martes, 12 de agosto de 2014

Brian Setzer
Rockabilly Riot! All Original (Surfdog Records, 2014)
Agitar antes de usar


*Autor: Jaime G. López "Desperdicios"

Cuando oímos que el propio Setzer sancionaba su nuevo trabajo como un cruce entre su debut homónimo con Stray Cats y su primer disco en solitario en formato rockabilly fuera de su trío originario, Ignition, nos preguntamos qué había bebido aquel día para lanzar tan optimista valoración. (...)


Su primer disco es absolutamente inalcanzable, a estas alturas todos renunciamos a ello y sabemos que la magia de aquel álbum no volverá. Más bien habrá que tomar esas palabras como una afirmación de gran satisfacción por el trabajo realizado. Y eso es bueno. De momento, el poco locuaz Setzer, que normalmente prefiere hablar a través de las seis cuerdas, se ha lanzado a realizar entrevistas a diestro y siniestro en medios generalistas norteamericanos (incluido el Wall Street Journal) en los que repasa el estado de la nación rockabilly así como su visión sobre los orígenes de esta música, su inmersión en ella y su nuevo trabajo. Está claro que Setzer se siente orgulloso con los resultados de este nuevo trabajo y parece dispuesto a defenderlo.

El mismo ha sido grabado en la ciudad de Nashville, donde Setzer ha gravitado durante la ultima década, grabando en sus estudios y codeándose con la aristocracia del country. En esta ocasión y quizás reforzando que se trata de un trabajo especial, eligió los estudios RCA de Nashville que construyera y dirigiera el afamado guitarrista y productor Chet Atkins. El mismo que da nombre a su emblemática guitarra Gretsch y en los cuales grabara Elvis sus primeros trabajos para la citada discográfica. Se trata de unos estudios con salas de diferentes tamaños y con una sala principal de grandes dimensiones acondicionada para la grabación de arreglos orquestales y de grandes coros. La triste noticia es que los mismos han sido cerrados y vendidos recientemente. Aunque no ha trascendido, de ser Brian Setzer el último en utilizarlos, no dejaría de ser un dato curioso: inaugurados por Elvis y cerrados por el discípulo más aventajado de la revolución que inició el de Tupelo.

En cuanto al trío con el que lo ha grabado parece ser un best of de los músicos con los que ha colaborado en los últimos años. Desde el contrabajista de la primera época de su orquesta, Mark Winchester, que también le acompañara en aquel Ignition, al bateria Noah Levy, que se incorporó a la caravana en Setzer Goes Instrumental. Y por supuesto, la presencia más interesante del músico de Nashville Kevin McKendree, cuyo piano es pieza fundamental en este trabajo y cuya maestría ha espoleado a el a veces acomodaticio Brian Setzer, ya se sabe los peligros que conlleva la genialidad. Aunque su presencia era notable en el primer volumen del Rockabilly Riot y en su secuela en directo, es en este disco donde la química ha explotado.

Brian ha cuidado en este disco todos los detalles, desde la llamativa vestimenta de la portada. La misma remite al disco del 72 Legendary Masters de Liberty/United Artists dedicado a Eddie Cochran, la elección no es casual, en una reciente entrevista lo mencionaba como el disco con el que descubrió a su gran referente. En su portada aparece un jovencísimo Cochran en su etapa country ataviado con chaqueta blanca, zapatos en punta del mismo color, camisa a cuadros, pañuelo al cuello y pantalones de pinza con llamativos remaches laterales. Y de esta guisa, recreando cada detalle, se ha vestido Setzer para la portada, réplica de la guitarra de Eddie incluida, cortesía de la Gretsch Guitars Company, es de suponer.

El trabajo se abre con Let's Shake, un bailón y vacilón rocknroll con contagioso estribillo que bebe de su lado mas swing. La primera sorpresa del disco viene con el tour de force entre la guitarra y el piano, un detalle no menor que se repite en varios momentos del trabajo. Lo cierto es que el maestro Setzer está acostumbrado a establecer la calidad y el riesgo en sus trabajos con músicos que acompañan sus progresiones y no osan retar al maestro. Aquí, Setzer se ha encontrado con un músico de gran altura que le ha empujado a tomar riesgos y a responder para no quedarse atrás. Sin duda, sus mejores guitarras en años se pueden escuchar en este tema que abre el disco.

Vinyl Records es un homenaje a los viejos discos de vinilo y a la superioridad sonora de este formato. Tanto ese tema como el siguiente, Lemme Slide, parecen beber estilísticamente, en tratamiento e instrumentación, del primer volumen Rockabilly Riot, en el que se dedicó a recrear clásicos y oscuras gemas del sello SUN Records de Memphis.

What's Her Name nos ha sorprendido por el tratamiento sonoro (un precioso y original trémolo) que sostiene el sonido sobre un piano aporreado al estilo Jerry Lee. Aquí Setzer hace un raro ejercicio de economía de notas, lo que se agradece en este tema de reminiscencias del Bony Moronie de Larry Williams.

Le sigue Calimity Jane, un rocknroll que también nos ofrece nuevas pinceladas sonoras en la paleta del de Long Island. En este caso, un acercamiento de Setzer al sonido country rock con toques funk de las grabaciones del mejor Elvis en la década de los 70's. Una vez más el piano coprotagoniza el tema.

The Girl with the Blues in her Eyes es la única balada del trabajo y, como la anterior, bebe de los sonidos de la ciudad de Nashville donde ha sido grabado, en este caso del country adulto de Glen Campbell con batería acariciada por las escobillas, steel guitar y las guitarras de Setzer escorándose al country en una delicada balada de género.

Blue Lights, Big City  podía haber sido parte del disco debut de Elvis en la RCA, con omnipresentes coros al estilo Jordanaires y que guarda más de una discreta similitud con alguna de las baladas del Rey allí contenidas.

Por supuesto, tampoco podían faltar los rocks característicos de Setzer con guitarras agresivas y riffs imposibles marca de la casa, como Rockabilly Blues, Nothing is a sure thing baby (estrenada en su reciente gira japonesa), Stiletto Cool o I should a had a V8. Material más característico y estándar en los trabajos del neoyorquino pero igualmente disfrutable.

Por último, Cock-a-doodle Don’t, un rockabilly en formato trío, campestre y asilvestrado, de vertiginosas escalas al estilo Cliff Gallup y con reminiscencias a los SCOTS, cierra el trabajo como queriendo reafirmar que, a pesar de haber abierto la paleta (tal y como hizo en su debut e Ignition, de ahí quizás su comparación), Setzer tiene muy claro lo que representa. El líder y patrón de la nación rockabilly, el God-Billy, el tipo que en 1981 cogió una música en vías de extinguirse, la elevó y la difundió a lugares a los que en su origen nunca llegó, como él mismo ha explicado, era música peligrosa y se encargaron en retirarla de las ondas de forma urgente.

Sin duda el mejor trabajo original de Setzer desde Nitro Burnin Funny Daddy con apertura en los estilos y sonidos característicos de Setzer, con más riesgo y, como consecuencia, mejores resultados que los habituales. El vídeo que ha lanzado del primer single, Let's Shake, junto a su trabajo de promoción, hacen vislumbrar un intento por parte de Brian de hacerlo una vez más, intentar llevar el rockabilly de nuevo a lo alto de las listas. Veremos si lo consigue.




Suena la corriente: "What's her name?" - Brian Setzer



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