miércoles, 20 de junio de 2012

Azkena Rock Festival 2012: Día 3 (y fin)
El día de las chaquetas confederadas


A las 10 en punto de la noche del 16 de junio de 2012, tras 11 ediciones, por fin comenzaban a sonar en el recinto del Azkena Rock Festival los acordes del Sweet Home Alabama. Una de esas canciones que por clásica ha traspasado su propia frontera, tanto estilística como de significado en sí misma, deviniendo en icono musical. Uno de esos nombres, no más de cuatro o cinco, que desde que el festival comenzó su andadura allá por 2002, ha estado siempre en el imaginario de los organizadores y de los asistentes. Señoras y señores, en Mendizabala, desde la América profunda, Lynyrd Skynyrd. (...)


Hablar de Lynyrd Skynyrd en pleno 2012 no sería otra cosa más que hablar de una franquicia si no fuera por la presencia de Gary Rossington, guitarrista amigo desde la infancia de Ronnie Van Zant, que junto a éste y Allen Collins montara en 1964 una banda llamada The Noble Five. Una banda, machacada por el tiempo y la muerte, en la que junto a Rossington, Johnny, el hermano pequeño de aquel genio llamado Ronnie, tratan de mantener la llama de lo que fueron. Y si no fuera por el calor de estos componentes emocionales, Lynyrd Skynyrd no sería más que un nombre, pegado a un puñado de canciones que son historia de la música americana.

Y ver a Lynyrd Skynyrd resultó mucho más digno de lo esperado. Su último disco de 2009, el prescindible God & Guns, no auguraba nada bueno. Pero conscientes de su propio significado, repasan en directo canciones como Simple Man, Gimme Three Steps, Workin’ for MCA, o Call me the Breeze, y lo hacen en un tono mucho más stoniano que sureño, pero en cualquier caso, alejado de ese pseudo heavy al que tienden muchas bandas americanas de estadio. Y no se puede negar que cuando comienza Sweet Home Alabama sientes una profunda punzada de emoción, la misma que cuando dedican una larguísima y sentida versión de Free Bird "to my brother Ronnie". Escasos en tiempo, y más que dignos en ejecución. Una muesca más en el santoral de nuestros recuerdos.

Pero el día grande del Azkena de este año tuvo más, mucho más. Abrió la sesión matutina de la Plaza de la Virgen Blanca, con un ambiente de nuevo espectacular, el alemán Dick Brave, que junto a sus Backbeats ofrecieron un rockabilly de corte clásico y actitud festiva. Y ya por la tarde, comenzó la sesión con el espectacular concierto de North Mississippi Allstars en formato dúo. Esto es, los dos hermanos Dickinson a la guitarra y batería, sin la presencia del orondo, y enfermo, bajista Chris Chew. Luther era la segunda conexión con The Black Crowes tras la actuación el día anterior de Rich Robinson. Y ya hubiera querido éste acercarse aunque fuera mínimamente a la prestancia escénica y musical de NMAS. Intercambiando de manera absolutamente magistral las ausentes líneas de bajo por notas aquí de guitarra y allí de batería, ofrecieron 45 minutos de maestría musical, instrumental y de personalidad. Un repertorio de pura música americana propia y ajena con la que los hermanos dignifican el recuerdo de su progenitor, el gran Jim Dickinson. Y sus demostraciones con la cigar box y la tabla amplificada (y distorsionada), son una delicia.

Sallie Ford fue el guiño ingenuo y sencillo de la tarde. Actuación centrada en su disco Dirty Radio (que contiene un puñado de canciones más que estimables), su rock’n’roll juguetón, con aires swing y toques blues, resultaba algo plano y aéreo. La voz y presencia de Sallie invitan al proteccionismo emocional, pero no alcanzaron un grado de intensidad que se les debe suponer en un club pequeño. Es éste el peligro de estos sonidos de corte retro. Su propia esencia está en un escenario menor y una platea plena de humo y sudor.

Que M Ward es uno de los grandes genios actuales y que A wasteland companion es uno de los grandes discos de este año es algo que tenemos muy claro en el Río. Que su inteligencia le hace adaptarse al entorno y al estilo que le rodea lo demostró él solito. Abandonando completamente los aires más íntimos y folkies de su repertorio, se centró en una gran lección de eso que se ha dado en llamar americana. Sonidos que en este directo se hundían más si cabe en las esencias de la música de raíces, pero que en ningún caso olvidan la pureza pop de canciones como I get ideas o Primitive girl. Pareció en un principio que andaba escaso de voz, pero su personal fraseo tal vez brille más en otro contexto. Porque Ward se adaptó desde un principio a la esencia de la jornada. De hecho, daba la impresión que iba variando el set-list según lo que iba sintiendo, y creo recordar que no usó el teclado que tenía preparado a su derecha. Adaptación e intensidad que fue ascendiendo hasta explotar con una gran versión de Roll over Beethoven.

Y sin tiempo de respiro entre las actuaciones de M Ward y Lynyrd Skynyrd, la coincidencia en horario producía dos de los dolores más profundos de este año. Me perdone por siempre Lee Fields. Espero no equivocarme y poder disfrutar en no mucho tiempo de su soberbio Faithful man. Igual que espero a septiembre, como él mismo anunció, para encontrar de nuevo sobre las tablas a Dan Stuart. Ojalá supiera lo que le apreciamos por el Río. 

Aunque a la postre ha habido división de opiniones, he de reconocer que el concierto que ofreció My Morning Jacket me fascinó de principio a fin. Sabía de sus excelencias en directo, aunque no había podido saborearlas. Pero siempre es un gusto enfrentarte a un grupo que se encuentra en el momento álgido de su carrera. Jim James ofició de esotérico predicador, arropado en ocasiones por su capa/abrigo, bien por ampliar esa imagen hipnótica, bien por el frío que ofrecía esa noche vitoriana. El repertorio había sido elegido vía redes sociales por sus seguidores, lo que hizo que se centrara en sus dos discos más populares, Z y el aún reciente y espléndido Circuital. Pero My Morning Jacket llevaron sus canciones un paso más allá, dotándolas de brutal energía en largos desarrollos en los que James ofrecía su versión más desatada. Es esta exploración experimental de sus raíces ancladas en el rock americano la que les emparenta directamente con Wilco, mucho más en apariencia durante el show del Azkena, ya que alcanzaron un punto de improvisación muy superior. En definitiva, quien esto escribe hubiera deseado seguir sintiendo lo que ofrecían, que era puro componente orgánico, el tiempo que ellos hubieran querido.

Pero era un festival, los horarios marcados, y Hank III presto para iniciar una festiva sesión de ritmos hillbilly, bluegrass y country que la masa agradeció con bailes desaforados. Pero cuando nos íbamos a disfrutar de nuevo de Charles Bradley (en concierto calcado del que había ofrecido el día anterior en el centro de Vitoria, esto es, puro sentimiento), supimos que el nietísimo había querido dejar clara su bipolaridad y se había lanzado a una sesión de doom-trash-metal (por aplicar un término cualquiera para sus locuras). Cuentan las crónicas que se produjo una de las desbandadas más sublimes de la historia del festival.

Festival al que ponía punto y final unos planos y desinteresados Brian Jonestown Massacre. Sus ensoñaciones musicales (en otras ocasiones muy disfrutables) quedaban opacadas ante la pregunta de qué coño hacían tantas guitarras en escena cuando con una otros consiguen superiores prestaciones.

(Oye, y de los otros cabezas de cartel…? Jodido pesado. Hablaremos el año que viene)


Suena la corriente: "Free Bird" - Lynyrd Skynyrd



4 comentarios:

  1. Me entusiasmaría poder ver a My Morning Jacket, me parece un grupo completísimo y seguro que de impecable directo, como bien cuentas.

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    1. Sinceramente, a mí me impresionaron. Magnéticos, brutales, desatados, y líricos en cuanto querían.

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  2. Estupenda crónica, Vasco, nos ponéis al día a los que no tenemos tiempo para ir a coniertos ¡Qué envidia! Un abrazo.

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    1. Déjate de excusas, y a ver si algún año te vienes. Soy capaz de ir a recogerte a Logroño!
      Beso.

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