lunes, 10 de marzo de 2014

Travellin' Brothers / La M.O.D.A.
Kafe Antzokia, Bilbao (07/03/2014)
Magnolia Route (Gaztelupeko Hotsak, 2014)
Puro espectáculo negro


32 personas sobre el escenario del Kafe Antzokia no es algo que podamos considerar habitual. Y más tratándose de un concierto de una banda de rock, así, utilizando la expresión en genérico para limar las muchas aristas que fluyen de la música de Travellin’ Brothers. Una banda nacida en Leioa, Bizkaia, pero que a buen seguro podía haberlo hecho en los garitos de Nueva Orleans o en cualquier ambulatorio de las calles aledañas al Cotton Club neoyorquino. (...)


Y es que una de las características de estos hermanos de carretera es su construcción modular. Una banda base de seis miembros (guitarra, voz, batería, bajo, teclados y saxo), que se convierte en octeto con la inclusión de dos coristas (una de ellas añadiendo labores de violín), que crece cuando actúan acompañados de la Travellin’ Brothers Big Band, esto es, ocho vientos adicionales, y que llega a la cifra apuntada cuando a ellos se une la coral femenina La Kantoria de su ciudad natal. Las grandes ocasiones lo merecen, y la del viernes lo era sin duda. La presentación de su nuevo y excelente trabajo, Magnolia Route, once canciones de puro sabor y sudor negro americano.

Comenzaron la velada uno de los grupos más en boga actualmente por cuanto escenario encuentran a su paso, La Maravillosa Orquesta del Alcohol, o, como ellos abrevian, La M.O.D.A. Seis chavales que desde Burgos propagan unos sonidos que a golpe de mandolinas, acordeón y saxo cabalgan entre el folk de acento americano y espíritu irlandés, el blues acústico o el rock de estadio con relativa electrificación de unos Mumford & Sons, pongamos por caso. Así, con indumentaria uniformada de estilo proletario, que también traía aires a Dr. Dog o los Dexy’s Midnight Runners, combinan el inglés de sus primeros trabajos con el castellano de su reciente ¿Quién nos va a salvar? que tantas puertas les ha abierto, y canciones como Los Hijos de Johnny Cash dejan las cosas claras. Y ese final con una folkizada revisión del Long way to the top (if you wanna rock’n’roll), buen sabor de boca.

Y comienzan a aparecer en escena, uno a uno, los seis miembros base de Travellin’ Brothers al preciso ritmo de There’s a man going around taking names vía Leadbelly. Con washboard como elemento percusivo, es en ese homenaje al blues acústico donde queda clara la extracción de estos músicos que mezclan juventud con experiencia. Son diez años ya como banda, seis discos, de los que sin duda Magnolia Route es el más homogéneo, compacto y conseguido, y serán reconocidos como una de las escasas formaciones por estos lares que hacen del swing de las clásicas big bands americanas seña de identidad. Pero su raíz nace directamente del blues, y ese homenaje a Leadbelly a modo de intro deja claro el guiño.

No puede negarse que Magnolia Route o Ballroom 24 llevan los genes de las pistas de baile americanas de las primeras décadas del siglo pasado, o que Creole Queen es un espléndido (y ortodoxo) pelotazo a ritmo de mambo, pero Love, Joy & Happiness y Oh What a shame llevan en sí mismas el infeccioso ritmo del rhythm & blues, Say you’ll be mine y Come to daddy one more time la sexualidad intimista del soul, Song for you (always there) el evocador halo del country rock, su versión del This little light of mine el gospel o Morning rain blues el puro lamento negro. Porque eso es lo que son Travellin’ Brothers, una orquesta con negritud sanguínea en cada vena, picando de todos los terrenos y llevando a cuestas un espectáculo visual y sonoro de alto octanaje y que en muchas ocasiones recuerda a los mejores tiempos de otros hermanos de nombre, The Blues Brothers.

En directo revisan la práctica totalidad del disco, con toques a funk y humo, añadiendo el puro sabor a jazz dislocado de Payback time y la explosión country-blues-soul de Midnight train que ya incluyeran en su Red, Hot & Blue (2009), contando con la colaboración de Dan Cabanela de los locales Still River (como eran pocos es escena…) y terminan como solo puede hacerse en estas ocasiones, con plena fiesta. Tal vez When the Saints go marchin’ in puede ser previsible, pero quién puede dudar que en las manos de esta gente, que hace lo que ama, ajenos a toda impostura, mientras van desfilando por la sala hasta la calle, se convierte en la comunión perfecta con un público que abarrotaba la platea y que forma así parte del espectáculo.

Que eso es lo que nos brindaron los Hermanos. Puro espectáculo.
* Compra el disco a través de Gaztelupeko Hotsak o en tu dealer habitual
Suena la corriente: "Magnolia Route" - Travellin' Brothers



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