lunes, 21 de marzo de 2005

La magia tiene sabor

Mi abuelo tenía la manía de soltar cada dos por tres frases lapidarias. Muchas las recuerdo, muchas más las olvidé. Las decía tan apasionadamente que más parecía que las escupiera. Desde dentro, donde decía que se cocinaba la vida. Desde las entrañas.

Muchas iban dirigidas a Ella, claro, mi abuela. Su principal pasión. Y que compartía con otras: sus amigos, sus libros, sus revistas, sus utopías, y su música. Siempre su música.

Y aún hoy me acuerdo: "La magia se puede masticar y tiene sabor". Me contó que muy pocas veces lo comprobó, pero las que lo hizo, no pudo olvidarlas. Se quedaron ahí grabadas para siempre, se convirtieron con el tiempo en su cueva sagrada, su templo, su religión a la que aferrase en los malos momentos.

Aquélla música de finales del siglo pasado y principios del actual, que ahora se nos antoja extraña, simple, arcaica, pero de la que aún algunos somos capaces de intuir la esencia clave: pasión.

Mi abuelo me repetía, la magia tiene sabor. Yo le preguntaba cuál era ese sabor, en qué ocasiones lo había probado. Y hablaba, no sé bien si desvariando. Pocas, muy pocas veces. Pero las veces que lo probó…

Y habló de seis tipos en el escenario, compartiendo aquellas entrañas con su gente, demostrando que, hace tantos años, el rock no estaba muerto, aún vivía, aún tenía el don de hacer vivir, de hacer sentir, de hacer sufrir, de hacer soñar. Seis tipos capaces de concentrar los sentidos sobre ellos. Alquimia de poesía y boxeo, de sangre y risas, de emoción y dolor. Sentir que nada y todo importaba. Que no eras un compuesto de piel y órganos, al menos durante un par de horas. Que eras otra cosa. Y que lo estabas viviendo.

La magia tiene sabor. Aquel día, hace tantos años, mi abuelo lo probó. En una ciudad del norte. Seis tipos en el escenario. Y uno de ellos por encima de todos. Uno de ellos devolviendo el sentido a aquella música.

Mi abuelo vio a Wilco en aquel lejano 2005, y nunca lo olvidó.



Suena la corriente: "A ghost is born" - Wilco