jueves, 14 de mayo de 2015

Bullet Proof Lovers / Kris Rodgers & The Dirty Gems
Kafe Antzokia, Bilbao (12/05/2015)
Revitalizando


Podríamos dar salida a todo el arsenal de palabras comunes apropiadas para este caso. Patada en todos los huevos, sopapo sónico, puñetazo directo al mentón, apabullante apisonadora, brutal brigada de derribo, lascivo baile tribal, cañonazo en toda regla… Ya, no seríamos demasiado originales, ocuparíamos esos espacios que suman caracteres, y aún así, no faltaríamos en ningún momento a la verdad. (...)


Y si no que se lo pregunten a nuestros oídos, que marchaban hacia casa en la oscuridad de un triste martes por la noche con el gustito del pitido machacón aún revoloteando. Y era algo que ya intuíamos desde el principio. Por fin veíamos a Bullet Proof Lovers en directo, pero nos habíamos empapuzado de su tremendo disco y de comentarios con criterio sobre su hacer encima de un escenario. Pero es que saben de dónde vienen y a dónde quieren ir. Que no es otro lugar que aquel en el que el rock’n’roll recupera su esencia lúdica, sus ganas de juerga sin fin, su chulería vital, sus intenciones de patear culos mientras meneamos el nuestro propio. En definitiva, de sentirnos un poquito más vivos aunque sea a base de bebernos la noche montados en guitarras desbocadas. Eso y no otra cosa consiguen Juan Irazu y Luiyi Costa, hacer escupir a unas guitarras que sudan gozosas sus rasgaduras, mientras Gonzalo Ibáñez acaricia el bajo a machaca martillo y Joseba Arza ejerce de metrónomo desquiciado. Enarbolar de nuevo su pedigrí, los grupos que han ido marcando sus propias muescas, comienza a ser baladí desde el momento en que Bullet Proof Lovers adquieren entidad y fisicidad por sí mismos. Y si no que se lo digan al propio Kurt Baker, que olvida guitarras y bajos para centrar la escena en sí, en su voz, en su actitud. Y encaja a la perfección, porque más allá del golpe de certero rock’n’roll, de urgente punk sin edad porque va en la sangre, de high-energy explotando en las catacumbas de cualquier motor de combustión, llevan el sello del puro power-pop, del electrificado, del gozosamente insano. No otra cosa es ese apabullante Breaking down, puro power-pop de estadio y coro etílico. O las recuperaciones del propio cancionero de Baker que hacen vía Spinnin’ y Gotta get out, entremezcladas con lo que ya no son otra cosa más que himnos underground del calibre de Leave me alone o Never too loud. Todo el disco se demuestra a sí mismo haber nacido para el directo, y crece entre lecturas insospechadas, como la tremenda reconversión del Girl don’t tell me de los Beach Boys, la ya suya Master of my destiny, de los ignotos Shrapnel, puro glam desbocado y conectado con la lectura del Rock on glitteriano, el Exprímelo de Cerebros Exprimidos o el Yeah Yeah Yeah de los Vibrators

Verles chocar entre ellos en el escenario, abalanzarse en grupo bajo el mismo, sudar, gritar y bailar es saber que el halo del rock’n’roll está con ellos y con nosotros. Y todo ello un jodido martes. Que ya había comenzado con gusto. El de Kris Rodgers & The Dirty Gems, que incluyen para la ocasión al propio Kurt Baker al bajo y a Zach Jones, con buen puñado de discos a sus espaldas, a la guitarra, que se marca estupenda versión de Squeeze. Y es que Kris Rodgers, viejo compinche del hipercativo Kurt Baker en varios de sus proyectos, lo mismo rinde tributo también a los Beach Boys que sus canciones tienen el aliento que inspiraba al primer Costello o a la urgencia de Rockpile, paseando entre los aires a r&b y pop-soul de Burden on me o esos guiños que el piano llega a hacer al mejor Elton John, muy presente en varias canciones, con Waiting in line a la cabeza.

Euh, y he dicho que todo esto fue un simple martes en el que yo acababa de salir del hospital por motivos de corazón viejuno? Pues eso. Revitalizado, oiga, señor cardiólogo.

Suena la corriente: "It'll be alright" - Bullet Proof Lovers


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