miércoles, 24 de septiembre de 2003

Buscadores de oro

El insomnio tiene sus ventajas.
Cansado de escuchar música, decido quitar el disco de Mark Lanegan y dejar que voces reales acompañen la vigilia. Dejo que el dial se pare en la primera emisora de radio que encuentra. Parece que están entrevistando a alguien. Presto atención.


Por la noche, fluye un mundo que parece que no tiene cabida durante las horas diurnas. Y no me refiero a animales nocturnos de sobra conocidos, sino a personas de lo más normal, pero que realizan actividades que uno ni siquiera pensaba todavía posibles.

El presentador habla con alguien que dice ser un “bateador”. ¿Un qué? Pues un bateador no es otra cosa que un buscador de oro. Sí, sí, como los de las películas, que van con su batea (de ahí el nombre), esa especie de sartén o colador que sirve para rastrillar la arena, en busca de las tan ansiadas pepitas de oro.

Pero lo sorprendente no es que tengan una Asociación con su página web, que organicen competiciones nacionales e internacionales, que editen sus revistas,...

No, lo sorprendente es que todavía en nuestros ríos se pueda encontrar oro en estado salvaje.

Qué cosas, todavía hay Ríos Rojos!