lunes, 9 de mayo de 2005

Sesenta almas

No, el barco no encalla. Sólo que va a media marcha. Supongo que poco interesante habrá que ver en las riberas. O serán estos ojos, que no logran abrirse y mirar como es debido.

Será el pánico que me causa el próximo cambio de (mi) década. Será el miedo al pasado, que cada vez es más grande (el pasado). Más inmenso. Tiene más peso. Ya sin duda hay más tiempo en el pasado que en el futuro.

Así que como bicho herido, le busco a Ella, para creer todavía en lo que vendrá. Y lo consigue.

Y me largo a ver a alguien que me cante. Y lo hace para las apenas sesenta almas que decidimos buscar lo mismo el mismo día. Sesenta seres disfrutando a Ben Weaver. Áspero. Íntimo. Gutural. No, no se hace fácil. Pero sí saboreable, sí disfrutable, sí gozable.

Sesenta personas. No da para nada. No da para más. ¿Tan ciegos estamos? ¿Tan sordos? Bueno, pues me quedo con sus guitarras. Sus banjos. El respetuoso silencio que consiguió cuando lo precisaba.

Y la emoción.
Pero es que últimamente estoy muy sensible.
Soy mantequilla.
Soy plastilina.

Vamos, que necesito otro Ratzinger que me despierte.
Ya, pero es que me gusta flagelarme.



Suena la corriente: "Stories under nails" - Ben Weaver