martes, 6 de mayo de 2014

Imelda May
Tribal (Decca Records Music, 2014)
Furia y seda irlandesa


*Autor: Jaime G. López "Desperdicios"

Retorna la volcánica irlandesa Imelda May con un tercer y explosivo trabajo tras un breve paréntesis por motivos de maternidad. Aunque Love Tattoo no fue su primer trabajo, sí fue con el que despuntó a nivel internacional en el año 2008, llamando la atención más allá de su reducto natural de los amantes del viejo y genuino rock'n’roll. (...)


Desde el God-rocker Brian Setzer, que pidió a su discográfica que se encargara de costearle una gira americana, ofreciendo que abriera sus shows con la orquesta de aquella temporada. A otro as de la guitarra, Jeff Beck,  que se sirvió de Imelda y de su grupo como back up band en el homenaje que organizó al pionero Les Paul en la sala Iridium de Broadway, entre el público un sonriente (y entonces aún retirado) David Bowie. Y para terminar, el tristemente desaparecido Lou Reed  se prendó de las dotes vocales de la May y regrabaría una de las canciones de su segundo trabajo, la balada Kentish Town Waltz, junto a ella, y ya sabemos que el neoyorquino no era muy amigo de malgastar su tiempo.

¿Y qué es lo que ha atraído a tantas luminarias? Pues básicamente hablamos de una volcánica vocalista que funciona como un verdadero torbellino en los temas rápidos y es capaz de derretir el hielo en las baladas y borda los números con sabor de jazz vocal clásico. Se trata de una vocalista única dotada de un inconfundible talento pero, conviene recordarlo, está respaldada por una apasionante banda a la que ella se unió. Liderada por su marido Darrel Higham, un prodigioso guitarrista conocedor de todas las suertes del rocknroll y rockabilly, muy enérgico y capaz de dotar del perfil agresivo y eléctrico para visitar terrenos muy atractivos como demuestra en este último trabajo. Asimismo su veterano grupo es capaz de reconvertirse en brillante cuarteto jazzy con el contrabajo y la batería acariciada con escobillas sobre la sedosa voz de Imelda. En definitiva, bajo el nombre de Imelda May nos encontramos con un versátil combo de experimentados y virtuosos músicos que secundan a una estupenda vocalista de esas que marcan la diferencia.

Y con este Tribal recuperan las buenas sensaciones de su Love Tattoo. Puede que debido al inesperado éxito del mismo, su reválida Mayhem, sin ser un mal disco, quizás vino muy pronto y no resultó igual de inspirado. Este tercer trabajo y tras el parón mencionado vuelve a traernos la mejor versión. Lo primero que llama la atención es que se trata de un disco agresivo, donde los temas rápidos y enérgicos prevalecen sobre los tiempos medios y los temas lentos.

Prueba de ello es el arranque del disco, con una cuenta de baquetas  y un rock&roll afilado con ciertas reminiscencias de aquéllos que unieron perfectamente el sonido rockabilly con el garaje, nos referimos a los Cramps. Los riffs agresivos de Higham se enlazan con la poderosa voz de Imelda en este rápido tema. Continúan con el mismo ritmo y agresividad ayudados por los riffs veloces en el segundo tema, Wild Woman, y también en Hellfire Club o Five Good Men, canciones caracterizadas por ritmos trepidantes abundantes en paradas y silencios para retomar el vertiginoso ritmo impuesto por las guitarras de Higham, secundadas por el contrabajo de Al Gare y la batería de Steve Rushton.  

It’s good to be alive es el simpático tema con el que han lanzado el primer vídeo de este trabajo, serie B y temática de terror tratado con humor sobre un bailable rock&roll, de esos en los que se te escapan los pies a su ritmo. 

Después de la furia llega la calma por partida doble, así  Gipsy in me nos trae a la vocalista de atmósferas de cine negro con base jazz, coros y guitarras con riffs de los 50's, uno se imagina a la May como femme fatale engatusando a un cínico personaje de Dashiell Hammett incapaz de resistirse a las curvas y el pelo a dos colores de la irlandesa.

Y en Little Pixie el ritmo cae a plomo en una maravillosa balada con las escobillas marcando el ritmo en un claro guiño y homenaje a esas sentidas baladas (por ejemplo Important Words) que Gene Vincent y sus Blue Caps facturaban en sus inicios, con aromas jazzies y guitarras  a-la Gallup, ese prodigioso pionero (pregunten a Jeff Beck para más referencias).

Rozan el blues de bola y cadena (ya saben, con la percusión sobre metales) en Ghost of Love. Otro elemento que en anteriores trabajos jugó en su contra fue quizás la presencia titular de Dave Priseman como trompetista, incluyendo este instrumento en sus múltiples variables en muchas de las canciones. Lo cierto es que este instrumento en este tipo de música tiene sus limitaciones. Por ello se agradece que en este trabajo solo aparezca en Wicked Way, con una sordina atmosférica en otro tema con toques de film noir

Amplían el abanico sonoro con Round the Bend, uno de esos rocks de melodía infecciosa que a nosotros nos ha recordado a Setzer intentando alejarse de su entorno natural, en aquellos trabajos de mediados de los 80's o más recientemente en 13

Y para cerrar el trabajo, Right Amount of Wrong, otro trallazo en la línea de los comentados al inicio. Un buen final para un trabajo notable al que nosotros hemos echado a faltar algún tema más reposado con aires más jazz after hours que creemos que es una de las versiones más interesantes de la irlandesa. Si no la conoces te recomendamos que te acerques a este trabajo, no saldrás defraudado.

Suena la corriente: "Little Pixie" - Imelda May



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