lunes, 13 de abril de 2015

Kevin Junior
Colegio de Abogados, Bilbao (09/04/2015)
Desde la crudeza


Lo crudo no tiene por qué asociarse con la falta de delicadeza. Ni con los niveles de sonido alcanzando volúmenes, ni exclusivamente con el punk, el ruidismo o cuanta bofetada sónica pueda uno recibir. Lo crudo no tiene que ser obligatoriamente una carne roja sangrante. Aunque en nuestro caso adoremos esos extremos. Lo crudo es más bien una disección a navaja de lo que uno tiene entre manos, para empaparse de sus jugos en ausencia de cualquier contaminación. (...)


Kevin Junior ofrece crudeza y lo hace desde diversas perspectivas. Es evidente que a lo largo de su carrera, ya fuera en los primitivos Mystery Girls o en los recios The Rosehips, o en sus propios The Chamber Strings, el sonido de banda amplía horizontes, mientras los acordes pasean por entre ese lacerante rock’n’roll con esencias nacidas en los 60 y los 70 en los callejones de la mala vida, o en las melodías del pop sin tiempo, del que bebe en bares y escupe en camas mientras abraza espíritus en busca de simple paz. Pero cuando se planta él solo en compañía de una eléctrica o una acústica, con la simple ayuda puntual de un Manu Gastado de Los Tupper, banda que bebe sus mismos sorbos y guitarrista que comparte algo más que una imagen hermana, mantiene exactamente el mismo grado de crudeza. 

Y eso es lo bueno. Ver a un tipo elegantemente díscolo recitando sus melodías en soledad sin perder una gota de sangre de su crudeza. Una crudeza que sacude sus grados más pop, los que ensueñan con Nick Lowe o Ray Davies, con ese delicioso recuerdo en forma de Waterloo Sunset con el que apenas cierra el set. O el pop suave, pero crudo de nuevo, que esparció junto a Epic Soundtracks en aquel fantástico y póstumo Good Things que también recuerda, de la misma manera que se acerca al rock’n’roll del hermano de Soundtracks. Son esos hermanos Godfrey, Kevin Paul y Adrian Nicholas, o mejor dicho, para la leyenda de los ya idos, Epic Soundtracks y Nikki Sudden los que parecieran marcar los márgenes de una carrera tan especial, saboreable y desgraciadamente minoritaria como la de Junior. Con ambos colaboró, de ambos bebió, y con ambos creció. Y a partir de ahí, creó. Y como queda demostrado en ese fantástico catálogo de descartes que es Ruins, que editaron hace unos años Hanky Panky y Sunthunder Records, igual bebe de Real Kids que de Thin Lizzy, de Burt Bacharach que de Dan Penn y Spooner Oldham, de Ike Turner que de Johnny Thunders.

Viajar a todo eso es ver en directo a Kevin Junior. Y seguramente falten palabras para algo que es difícilmente transmisible. Y entre el folk-pop de Telegram o los aires arrastrados de Everyday is Christmas, suena un maravilloso, inolvidable y crudo Our Dead Friends. Porque un puñado de canciones alcanzan la intimidad y la electricidad directamente desde la crudeza. Y eso solo se puede sentir. No se debe contar.

Suena la corriente: "Our Dead Friends" - Kevin Junior


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