jueves, 13 de septiembre de 2012

Green on Red
La fusión del núcleo rojo


La historia se ha contado en numerosas ocasiones (y varias de ellas en el Río). Cuando el punk ya había sido deglutido mercantilmente, el pop se sofisticaba, el sinsorgo (salvo contadas excepciones) tecno-pop comenzaba a tomar las ondas y el after-punk nos llevaba por los senderos más sombríos de aquel primer lustro de los 80, encontrar bandas de puro sonido guitarrero basado en las raíces americanas era harto difícil. (...)


Hasta aquí el lugar común, porque ninguna de este tipo de generalizaciones son realmente correctas.

Pero así es en muchas ocasiones como se escribe la historia a nivel popular. Siempre que se escarba, uno encuentra lo que busca, las catacumbas suelen estar llenas de gente que va tras lo mismo que nosotros. Tal vez, que cuando a mediados de lustro, bandas como The Long Ryders, The Dream Syndicate, Rain Parade o Green on Red comenzaron a aparecer como setas, volvieron a traer esos sonidos a una primera fila, aunque siempre alejada de las grandes ventas.

Green on Red tenían como punto diferencial su origen. Cierto que se aposentaron en Los Ángeles de la mano de Steve Wynn, pero eran originarios de Tucson, Arizona. Allí, Dan Stuart a la voz y guitarras, Chris Cacavas a los teclados y Jack Waterson al bajo habían comenzado a digerir sus principales influencias, las raíces americanas, la psicodelia con los dos pies en los 60, y varias pizcas picantes de punk y garage. A los tres se unieron posteriormente Alex MacNicol y Chuck Prophet, cuando ya habían trasladado los bártulos a California. Visto desde la óptica de hoy, si nos dijeran que se ha formado un grupo con Stuart, Cacavas y Prophet, no dudaríamos en calificarlo de supergrupo (posiblemente este término esté comenzando a desvalorizarse con gran rapidez, dada su actual profusión, pero en el caso que nos ocupa, sí es apropiado). Sus carreras posteriores, que llegan hasta nuestros días, así lo atestiguan.

El caso es que Green on Red supieron conjugar esas influencias antes citadas para conseguir traspasar las fronteras de los cerrados grupos identitarios que las dominan. Eran todo eso, pero algo más, mucho más. Sus canciones supieron sobrevolar épocas y mostrarse hoy mismo con plena vigencia. Cierto que su disco más conocido y celebrado ha sido No free lunch, un perfecto ejercicio de country-rock que entre otras cosas incluía una canción absolutamente soberbia, Time ain’t nothing. Pero es que su capacidad para componer minutos de gloria ya había sido certificada anteriormente (That’s what dreams were made for) y lo fue durante la misma época en Danny & Dusty, proyecto creado por Dan Stuart y Steve Wynn del que nació una delicia como Song for the dreamers. Tres canciones que, ellas solas, ya dejan una impronta de clasicismo.

Sí, Green on Red alcanzaron el estatus de banda referencial en la recuperación del rock de raíces y el country-rock. Pero antes de No free lunch, habían sacado tres discos que en ocasiones resultan opacados por la grandeza del mencionado. Green On Red (1982) supuso el debut de la mano de Steve Wynn y el otro sindicado Paul B. Cutler. Y tiene un sabor ácido a más no poder, la psicodelia campa a sus anchas, es un viaje, un trippi, angosto, asfixiante por momentos, pero revulsivo. El teclado de Cacavas dirige musicalmente como si quisiera resucitar las esencias más psicóticas de Ray Manzarek, y la agudísima voz de Stuart ofrece el contrapunto perfecto. Los tres minutos y medio de Aspirin son puro garage orgánico y un excelente vehículo para iniciar un viaje interior (o exterior, o lo que se quiera, pero viaje).

Un año después publican Gravity talks, en el que aún impera el aroma del ácido, y por el que pulula de nuevo Wynn.

Pero es en 1985 cuando publican su obra maestra para quien esto escribe, superior a los anteriores e incluso al posterior No free lunch. Gas, Food, Lodging mantiene el equilibrio entre su alma psicodélica con el acercamiento a las guitarras de raíces, consigue un beso más que fugaz entre los 13th Floor Elevators y la Creedence, con Neil Young como maestro de ceremonias. That’s what dreams were made for es un brillante ejemplo de lo que aquí llamamos guitarras arrastradas, arropadas por el omnipresente teclado de Cacavas. Y ya con la preciosa Black River atisbamos aromas a campo y cielo azul. Todo el disco es un tira y afloja entre sus dos almas, con letras plagadas de perdedores, cuya conjunción queda sellada en la final revisión del We shall overcome, que deja la puerta abierta a No free lunch.

The killer inside me (1987) contó con la producción de Jim Dickinson, pero adoleció de un ambiente excesivamente opaco que no ayudó a olvidar los dos anteriores trabajos. Para cuando se publicó Here comes the snake (1988), Green on Red se habían convertido ya realmente en un dúo, un mano a mano entre Dan Stuart y Chuck Prophet, habiendo abandonado la nave el resto. Y aún fueron capaces de publicar tres trabajos más, This time around (1989), Scapegoats (1991) y Too much fun (1992), que aunque mantenían un nivel estimable, ya habían perdido la magia que Green on Red había demostrado años atrás.

En 2004 murió el batería Alex MacNicol, que fue el único ausente en la reunión que realizaron un año después y que les trajo al ARF 2006.

Pero la carrera en solitario que cada uno ha mantenido hasta hoy mismo (no hay nada más que oir el Temple Beautiful de Prophet este año) demuestra el valor que sin duda atesoraban. Juntos o cada uno por su lado.

Dan Stuart estuvo presente en la pasada edición del ARF, acaba de publicar su nuevo trabajo, el delicioso The deliverance of Marlowe Billings (Gonna change es una canción absolutamente deslumbrante, propia de lo mejor de su producción), y en unos días comienza gira por estos lares:

19/09 Madrid – Café Berlín
20/09 Valencia – Loco Club
21/09 Bilbao – Azkena
22/09 Barcelona – Sidecar

Buena ocasión para desempolvar los viejos discos Verde sobre Rojo.

Suena la corriente: "That's what dreams were made for" - Green on Red



4 comentarios:

  1. Menudo ENTRADÓN R.R. No se podía haber contado mejor ¡Enhorabuena! Me ha encantado.
    Un abrazo.

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    1. Tú, que eres fan!!!
      Se agradece, Mad. Y nos tenemos que ver algún día en alguno de estos bolos!!!

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  2. Cierto colega gran entrada, ¿nos vemos en el azkena????

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    1. Gracias, Addison. Ese fin de semana tengo ciertas complicaciones, pero espero poder estar en primera fila, que se lo debo tras el ARF.
      Si voy, compartimos trago!

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