martes, 10 de febrero de 2004

¡Noticias, noticias! ¡El Caso, El Caso!

Leo estos días "Los tipos duros no bailan" de Norman Mailer, de la que mucho había oído hablar pero a la que no había aún hincado el diente. Novela negra, negrísima, llena de alcohol, resacas descomunales, marihuana, misterio y, por supuesto, cadáveres.

Y (sin saber si es coincidencia o no) me entero estos días de la muerte de una persona peculiar dentro de los submundos de la negrura española, Margarita Landi, más conocida como el "subinspector Pedrito". Siempre acompañada de su eterna pipa y su desgastada libreta, fue una de las plumas habituales de un periódico que a muchos les sonará a chino, pero que estuvo tan unido a la España negra como aquel famoso crimen de Puerto Urraco. "El Caso" tuvo su época, su momento de esplendor, que se empezó a venir abajo cuando la prensa generalista comenzó a perder ese prestigio elitista que tuvo en un tiempo ya pasado. Porque "El Caso" era algo más que lo que actualmente llamamos prensa amarilla. Especializado en sucesos, se convirtió en un reflejo de la parte más oscura del ser humano, de todos nuestros abismos, nuestras negruras más amargas, fruto de nuestra esencia animal, muchas veces abismada por una razón que parece que no nos es dada para discernir entre el bien y el mal, sino para recrearnos en la manera más soez de producir maldad saliendo indemnes de los posibles castigos que la organización social impone (de manera bastante incapaz, por cierto).

Margarita Landi era una investigadora de esos submundos, que por cercana y accesible, conseguía una camaradería con los protagonistas de los sucesos criminales que la convertían en un inestimable apoyo para la policía. Pero a su vez, ella sabía transmitir en sus crónicas esa ansiedad que nos produce lo inexplicable.

No quiero parecer muy negro ni incidir en mi opinión sobre el ser humano (soy consciente de que este post no es un dechado de alegría y buen rollito), pero como amante de la novela negra, del cine negro, escéptico espectador de la cochambre infrahumana, siempre he admirado a esta mujer (por mucho que su época de esplendor me pillara lejos, muy lejos, en cuanto a edad). Y desde aquí quería rendirle un humilde tributo. Se ha ido a los 85 años, y se ha ido estando en Gijón. ¡Qué mejor sitio que el lugar donde cada año tiene lugar la Semana Negra!

Bien, y ahora, ¿qué coño hago para alegrarme un poco la noche?
En fin, seguré con mi novela. De perdidos al río. Mañana será otro día.



Suena la corriente: "Frank Black" - Frank Black