tan deslumbrante, enérgica, caótica, abigarrada y sin embargo tan, tan, tan sencilla como ese pelotazo…

Joder, es que es uno de los mejores discos de rock’n’roll que uno ha escuchado en mucho tiempo. Vale, esta nueva etapa de The Men ya estaba anticipada en su New Moon del año pasado, ya que estas ocho canciones no sólo se compusieron sino que se grabaron incluso antes de que éste saliera a la venta. Y no me vale que ahora les pongamos tan lejos de aquellos trallazos sónicos de sus primeros Immaculada y Leave Home con los que algunos quisieron meterles en el grupo de ese palabro tan poco digerible del shoegaze, cuando desprendían vitriolo como para epatar a éstos. No están tan lejos como pudiera parecer a simple escucha, porque lo suyo ya tenía y tiene el virus de la urgencia.

Que lleven cinco discos en cuatro años es parte del mismo camino.
Y de momento, vaya camino!

Suena la corriente: "Dark Waltz" - The Men



2 comentarios:

  1. Es verdad, my Lord of RR, la palabra "hits" va al pelazo. Llevo un mes y pico con el disco y cada vez siento más necesidad de él, algo que a mí me dice mucho a su favor. Me recuerdan bastante algunos cortes al llamado nuevo rock americano de de los ochenta, empezando por Green on Red que citas. También algun otro que ahora no recuerdo títulos y también citas a Stooges y Replacements. Creo que está llamado a ser uno de mis discos del año. Acabaré unas palabrejas que les quiero dedicar próximamente. Un abrazo, querido.

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    1. Es que es pura chulería, y con unas canciones tremendas, directas a esos lugares que no abandonan en tiempo. Un gran disco, sí señor, my friend.

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